Por: Guillermo Calderón.
Solo es una reflexión que pretende impulsar el mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
No es para tanto. Los enlodados momentos de nuestros políticos, son de ellos, no pertenecen a la sociedad. Los desencuentros, mañas, abusos y pactos de impunidad deben molestarles mucho; sin embargo, no es para que nos afecte a nosotros. No estamos molestos porque hagan con sus conductas, su propio fangal de traiciones y chantajes.
Nada de eso nos puede alterar tanto, a pesar de que se multipliquen los “alitos” o puedan revivir patéticos personajes del pasado, que cierran restaurantes porque, a sus esposas, les niegan su mesa favorita y no son recibidas con zalemas y sonrisas.
Para el momento que experimentamos en México, existen claras muestras de que la gran mayoría de los mexicanos gozamos de una fortaleza mental sana y adecuada, para enfrentar este tipo de cosas.
Antes que caer en cólera y sin abjurar de la política, la mayor parte de la sociedad sabe exactamente, como cambiar esa realidad y donde cobrar los saldos pendientes de los partidos políticos y de quienes los representan. Es en las urnas.
Ahora, sin la necesidad del exabrupto, respondemos de forma distinta. Como sociedad ponderamos mejor nuestras preferencias políticas, esperamos el momento adecuado, y votamos en consecuencia. La mayoría de las personas con la capacidad sufragar, descubrió que, dentro de la responsabilidad electoral, se ocultaba una fuerza transformadora capaz de echar afuera lo que no sirve.
Quizás tengamos razón al negarles la confianza a las estructuras de los diferentes partidos políticos; pues, ya ni siquiera ponemos atención a sus clichés discursivos. Muy a pesar de ello, siempre será necesario intentar a creer en la política y en su cualidad edificadora.
Lo que no debe de cambiar es nuestro estado de ánimo, por uno que nos altere; debemos seguir buscando con más ahínco -dentro de la oferta política- a la persona con mejor integridad moral, dispuesta a afrontar a la política de manera, convincente y eficaz. Seguramente que la hay y en demasía, pero no se voltea a ellas, porque en su mayoría, son quienes engrosan los segundos niveles y las filas reservistas.
Sin el apoyo de la sociedad civil, difícilmente, los nuevos políticos crecerán por su propia cuenta, ni siquiera lograrán salir de las filas reservistas donde están atrapados, en medio de un ambiente claustrofóbico de sus partidos o de líderes caciquiles que no los dejarán acceder a sus espacios de control y poder, a menos que cuenten con el apellido adecuado.
Nuestro estado de ánimo colectivo es el lugar perfecto para empezar esa búsqueda de cero. Lo es, porque allí, nacen nuestras mayores dudas y crece el factor de reflexión que requerimos para visualizar las razones de una decisión correcta en lo político.
Ese debe ser el molde de un espíritu crítico y el motor que impulse y exija, un reformado uso de la política, útil para el bien común. También debe ser el medio que abra puertas y ventanas de par en par, a quienes aseguren traer aire fresco, decencia y honorabilidad política.
En suma, bajo un estado de ánimo libre de la contaminación ideológica y de exaltaciones innecesarias, seremos capaces de devolver a la política, ese poder edificador y transformador que originalmente tuvo y traer consigo a la persona que pueda hacerlo posible.
Sin exabruptos, ni cóleras y abandonando esa posición de observadores sociales, con razonables decisiones y sin caer en la indulgencia -en las urnas de votación- es posible cambiar una realidad vergonzosa, renovar a esa clase política que ha sido etiquetada de alto riesgo y reconciliarnos con su actividad primordial.
En lugar de poner una cara roja y una mirada de pupilas dilatadas con el rostro a punto de la contención -para no gritar algunas que otras cosas, muy merecidas a nuestros actuales políticos- hagamos que nuestro estado de ánimo nos lleve a ese punto de la reflexión al que se llega, cuando se necesita saber la verdad completa, respecto a los personajes que se presentan para ser votados.
Quién pase el filtro de nuestro estado de ánimo en las próximas elecciones del Estado de México, y consiga nuestro voto, lo primero que tendrá como tarea, es aprender a gestionar nuestra desconfianza.
Ahora, mis preguntas finales: sobre nuestro estado de ánimo, ¿Qué tanto nos puede enojar, que nos crean tontos? ¿Qué tal esas decisiones que se visualizan desde ahora, en el edomex, personalistas y autoritarias? Repito, una pregunta anterior ¿Cómo va ese el doblez en el Estado de México?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega