El nuevo rey Carlos III encabezó la procesión que trasladó los restos mortales de Isabel II del Palacio de Holyroodhouse a la catedral de Saint Giles, donde se realizó un oficio religioso.
Ni William, el nuevo Príncipe de Gales, ni Harry, el Duque de Essex, participaron del traslado del féretro. En cambio, estuvo acompañado por sus hermanos.
Ana, de 72 años, y Eduardo, de 58 años, vestían también uniforme militar, como Carlos. Pero no así Andrés, de 62 años, considerado el “hijo predilecto” de Isabel II pero al que la propia monarca despojó hace meses de sus honores militares a raíz de acusaciones de agresión sexual a una menor en Estados Unidos, que se cerraron con un acuerdo extrajudicial. Durante la procesión, un joven fue arrestado por realizar gritos contra el polémico príncipe.
El féretro de la reina, cubierto con el estandarte real de Escocia y una corona de flores, avanzó flanqueado por guardias del regimiento de Escocia hasta la catedral, donde se le colocó encima la Corona de Escocia.
A ambos lados de la avenida Royal Mile, por donde transitó el cortejo, asistieron miles de personas, que desde muy temprano ocuparon sus lugares detrás de las barreras levantadas por la policía.
Más temprano, junto a la reina consorte Camila, el rey recibió las condolencias de los presidentes de la Cámara de los Comunes y de la Cámara de los Lores, en Londres.
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El monarca tiene agendado reunirse con la primera ministra escocesa, la independentista Nicola Sturgeon, y recabará las condolencias del parlamento regional, antes de acudir a un velatorio de la familia real durante la noche.
Tras una ceremonia religiosa en la catedral de Saint Giles, en cuyo tejado se habían apostado francotiradores de la policía, se abrirá allí hacia finales de la tarde la primera capilla ardiente que durante 24 horas permitirá a los escoceses despedirse de su monarca.
“Es un gran acontecimiento, su majestad hizo cosas muy buenas en su larga vida. Será bueno saber dentro de unos años que participamos en esta parte de la Historia, siempre contaremos a nuestros hijos que asistimos”, dijo a la AFP M.J. Alrubaiee, doctorando en ingeniería de 31 años, que acudió con su mujer y su hija de dos años.
Al tiempo que empieza el último y largo adiós a la difunta monarca, el país continúa con el protocolo de instalación del nuevo rey.
Siguiendo la tradición, el rey y sus hermanos deben participar en una vigilia por la difunta reina, que permanecerá en la catedral de Edimburgo hasta la tarde del martes. El martes, Carlos y la reina consorte abandonarán Edimburgo rumbo a Belfast para reunirse con los responsables políticos norirlandeses y recibir el pésame del presidente de la Asamblea de Irlanda del Norte.
El ataúd de la reina saldrá en la tarde de la catedral rumbo al aeropuerto para su traslado a Londres, junto a su hija, la princesa Ana. Durante la noche, reposará en el salón Bow Room del Palacio de Buckingham. Carlos III y los miembros de la familia real acogerán el féretro a su llegada.
El ataúd de Isabel II, frente al que desfilarán cientos de miles de personas hasta sus exequias, está hecho de roble inglés y forrado de plomo y fue fabricado hace más de 30 años, explicaron a medios.
El público no podrá ver el rostro de la reina, cuyo féretro yacerá cerrado y cubierto con el estandarte y las insignias reales.
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