El entusiasmo por llevar a cabo misiones propias en la Luna ya es latente en la astronomía mexicana desde el pasado mes de diciembre cuando se anunció el lanzamiento del proyecto lunar COLMENA, primera misión mexicana de exploración lunar y ahora la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ya se encuentra trabajando en proyectos de investigación para la segunda parte de esta misión.
Desde finales del año pasado México y Estados Unidos firmaron el acuerdo para incluir al país en el programa Artemisa. Un programa espacial (cuyo nombre retoma a la diosa griega lunar) está dirigido para devolver a los humanos a la Luna.
Sin embargo, las misiones de México no envían astronautas propiamente, aunque sí una alternativa nunca antes vista y de similar interés, cuyo objetivo es buscar material de estudio sobre nuestro único satélite.
Colmenas mexicanas
El gobierno mexicano ha puesto a disposición del proyecto Artemisa su programa conformado por las misiones COLMENA y COLMENA 2.
Las misiones están conformadas por 5 robots de menos de 60 gramos y 12 centímetros de diámetro cada uno, cuya inteligencia artificial estará basada en la naturaleza, pues los robots trabajarán de forma colaborativa, como abejas de una colmena, referencia de dónde proviene el nombre de ambas misiones.
La flota de pequeños robots se encargará de analizar el terreno lunar, con el fin de obtener datos de interés científico y un mapa de navegación de la Luna.
La parte más importante de la misión será en esta segunda fase, que estaba programada para salir rumbo a la Luna el pasado mes de junio. Sin embargo, ha sufrido retrasos, por los que se espera que salga en próximas semanas.
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Los objetivos
El doctor Gustavo Medina Tanco, Responsable del Laboratorio de Instrumentación espacial LINX de la Universidad Autónoma de México (UNAM), refirió que estas misiones son algo que nunca se ha hecho antes en la Luna y que podrían arrojar resultados muy interesantes.
Se pretende que puedan detectar minerales concretos y analizar la hostilidad del terreno de cara a una futura colonización. También buscarán medir los campos eléctricos sobre la capa de polvo y roca que cubre la Luna, denominada regolito.
Así mismo, los robots tomarán datos para elaborar un mapa de navegación, el cual sería útil en el futuro para los astronautas que conformen el programa general Artemisa.
El viaje
El viaje será de la siguiente manera: los robots irán a la Luna dentro de un contenedor que se activará como catapulta para lanzarlos luego del alunizaje.
El contenedor servirá como centro de comunicaciones con la UNAM. En total, México estará enviando un peso de menos de 608 gramos (el equivalente a unos tres teléfonos celulares) que es lo que suman tanto el contenedor como los robots.
Ya en terrenos lunares los robots tendrán su electrónica a menos de dos centímetros de la superficie y comenzarán a estudiar el regolito.
Cada uno de los robots tiene sus propios sensores y sistemas de emisión en diferentes frecuencias para trabajar en equipo y aprovechar la inteligencia artificial con objetivos variados.
Sin duda, la apuesta de México a su introducción lunar es grande y busca aprovecharla lo más posible, a través de la inteligencia artificial.
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