AMAR AMAR
Repetir un verbo no implica intensidad, sino habilidad y/o capacidad que implica la voluntad. De igual forma se puede decir: querer querer.
Amar amar, siempre será una decisión.
Cuentan que un hombre acudió a un monje para pedirle consejo porque tenía muchos problemas con su esposa y quería divorciarse. El monje le respondió: “Ámela”. El amor tiene como manifestaciones poemas, canciones, ramos de flores, chocolates y otros hermosos detalles, pero eso no es el amor. Ordinariamente, los que creemos en Jesucristo, no buscamos que nos amen, sino que nosotros amamos sin esperar a que los demás nos amen. En el caso de las parejas, cuando alguien busca quién le ame eso es una postura egoísta; el esposo debe amar a su esposa y luchar para hacerla feliz, lo mismo ella a él. El principio es la reciprocidad, de una manera muy clara ahí se ve esta expresión de amar amar. El amor es una decisión.
Muchas cosas en la vida requieren de amar a amar, por ejemplo un deportista, un talento músico, alguien que sea un aspirante a la gimnasia, la natación, y a muchas otras expresiones que tiene la capacidad humana; muchas veces ellos le llaman pasión por lo que se hace, también por lo que se busca y por supuesto por los logros que se obtienen. Eso es amar amar, porque implica la voluntad, la dedicación, el esfuerzo y conducir a la inteligencia de tal manera que se alcancen las metas esperadas.
Hace años, cuando se dio la guerra en la Europa del Este, madre Teresa de Calcuta acudió para ayudar; un día le trajeron un soldado muy mal herido. El médico dijo que ya no había nada que hacer, madre Teresa preguntó si algo se podría hacer, y el médico de mal modo respondió curar herida por herida.
Al día siguiente, a la hora de la visita médica, encontraron a madre Teresa curando la última herida que se encontraba en el pie izquierdo del soldado caído. El médico dijo: “yo eso no lo haría ni por todo el oro del mundo” y; madre Teresa respondió: “yo tampoco”. Y seguido el médico agregó: “¿entonces por qué lo hizo?”; Y madre Teresa dijo: “lo hice por amor a Cristo”. El ejemplo más hermoso que tenemos de amar a amar, es precisamente de nuestro señor Jesucristo. Yo siento un gran respeto y admiración por quienes hacen diversos trabajos con abnegación y por amor a la humanidad, por filantropía, pero más aún me inspiran aquellos que como madre Teresa de Calcuta y tantos otros en la historia del Iglesia hacen el bien por amor a Cristo, porque cada persona es un semejante, es el prójimo, es dar vida a la parábola del buen samaritano. Con prudencia e inteligencia podemos continuar haciendo el bien de tal manera que nuestra voluntad nos lleve a amar amar.
Cuando san Ignacio de Loyola fue herido y estaba convaleciente, propio de su época, leía con placer novelas de caballería, pero alguien le acercó vidas de santos y así el crea los famosos ejercicios espirituales de los que de tantas formas se puede disfrutarse hoy en día, ese placer de leer lo llevo a amar a amar, y ese amar amar tiene una forma palpable a través de dichos ejercicios espirituales especialmente de 30 días. Yo los hice hace varios años, era una ilusión muy grande para mí, y le pido a Dios que me de la gracia de volver a repetir esa experiencia; nunca está demás darle fuerza a este amar a amar y no quedarse sólo en el placer de leer.