En el corazón de Guanajuato Capital se cumplieron 257 años de la dedicación del templo del Oratorio de San Felipe Neri ‘La Compañía’.
El año de 1734 quedó legítimamente erigida la Compañía de Jesús en la ciudad de Santa Fe de Guanajuato. Gracias a los donativos de Teresa de Busto y Moya, y de su hijo José Joaquín de Sardeneta y Legaspi, el arquitecto Fray José de la Cruz inició la construcción. Poco después el proyecto se puso en manos del afamado arquitecto Felipe de Ureña. Él lo llevó a su término el 8 de noviembre de 1765, día de la solemne dedicación.
En una charla con Correo, el sacerdote Alejandro León Romero de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, comentó que este templo es un legado de los Jesuitas. Un espacio espiritual para compartir la fe.
“Y así fue. Ni ellos siquiera gozaron este santo templo que nos dejaron. La terminación de la obra y la inauguración de la iglesia se realizaron en el año de 1765. Ya para el mes de julio de 1777, el Rey Carlos III ya había expuesto que los Jesuitas debían ser expulsados de todos los territorios de España y la Nueva España. De todos los territorios de ese imperio”, comentó.
La expulsión de los jesuitas
Los Jesuitas tuvieron que abandonar el lugar, que no lo abandonaron inmediatamente, porque la gente de Guanajuato los protegía.
De acuerdo con el padre Alejandro León, durante bastantes años los Jesuitas estuvieron escondidos en este espacio hasta 1787. Esto hasta que tiene el visitador apostólico J. de Gálvez, a sacarlos por la fuerza, para expulsarlos del lugar.
“Pero la herencia espiritual que nos han dejado es inmensa, incomparable. Ahora nosotros miramos con gran estima, el tesoro de este lugar, que nos fortalece la fe”, enfatizó.
Agregó que naturalmente se trata de un espacio de pertenencia para los guanajuatenses. Un espacio primordialmente dedicado a la fe cristiana, el culto católico y a la glorificación a Dios en el servicio santo en la ministración de los sacramentos Un lugar donde siempre se celebra la Fe Cristiana.
“Por eso la iglesia crece, se configura precisamente como cuerpo de Cristo, aquí encuentras un lugar de consuelo, de paz, de serenidad, de perdón, de misericordia, de unión con Dios”, resaltó.
Valor arquitectónico
El padre Alejandro León explicó parte del valor arquitectónico de este templo, que tiene un eclecticismo. Su fachada primordialmente es de estilo churrigueresco barroco, que data precisamente de los orígenes, y que era el estilo de su tiempo.
Al interior predomina el estilo barroco, sobre el que se levanta tres naves que simbolizan la gracia de Dios, trino: padre, hijo y espíritu Santo, que configuran toda una estructura arquitectónica, que tienen que ver con los principios de la fe.
La cúpula original se derrumbó en febrero de 1808 por circunstancias adversas y se cae medio templo prácticamente, lo que trae un conflicto muy grave.
Esto ocurrió tras que el Intendente Riaño, autoridad civil de la época, tata de embellecer el inmueble, que durante 27 años había quedado cerrado.
En este proceso de embellecimiento, se reduce el espesor de las pilastras. Esto para hacer un tallado churrigueresco que no tenían que va desde el capitel hasta la base. Simboliza la historia de la salvación, pero que, al hacer los cambios, las baldas de madera que sostenían momentáneamente el espacio. No soportaron el peso de la estructura y se vino abajo la cúpula, el 8 de febrero de 1808.
Fue un momento difícil porque los sacerdotes del Oratorio que habían llegado en 1794 se quedan espantados, no pueden hacer nada al instante, y luego viene la guerra de independencia que estalla en 1810.
Fue hasta que en 1813 inician los trabajos de reconstrucción y no es sino hasta 1883 cuando termina la reedificación total de la iglesia, con una cúpula más alta y esbelta, semejante a la cúpula de San Pedro y a la iglesia de Santa Teresa en Ciudad de México.
La reconstrucción se da con otro aire de arte que era el neoclásico, con una aportación muy relevante de Herculano Medina, quien, con un altar en cantera verde, pone punto final a la restauración de la iglesia.
¿Qué le espera a la iglesia?
Se le preguntó al padre Alejandro León sobre qué le depara a la iglesia católica de Guanajuato.
“Cómo dice el slogan, desde que la iglesia iba a cumplir 250 años, nosotros articulamos, entre memoria y profecía, solo lo que es de Dios permanece, lo demás es efímero, se acaba, efectivamente, ¿qué le depara a la iglesia?, le depara fe, bendición, amor y vida a la comunidad de Guanajuato, no podemos nosotros pensar en otra cosa diferente”, dijo.
Y completó “aunque estamos en un tiempo sumamente secularizado, donde se dice y se habla a veces sin saber con plenitud, la verdad fundamental sobre la fe, que se va a acabar, que se va a exterminar la fe cristiana, son modos de hablar, pero la fe sincera hacia Jesucristo se conservará en todo momento, este templo seguirá dando vida, calor, fe, luz, a la comunidad de Guanajuato que aquí se congrega todo el año”.
Apuntó que el objetivo es que se revalore este gran tesoro arquitectónico, artístico, pictórico, y de arte, que es un gran tesoro que nos dejaron los Jesuitas en las manos.