El 16 de agosto de 2022, un meteorito de aproximadamente 70 metros entró en la atmósfera terrestre, reportó la NASA. A las 14:02:10, tiempo del este, la roca espacial explotó ocho millas sobre Winston-Salem, Carolina del Norte, con la energía de 10 megatones. El estallido arrasó con la ciudad y sus alrededores. Las bajas humanas son incontables.
Esto, es el hipotético y catastrófico escenario de un simulacro llevado a cabo en el cuarto Ejercicio de Mesa de Defensa Planetaria, dirigido por la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA.
Se incluyeron a más de 200 participantes de 16 diferentes organizaciones federales, estatales y locales. El 5 de agosto se publicó el informe final y el mensaje fue contundente: la humanidad aún no está preparada para hacer frente a esta amenaza.
En el lado positivo, el ejercicio estaba destinado a ser difícil, prácticamente imposible de ganar.
“Lo diseñamos para cubrir la brecha en nuestras capacidades”, dice Emma Rainey, científica que ayudó a crear la simulación. “Los participantes no pudieron hacer nada para evitar el impacto”.
El objetivo principal era probar las diferentes redes gubernamentales y científicas que deberían responder en una situación real de defensa planetaria.
“Queremos ver qué tan efectivas son las operaciones y las comunicaciones entre las agencias gubernamentales del país y las otras organizaciones que estarían involucradas, y luego identificar las deficiencias”, dice Lindley Johnson, oficial de defensa planetaria en la sede de la NASA.
En general, el ejercicio demostró que Estados Unidos no tiene la capacidad de interceptar asteroides pequeños y rápidos, y nuestra capacidad para verlos es limitada. Incluso si fuera posible interceptar rocas espaciales, es posible que no podamos desviar una de la Tierra, y usar un arma nuclear para destruir una es arriesgado y está lleno de problemas legales internacionales.
La prueba también mostró que la desinformación podría obstaculizar drásticamente el esfuerzo oficial.
Varias diferencias clave distinguen esta práctica de ejercicios anteriores en 2013, 2014 y 2016: en primer lugar, esta prueba le dio a la Oficina de Defensa Planetaria de la NASA la oportunidad de probar el Plan de Acción y Estrategia Nacional de Preparación para Objetos Cercanos a la Tierra, publicado por la Casa Blanca en 2018. El plan establece los detalles de quién hace qué y cuándo dentro del gobierno federal, lo que permitió que el ejercicio de este año involucrara a más agencias gubernamentales que en años anteriores, incluidos los servicios de emergencia locales y estatales por primera vez. La simulación también fue la primera en incluir no solo un impacto, sino sus efectos secundarios inmediatos.
Los eventos comenzaron con el “descubrimiento” de un asteroide potencialmente peligroso llamado “TTX22” que se dirigía hacia la Tierra. A los participantes se les presentó un curso intensivo sobre ciencia de asteroides y se les dijo todo lo que se sabía sobre el asteroide y la probabilidad de un impacto. Cada reunión avanzó en la línea de tiempo, con las entregas finales establecidas justo antes y después del impacto del asteroide cerca de Winston-Salem.
El cronograma corto pero realista desde el descubrimiento hasta el impacto destacó los principales problemas desde el principio. TTX22 era pequeño y rápido. Cuando se vio, era demasiado tarde para organizar una misión para estudiarlo, desviarlo o destruirlo.
La NASA cuenta con garajes llenos de cohetes en espera en caso de que aparezca un asteroide. Cambiar la trayectoria de la roca requeriría al menos 12 impactadores cinéticos, cada uno como la misión DART que recientemente alteró la órbita del asteroide Dimorphos y que tardó más de cinco años en pasar del concepto al perforador de rocas. La recomendación del informe posterior a la acción en este frente fue contundente: desarrollar estas capacidades.
Al mismo tiempo, la velocidad del asteroide, la composición desconocida y las ramificaciones políticas en la breve línea de tiempo descartaron golpear TTX22 con una bomba nuclear. Sin embargo, la interrupción nuclear al final del juego siguió siendo una opción intrigante de última hora para algunos participantes.
Esa opción, sin embargo, se inclina hacia Hollywood, no hacia la realidad. “Existe esta tendencia a pensar: ‘Vi esto en una película: acaban de lanzar misiles balísticos intercontinentales y lo hicieron estallar’”, dice Johnson.
“El objetivo de incluir esta opción en la simulación es hacerles entender que no es tan simple. Usar un dispositivo explosivo nuclear en la fase terminal de un impacto es una situación en la que nunca queremos meternos”.
La explosión de un asteroide en el espacio puede resultar en un grupo de rocas más pequeñas pero aún peligrosas y de rápido movimiento. Y la detonación de un arma nuclear en la atmósfera superior tiene efectos desconocidos pero muy probablemente peligrosos. Es posible que la explosión no desintegre completamente la roca, forzando partes de ella hacia otro lugar. La radiación podría persistir en la atmósfera superior a niveles que harían prohibitivo viajar a través de ella en su camino al espacio.
Sin forma de evitar que el asteroide golpee la Tierra, el ejercicio se centró en la mitigación: lo que se debe hacer antes del impacto e inmediatamente después. Las organizaciones de todos los niveles debían estar en contacto, se debían desarrollar y promulgar planes de emergencia y se debía informar al público.
Dentro de la línea de tiempo simulada, la desinformación fue constante. Muchas noticias en línea sobre el asteroide eran objetivamente incorrectas, mientras que las “noticias falsas” crecieron sin cesar.
En el lado positivo, la capacidad de la NASA para difundir información recibió altas calificaciones de los participantes, dada la credibilidad generalizada de la agencia.
Además, los encargados de tomar decisiones en todos los niveles llegaron a nuevos entendimientos sobre quién coordinaría los esfuerzos de rescate y recuperación posteriores al impacto y qué necesitaban para hacer su trabajo.
En última instancia, los participantes y los facilitadores de la simulación acordaron que lo que más les faltaba era tiempo. El asteroide “destruyó” Winton-Salem debido a la estrecha ventana entre su descubrimiento y el impacto. Ampliar esa ventana es fundamental.
Hay señales prometedoras de que, con suficiente advertencia, la humanidad podría montar una respuesta exitosa. La misión DART ya mostró que el impacto de una nave espacial puede alterar la trayectoria de una roca espacial. Se están realizando múltiples estudios de objetos cercanos a la Tierra, asteroides y cometas, y la NASA recibió 55 millones de dólares más para la defensa planetaria del Congreso de lo que solicitó.