Daniel Valdez García
Leí el libro “Minorías creativas: fermento del cristianismo” de Luis Granados Sanguinetti e Ignacio de Ribera, y me parece muy interesante y retadora esa posibilidad ser fuente de fecundidad para transformar el mundo a través de procesos de evangelización.
Estoy plenamente convencido que de 1960 a la fecha hemos vivido el entusiasmo por la evangelización a través de retiros, misiones populares, organismos, iniciativas posturales sectorizadas por niños, jóvenes, adolescentes, adultos, matrimonios o por estados de vida como es el caso de los solteros, casados, divorciados y viudos. Pero cuando veo que la constante es que cuando se pide a los integrantes FORMACION PERMANENTE se resisten porque se casan con métodos dejándola de lado.
No dudo que todo eso y lo que vaya suscitando el Espíritu Santo serán eficaces instrumentos que contribuyan a la tarea de la Iglesia; puesto que la modernidad fragmentó a la persona y la posmodernidad la diluyó. Como aseguró Leonardo Polo (2021): “asistimos a la atrofia de la inteligencia, de la voluntad y de la afectividad” Tenemos toda una tarea para formar, educar y acompañar al ser humano cristianamente en estas dimensiones y llegar a tener auténticos Discípulos Misioneros Peregrinos de Esperanza con fe firme, criterio evangélico, fortaleza, madurez, sentido de vida claro, profundo y articulado en una escala de valores humanos y virtudes cristianas que pone por delante la plenitud sobre el éxito, el ser sobre el tener, el iluminar sobre brillar. Seguramente que al leer este párrafo me dirán: “eso es casi imposible”, les aseguro que si se puede si se quiere, estas tareas se logran con perseverancia, como la constante gota de agua que horada la roca. Las masas son bonitas, pero la formación y acompañamiento de pequeñas minorías fue el ejemplo que nos dejo Jesucristo.
“Las minorías creativas” son pequeñas comunidades que se fundan y dinamizan a través de los valores que postulan y las virtudes que viven. Las minorías creativas son núcleos de amistad, de trabajo, de apostolado que no se diluyen por el entorno, sino que son capaces de iluminar y proponer al mundo una nueva manera de vivir. En la Biblia, esas minorías creativas serían el resto fiel del Antiguo Testamento, la Iglesia primitiva del Nuevo Testamento, y el clamor pastoral del Concilio Vaticano II que pide volver a las fuentes como aseguró el Papa San Pablo VI (1965).
Presento ahora lo que han llamado profecía de Benedicto XVI, el dijo: “Cuando Dios haya desaparecido totalmente para los seres humanos”, siendo el joven teólogo Joseph Ratzinger en 1968, en una conferencia radiofónica que llevaba por título ¿Bajo qué aspecto se presentará la Iglesia en el año 2000?, continuo citándolo: “La Iglesia se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros”. Hay quienes han querido interpretar en esas palabras lo referente a las “minorías creativas”.
Todo lo anterior me parece oportuno, siempre y cuando se vaya a fondo en las siguientes características: “Las minorías creativas son núcleos de amistad, de trabajo, de apostolado que no se diluyen por el entorno, sino que son capaces de iluminar y proponer al mundo una nueva manera de vivir”, pues lo fundamental es estar movidos por el amor de Dios que nos confía una gran resposabilidad, que nos asiste en el compromiso y que nos hace caminar hacia la madurez de la fe.