La continua escasez de semiconductores que aqueja a los fabricantes de todo tipo de productos, desde automóviles hasta teléfonos inteligentes, está empezando a remitir: el aumento de la producción, la vacilante demanda y el llamado efecto látigo podrían convertir pronto la brecha de chips en un exceso de oferta.
Volkswagen, el mayor fabricante de automóviles de Europa, dijo el martes que la escasez estaba disminuyendo y que, en consecuencia, aumentaría la producción de vehículos eléctricos en la segunda mitad del año. Los precios de las tarjetas gráficas utilizadas en la minería de criptomonedas y en los ordenadores para juegos se venden en su mayoría a precio de lista (el recomendado por el fabricante), después de haber tenido grandes primas durante la pandemia, según 3DCenter. Samsung Electronics, el mayor fabricante de chips del mundo por ingresos, pidió a principios de junio a sus proveedores que redujeran los envíos debido a la acumulación de inventarios, según medios.
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La industria ha empezado a inundar el mercado. Los fabricantes de chips tienen previsto invertir 185.000 millones de dólares en todo el mundo este año para aumentar la demanda, según estimaciones de Gartner Research. Eso es más del 20% más que el año pasado, y un gran salto desde los 110.000 millones invertidos en 2020.
La demanda también se ha visto afectada. Los confinamientos de China redujeron el interés por comprar nuevos teléfonos inteligentes, y la debilidad de ese enorme mercado ayudará a que el mundo alcance antes el equilibrio de los chips, señaló el director financiero de Qualcomm, Akash Palkhiwala, en junio, en una conferencia de Bank of America. Una recesión mundial golpearía aún más la demanda.
Algo llamado efecto látigo podría acelerar este cambio. Los pequeños cambios en la demanda pueden provocar grandes cambios en los niveles superiores de la cadena de suministro. Los fabricantes de automóviles, por ejemplo, no quieren defraudar a los clientes con un lote vacío, así que pedirán más chips a empresas como Infineon Technologies. Y esa empresa pedirá más a sus proveedores por la misma razón. Y lo que es peor, las empresas pueden duplicar sus pedidos solo para asegurarse de recibir algún suministro si las piezas se racionan. Este año, se esperaba que los fabricantes de automóviles y los grandes proveedores pidieran chips para fabricar unos 120 millones de coches nuevos, más del 40% de las ventas previstas, señaló McKinsey.
Si los fabricantes se dan cuenta de que tienen demasiado suministro, y cancelan los pedidos, el efecto se invierte y se amplifica hacia arriba en la cadena con la misma rapidez con la que se detuvo todo. La escasez de semiconductores podría convertirse pronto en un exceso de oferta.
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