Oleksandra Koval, directora del Instituto Ucranio del Libro, en entrevista con la agencia de noticias Interfax anunció que, debido a que los libros “son un arma, tanto para atacar como para defender”, más de 100 millones de ejemplares rusos, incluyendo algunos clásicos de la literatura mundial, serán retirados de las bibliotecas públicas de Ucrania.
Parece que nada ni nadie se escapa de una guerra, ni siquiera los libros y las bibliotecas, ya que Ucrania antes de la invasión rusa contaba con una extensa red de 35.000 bibliotecas públicas, los reinos de los libros se han convertido en un cobijo donde se puede dormir y comer, pero también en un espacio donde se recibe ayuda psicológica o incluso se hace terapia escuchando cuentos. Aun así, ya no son espacios neutrales.
La funcionaria explicó la importancia de eliminar, principalmente, y antes de que finalice el año, lo que se considera “literatura de propaganda” (con contenido antiucranio), pero también aquellos ejemplares “clásicos” de la literatura mundial, porque su contenido es “ideológicamente dañino” y de tiempos soviéticos.
Autores clásicos y aclamados por años como: Pushkin, Dostoyevski y Tolstói son algunos de los autores cuyas obras serían confiscadas por las autoridades ucranias en las bibliotecas de dicho país.
El proceso se llevará a cabo en varias fases. En la primera se hará la incautación de libros con contenido antiucranio “con narrativas imperiales y propaganda de violencia, políticas chovinistas prorrusas”, mientras la segunda, incluirá textos de autores rusos contemporáneos publicados en Rusia después de 1991, y de diferentes géneros, “incluso libros infantiles, novelas románticas e historias de detectives”, Según anunció la titular del Instituto del Libro de Ucrania, instancia que depende del Ministerio de Cultura de ese país.
En cuanto a la literatura clásica, Koval refirió que hay muchos opositores que consideran a Pushkin, Dostoyevski o Tolstói, cuyo libro más conocido es la novela antibélica Guerra y paz, “autores sagrados que no se pueden tocar”; sin embargo, no hay argumentos de por qué esto no se puede hacer.
“¿Cómo es posible que en las bibliotecas haya libros con narrativas imperiales y propaganda de violencia, además de políticas chovinistas prorrusas? Les puedo asegurar que no fueron comprados a expensas del presupuesto estatal y, si se compraron con presupuestos locales, se debe investigar”, enfatizó Oleksandra Koval.
“En mi opinión –añadió–, la mayor parte de estos contenidos pueden afectar los puntos de vista de las personas, aunado a que aparecieron en las bibliotecas públicas a partir de obsequios que llegaron sin control desde Rusia, y los bibliotecarios estaban contentos con los nuevos libros, pero nadie pensó en su contenido.”
Sobre la literatura científica, la funcionaria apuntó que no es un tema simple, por lo que “se discutirá en mesas redondas de expertos. Si hay literatura puramente médica sin matices ideológicos, entonces no veo ninguna razón para eliminarla en primer lugar hasta que los autores ucranios o extranjeros creen algún tipo de remplazo”.
Refirió que el proceso de elaboración de la normativa (para el retiro de obras con propaganda rusa) está en marcha, y aseguró que ahora “puede haber más de 100 millones de copias” de los fondos de la biblioteca pública que se deben decomisar, lo que reduciría los catálogos de esos inmuebles a la mitad.
De acuerdo con lo publicado, el Ministerio de Cultura de Ucrania trabaja en el decomiso de las obras clasificadas como propaganda prorrusa de las bibliotecas, que serán catalogadas como papel de desecho.
Mecanismo tardío
–¿Por qué esta acción no se llevó a cabo antes, sino sólo cuando estalló una guerra a gran escala?
–No me gustaría buscar ahora a los culpables. Es obvio que desde el comienzo mismo de la independencia fue necesario prestar atención en el aspecto ideológico de la literatura. Sin embargo, no se hizo porque alguien estaba interesado en mantener a Ucrania en la esfera de la ideología rusa, así como de su política de información –respondió Oleksandra Koval.
“Es posible que si Ucrania hubiera comenzado antes a oponerse a estas narrativas imperiales esta guerra no hubiera ocurrido. Puede parecer ingenuo que alguien piense así. Tal vez otros crean que es una guerra por el territorio.
“En mi opinión, la guerra que inició Rusia no comenzó el 24 de febrero, sino mucho antes, cuando en 2007 Putin declaró una responsabilidad especial por todos los territorios y el deseo de regresar a la Unión Soviética; quizás esto se remonta a los siglos XVIII al XIX. Pero ahora tenemos que centrarnos en el presente y a empezar a eliminar activamente esta literatura de propaganda.
“En la actualidad, existen ciertos obstáculos burocráticos que impiden que esto suceda, y se deben cumplir todos los requisitos de procedimiento. Para tal efecto, se conformó un grupo de trabajo en el que participaron funcionarios del ministerio, del instituto del libro, de bibliotecas nacionales y de bibliotecas públicas”, finalizó.
De acuerdo a la página oficial, el Instituto del Libro de Ucrania, difundió que su misión es dar forma a la política estatal en el área de la publicación de libros y, al mismo tiempo, promover la lectura en ese país, además de apoyar la industria editorial, proporcionar incentivos para las traducciones y popularizar la obra ucrania en el extranjero.
“El interés en la literatura ucrania es ahora extremadamente alto, por lo que es necesario ayudar a los editores y bibliotecarios dispuestos a tomar la decisión correcta para no decepcionar a los lectores. Una vez que se descubra la maravillosa literatura ucrania, los lectores extranjeros seguirán siendo fanáticos de ella para siempre”, comparte el instituto.