¿Cómo estudiar la historia mundial sin tener en cuenta a Cristóbal Colón? ¿Cómo analizar la psicología sin mencionar a Sigmund Freud? ¿Cómo separar a Michael Jordán del basquet? Cada categoría tiene su rey. El as de espadas. Ese nombre propio que no necesita de adjetivos que lo acompañen. Que despliega grandeza. Y si de fútbol moderno hablamos, la pelota tiene un solo dueño: Lionel Andrés Messi Cuccittini.
Así como América no fue la misma antes que después de la llegada de Colón en los grandes libros de historia, cuando el deporte más pasional del mundo elija la portada de su historia Messi estará en primer plano. Sí, lo acompañarán Maradona, Pelé y otros pocos tocados por la varita mágica, aunque los números no entienden de corazonadas y allí La Pulga es abrumador. Su llegada cambió el fútbol mundial para siempre.
Un 24 de junio de 1987, hace exactamente 35 años, en Rosario nació un niño con algunos problemas de crecimiento pero alma de gigante. Hijo de Jorge y Celia, Lionel siempre corrió detrás de la pelota. Gurrumín. Zurdo y talentoso. Escurridizo. Inteligente. Muy inteligente. Y sobre todo luchador. Tal es así que en septiembre del 2000, después de que varios clubes argentinos le negaran pagarle su tratamiento y maravillar a Carles Rexach (DT español), se marchó a Barcelona con una mochila desbordada de objetivos. Y vaya si los cumplió que cambió el deporte para siempre.
Desde las Inferiores de La Masia hasta el estrellato máximo. En un yate o en bicicleta. Comiendo el salmón más caro de la carta o unos simples fideos de oferta. Siempre la cabeza de Lionel Messi estuvo centrada en un mismo objetivo: ser el mejor dentro de la cancha. Así, el argentino rompió todas las barreras: siete veces ganador del Balón de oro, máximo goleador argentino de todos los tiempos, más goles en un mismo club, más botas de oro y numerar todos sus logros sería sólo perder el tiempo.
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Cuando Lionel vio la luz por primera vez y largó su primer llanto el fútbol era un deporte en el que brasileños, alemanes, franceses y alemanes podían levantar la mano e inflar el pecho a la hora de tratar el tema récords. Aunque claro, 35 años le bastaron al extraterrestre para quedarse con todo. Y suena extremista. Quizá parezca una argentineada. Un gesto de fanático. Pero los números no dejan mentir.
Desde que Lionel Messi llegó a la Primera División no paró de festejar. El rosarino ganó 40 títulos (y va por el más preciado en Qatar), fue parte del mejor Barcelona de todos los tiempos y el mundo se arrodilló a sus pies en cada cancha que pisó una pelota. Con apenas 22 años Diego Armando Maradona le dio la capitanía de la Selección Argentina, donde sólo le queda el Mundial como cuenta pendiente, y ya es máximo goleador histórico y futbolista con más presencias.
Ahora, Messi festeja con Antonella y sus hijos su cumpleaños número 35. Los futboleros de todo el planeta lo celebran con él y desde varias partes del mundo soplan las velas pidiendo el mismo deseo. El que ilusiona a Scaloni. El que sueña Chiqui Tapia. El objetivo número uno de Lionel. Y no se olviden que cuando el extraterrestre se propone un desafío…
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