En la Cámara de Diputados el día de ayer fue presentado el libro Ignacio García Téllez, ideólogo desconocido del cardenismo
El senador Heriberto Galindo Quiñones (PRI) planteó recuperar el nacionalismo revolucionario, actualizarlo, mezclarlo con la social democracia y buscar para México una tercera vía, donde no impere el neoliberalismo ni el populismo atroz
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Por su parte Rubén Moreira, coordinador de la bancada del PRI reconoció: cuando tomamos el neoliberalismo, dejamos una parte importante de nosotros
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Luis Medina Peña, ex diputado federal y profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas, a su vez autor del dicho libro explicó que la obra se basa fundamentalmente en los archivos personales de quien fue rector de la UNAM y secretario de Educación Pública, que están depositados en esa casa de estudios y en El Colegio de México.
Medina Peña cedió los derechos de la obra, que fue impresa por la Cámara de Diputados y el Centro de Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias, pero también se puede descargar de la página que dicho centro tiene en Internet.
Me pregunto si tenemos que permanecer callados o inertes ante los avatares contra el nacionalismo revolucionario que casi borró la tendencia del neoliberalismo. Yo creo que el nacionalismo revolucionario que inspiró, redactó y trabajó intensamente García Téllez, que recogió y enarboló y enalteció Lázaro Cárdenas y que después ideólogos posteriores, como Jesús Reyes Heroles, retomaron y modernizaron, nos obliga a retomarlo y actualizarlo. así lo planteo Galindo Quiñones en su intervención.
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Modernizar a México con una visión innovadora, creativa acorde con los nuevos tiempos de la globalización, pero con realismo y defensa de la soberanía nacional. continuó
Moreira también citó que García Téllez enfrentó el desacato de las empresas petroleras al decreto de expropiación del petróleo del 18 de marzo de 1938, y que su respuesta fue la de un Estado fuerte
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“Después del decreto impulsó un segundo apartado, la reforma constitucional. El reclamo internacional lo resolvió de una manera que ancló en su carrera profesional, de buen abogado, y el argumento está en este libro: ‘¿de quién es el subsuelo? Desde la colonia es del Estado y, por tanto, el Estado mexicano no tiene que pagar por el subsuelo y puede regresar éste al dominio del Estado’” finalizó.