Quien pensaría que la abeja, este diminuto insecto Hymenoptero tuviera un papel tan importante y a la vez tan frágil en la evolución de muchos organismos, incluyendo el hombre. Diversos estudios indican que el 75% de la flora silvestre y que aproximadamente el 40% de las frutas y verduras de nuestro consumo procede de la polinización de las abejas.
Este insecto polinizador ha evolucionado durante millones de años. La abeja más antigua registrada se encontró en Myanmar, cubierta de ámbar y tenía 100 millones de años de antigüedad. Las abejas productoras de miel del género Apis, existen desde hace 20 millones de años –Mioceno-, mucho antes de la aparición del hombre.
La producción de alimentos depende en gran medida de la polinización -proceso natural que permite que se fecunden las flores y produzcan frutos y semillas-. Las abejas, son en gran parte responsables de este proceso vital para nuestra supervivencia y para la biodiversidad, sin embargo, sus poblaciones están disminuyendo a pasos acelerados, en los últimos años, los factores que amenazan a las abejas han aumentado, por ejemplo; los impactos del cambio climático, la pérdida de hábitats y su fragmentación -menor disponibilidad y diversidad de alimento para las abejas-, la presencia de especies invasoras de flora y fauna, enfermedades y parásitos, la presencia de monocultivos y de agricultura industrial, las cuales utilizan plaguicidas altamente tóxicos para estos polinizadores.
Diversos estudios muestran resultados contundentes sobre la caída de las poblaciones de las abejas a nivel mundial. Por ejemplo, en Europa, en un informe conocido como “El declive de las abejas” advierte que las poblaciones han disminuido un 25% en los últimos 30 años.
En Estados Unidos, en 1988 había un total de 5 millones de colmenas, y al final del 2015 quedaron sólo la mitad, se tiene el registro que murieron el 42.1% de las colonias, y las proyecciones para el 2017 son catastróficas. El Fish and Wildlife Service (Servicio de Pesca y Vida Silvestre) ha incluido por primera vez a este animal como especie en peligro, específicamente a siete especies, que contarán con una protección especial en virtud de la Ley de Especies en Peligro.
Así mismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mundialmente conocida como FAO (por sus siglas en inglés: Food and Agriculture Organization), ha señalado en el informe “UNEP Emerging Issues” que el declive de las abejas está ocurriendo en todo el mundo y que el resto de polinizadores están en la misma situación.
Ante tal situación, la Unión Europea ha restringido el uso de cuatro insecticidas -basados en evidencia científica- que confirman la toxicidad letal de estos productos para las abejas. Además, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha expresado sus preocupaciones respecto a otros dos plaguicidas neonicotinoides, y ha hecho notar su toxicidad en los seres humanos.
Una Real lucha por su supervivencia
Es fundamental que la sociedad y gobierno trabajemos de la mano, que todos los sectores entendamos la importancia que tienen las abejas y todos los polinizadores, y de las amenazas a las que nos enfrentamos.
Se deben establecer nuevas políticas de urgente aplicación al campo mexicano y a su biodiversidad, el primer paso deberá ser:
• Prohibir el uso de productos tóxicos para las abejas y demás plonizadores.
• Sustituir a los que actualmente están en uso, y establecer medidas más estrictas en la evaluación de los plaguicidas.
• Establecer modelos de agricultura ecológica -orgánica urbana y rural- como ruta para una producción sostenible.
• Considerar a ciertas especies de abejas prioritarias para la conservación, ya que tienen una importancia estratégica en el mantenimiento y equilibrio de los ecosistemas, sumado al alto grado de interés social, cultural, científico y económico.
• Establecer lineamientos o protocolos de acción para el rescate de las abejas y de sus hábitats.
• Trabajar en campañas de educación y concientización sobre lo que podemos hacer como sociedad para ayudar a las abejas y polinizadores.
Si los cambios no ocurrieran en el corto plazo, nos enfrentaríamos a una perdida irreversible de las poblaciones de abejas, afrontando un grave desequilibrio ecológico y un serio problema alimentario, derivado de la baja productividad, esto generaría un incremento en el precio de los alimentos. Especialistas señalan que algunos cultivos se podrían polinizar a mano, pero otros, seria técnicamente imposible, quién va a polinizar al girasol, al romero, al tomillo, el trébol, las judías, las zarzamoras, el almendro, los arándanos, los melones, etc., lista que es interminable, ya que su polinización dependen solo por insectos.
Este cambio se pueden iniciar apostando por modelos más responsables de agricultura y legislando en congruencia con las necesidades actuales y sostenibles; que las empresas y agricultores desarrollen líneas de producción y técnicas ecológicas, y que tú, como yo, aprendamos a respetar nuestro entorno, nuestros recursos naturales y demandemos productos ecológicos.
“Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían 4 años de vida”, frase atribuida al célebre Albert Einstein, la cual, podría parecer cataclísmica, sin embargo, recordemos la importancia de este organismo para la especie humana, y que la amenaza es real, ya que se considera que las abejas son especie en peligro.