El paleontólogo argentino Juan Ignacio Canale es uno de los científicos que descubrió en la Patagonia una nueva especie de dinosaurio carnívoro con brazos desproporcionadamente cortos.
Los investigadores lo llamaron Meraxes gigas, una referencia a un dragón ficticio de la serie Game of Thrones (“Juego de tronos”).
“Hallamos a M. gigas el primer día de búsqueda”, afirmó Canale, experto del Museo Paleontológico Ernesto Bachmann de la provincia de Neuquén, en Argentina. El científico es autor principal del nuevo estudio sobre el hallazgo publicado en la revista Current Biology.
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El descubrimiento permite buscar una respuesta a un enigma evolutivo: ¿por qué M. gigas y otras especies de dinosaurios como el célebre Tyrannosaurus rex tenían brazos tan diminutos para su tamaño?
El hallazgo
“El Meraxes lo encontramos en 2012 en el sur de la provincia de Neuquén, en una localidad fosilífera que se llama Cañadón de las Campanas, unos 10 km al sur de Villa El Chocón”, explicó Canale.
“En ese campo ya habíamos encontrado fósiles previamente e hicimos una campaña con colegas de la fundación Félix de Azara de Buenos Aires y del Museo Field de Chicago”.
“El primer día de exploración nos dividimos en varios grupos, yo estaba con mi colega y amigo Pablo Gallina, y en una zona donde estábamos caminando apareció un pedazo de hueso. Yo encontré una vértebra de tamaño muy grande, partida por la mitad y me di cuenta que era un dinosaurio carnívoro. Fue la primera alegría“.
Los científicos encontraron gran parte del esqueleto. “Un cráneo muy completo y lo que es muy interesante para este grupo de dinosaurios carnívoros, brazos y patas también muy completas con las cinturas, la cintura pectoral, escápula y la cintura pélvica, todo muy completo y muy bien preservado. También encontramos varias vértebras”.
La superficie del hueso estaba prácticamente intacta, agregó el investigador, lo que es clave para encontrar caracteres anatómicos importantes.
Cómo era M. gigas
Meraxes gigas vivió en el comienzo del Cretácico superior hace unos 93 millones de años aproximadamente, explicó Canale.
Medía unos 11 metros de longitud desde la punta del hocico hasta la punta de la cola, habría pesado más de 4 toneladas y tenía brazos muy cortitos, de unos 60 cm de largo.
El cráneo tenía “huesos muy ornamentados, con protuberancias, con surcos, todo eso se veía externamente cuando el animal estaba vivo, cuando estaba cubierto de piel”.
Esos rasgos se utilizaban probablemente para atraer a posibles parejas.
La especie pertenecía a un grupo llamado carcarodontosáuridos o “lagartos con dientes de tiburón”.
Convergencia evolutiva
Canale aclara que T. rex no evolucionó sus brazos cortos a partir de M. gigas ni viceversa. M. gigas se extinguió casi 20 millones de años antes de que T. rex se convirtiera en una especie, por lo que ambos están muy distantes en el árbol evolutivo.
Se trata en cambio de un fenómeno que los científicos llaman convergencia evolutiva, cuando un rasgo es compartido por dos o más organismos que no tienen un antepasado común.
“Son formas de tamaños muy, muy grandes, de varias toneladas de peso con cabezas proporcionalmente muy grandes y brazos muy, muy cortitos”.
“Ese proceso se dio independientemente en distintos grupos de dinosaurios carnívoros. Apareció de manera independiente en los carcarodontosáuridos, los tiranosáuridos y los abelisáuridos”.
Qué función cumplían los brazos cortos
“Estoy convencido de que esos brazos proporcionalmente diminutos tenían algún tipo de función”, afirmó Canale.
“El esqueleto muestra grandes inserciones musculares y fajas pectorales completamente desarrolladas, por lo que el brazo tenía músculos fuertes.
“Suponemos que es una especie de subproducto de la evolución hacia tamaños de cráneos muy, muy grandes. En estas formas predadoras tan grandes, con cráneos de gran tamaño, probablemente todas las actividades que tienen que ver con la depredación las harían con la cabeza y los brazos habrían quedado en segundo plano utilizados para otro tipo de funciones.
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“En Tyrannosaurus o Meraxes, probablemente todo lo que tiene que ver con tomar una presa, sostenerla, lo habrían hecho directamente con la cabeza”.
Peter Makovicky, investigador del Museo Field de Historia Natural en Chicago y otro de los autores del estudio, señaló que los brazos del dinosaurio tenían “literalmente la mitad de la longitud del cráneo, por lo que el animal no habría podido alcanzar con ellos su boca”.
Los científicos creen que los brazos se utilizaban en otro tipo de actividades.
“Es posible que utilizaran los brazos para comportamientos reproductivos, como sostener a la hembra durante el apareamiento o apoyarse para volver a levantarse después de un descanso o una caída”, afirmó Canale.