M.C. y H. Oswaldo Rodríguez Amaya
Aunque pareciera cíclico, como cada septiembre de los últimos años, volvió a temblar en el territorio nacional, sin embargo, el Servicio Sismológico Nacional ha mencionado que, a pesar de los múltiples estudios y esfuerzos hoy no existe ningún método que pueda predecir cuándo, dónde y de que magnitud será el próximo sismo.
A pesar de lo anterior, México comprende regiones en donde se han acontecido grandes sismos, por ejemplo, se sabe que en 1787 en las costas de Oaxaca sucedió uno de una escala de entre 8.4 y 8.7. En 1932 uno más en las costas de Colima y Jalisco con una escala de 8.2; otro en 1985 en las costas de Michoacán con escala de 8.1 y en el 2017 uno en el golfo del Tehuantepec en escala de 8.2.
Lo anterior nos obliga a pensar que si bien es cierto, los sismos no se puede prevenir, por el contexto tectónico en el que vive nuestro país se pueden presentar nuevamente en cualquier momento y por lo cual es de suma importancia estar preparados e informados sobre qué hacer antes, durante y después.
Derivado de lo anterior, el Servicio Sismológico Nacional, registró durante el mes de agosto de este año 1,891 temblores con epicentros dentro del territorio nacional, aunque las magnitudes de estos eventos se encuentran en un rango de entre 1.0 y 5.1, y por lo cual es importante mencionar que la sismicidad en este mes se le atribuyó principalmente a los estados de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Colima, Jalisco y el Mar de Cortés.
Durante esta semana que concluyó pudimos observar como en la Ciudad de México y en otras regiones como en Michoacán se sintieron movimientos de las placas tectónicas sorprendiendo a propios y extraños, incluso sintiéndose sismos en zonas que tiene poco movimiento con en el estado de Durango, lo que ha implicado una amplia reflexión sobre si estamos preparados no solo para reaccionar a tiempo sino también, por parte de las
autoridades para atender a quienes más lo necesiten.
En este momento, es tiempo de ayudar a todas aquellas regiones que se vieron afectadas durante la semana pasada, pero también es un buen momento para reevaluar sobre si en las instituciones hemos aprendido del pasado para poder reactivar recursos que en el pasado han sido para atender los desastres naturales y las contingencias. Al tiempo.