Tras la euforia de las criptomonedas y los NFT (Non Fungible Tokens), el tema en boca de todos ahora es el metaverso. Lo es desde que el pasado octubre Mark Zuckerberg anunciara el nuevo rumbo de Facebook –renombrado como Meta–, dando forma a un nuevo mundo virtual inmersivo al que podremos conectarnos utilizando dispositivos como gafas de realidad virtual o controles remotos de mano con los que podemos tocar, oler, e incluso sentir texturas, y donde los usuarios nos relacionaremos a través de un avatar personalizado. Un “yo virtual” que, por cierto, ya es posible obtener a través de nuestro perfil de Instagram.
Aunque el metaverso es un concepto para muchos todavía novedoso, lo cierto es que apareció por primera vez mencionado sobre el papel en 1992 en la novela de ciencia ficción Snow Crash, de Neal Stephenson. Hoy, 30 años después, en este nuevo entorno “phygital” que converge entre lo físico y lo digital, ya podemos acudir a conciertos virtuales, viajar, trabajar, estudiar o pedir becas –como la anunciada por la escuela de moda Instituto Marangoni Miami con la plataforma surcoreana Zepeto–, jugar e interactuar con otros usuarios, construir nuestra propia casa, comprar diamantes, casarnos e incluso realizar cotidianidades del día a día como maquillarse, vestirse o ir de compras.
La industria de la moda podría duplicar sus inversiones en tecnología del metaverso hasta el 3,5% de sus ingresos en 2030
En este contexto, el metaverso se plantea como una auténtica revolución en todos los ámbitos, permitiendo explorar el rediseño de todo tipo de experiencias y formas de interacción. Este escenario abre la puerta a nuevas vías de oportunidades de negocio y nuevos estilos de vida, en un mundo virtual que ya se manifiesta no sólo en la industria de los videojuegos (primer sector en el que impactó), sino también en la arquitectura, el interiorismo, la educación, el arte y ahora, sobre todo, en la moda.
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La idea de comprar prendas digitales que sólo pueden usarse en un mundo virtual aún desconcierta a muchos. Sin embargo, el potencial del metaverso para añadir valor a la industria de la moda y el diseño ya es una realidad. De ahí que marcas de moda de referencia no hayan tardado en abrir sus propias tiendas virtuales, anunciar el lanzamiento de colecciones en NFT u organizar eventos.
Sin ir más lejos, el pasado marzo tuvo lugar la primera “Metaverse Fashion Week” (MVFW), Semana de la Moda del Metaverso, de la mano de la plataforma de realidad virtual descentralizada Decentraland. Casi 70 firmas participaron y miles de asistentes virtuales pudieron no sólo ver los desfiles, sino también comprar las prendas para sus avatares y acudir a las fiestas posteriores, salas de exhibición y charlas. ¿El resultado? Éxito absoluto. Tanto, que ya se está preparando su segunda edición para septiembre de este mismo año.
Pero eso no es todo. El reciente informe State of Fashion, realizado por la consultora McKinsey y The Business of Fashion, revela que los principales players de la industria de la moda podrían duplicar sus inversiones en tecnología del metaverso, pasando de alrededor del 1,6 al 1,8% de sus ingresos en 2021 a entre 3,0 y 3,5% en 2030 con el objetivo de optimizar la experiencia del cliente y hacer frente a los problemas que supone el cambio climático.
Esto implicaría ofrecer experiencias cada vez más personalizas gracias a la inteligencia artificial, tiendas físicas más conectadas e integradas a nuevos mundos digitales e incluso nuevas soluciones a favor de la sostenibilidad (por ejemplo, sistemas de trazabilidad y big data para controlar del ciclo de vida de los productos). Soluciones que, según este informe, servirán para poder dar respuesta a unos consumidores cada vez más sensibles con estas cuestiones.
Todo empezó con Zara. Lime Glam es ya la segunda colección de la cadena en el metaverso y su primera colección cápsula en la aplicación ZEPETO.
Le siguió Pull&Bear con una colección de prendas, un juego de surf y un showroom con probadores virtuales. La experiencia digital de Pull&Bear se desarrolla en un mundo virtual que puede explorarse en 360 grados, para tener una experiencia más inmersiva, y en el que el usuario cuenta con la opción de crear un avatar personalizado, a partir de una selfie, y que lucirá prendas de la última colección de la marca: piezas coloridas y cómodas de inspiración surfera. El avatar podrá utilizarse en centenares de apps y en mundos virtuales.
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