Hace no mucho tiempo escuchaba a una madre de familia corrigiendo a su pequeño hijo aprendiente de lectura. Y el pequeño le dijo: “mamá tú no sabes, yo ni te veo leer libros”.
Un suave calor recorrió mi piel al recordar mis primeros años de educación básica. Me fascinaba al ver las letras que “mi seño” ponía con hermosos dibujos en la pizarra. Era emocionante escuchar a coro como pronunciábamos primero las vocales, luego las consonantes, luego lo que sabíamos que eran diptongos, y muchas otras cosas más; de tal manera que éramos felices cuando lográbamos identificar una palabra aún pequeña o leer en la calle los anuncios, también era de gran emoción pues conectábamos con un mundo real que superaba la imaginación de los juegos.
Es apasionante contagiar a niños y adultos el placer de leer. Veo a los niños disfrutar libros sobre dinosaurios y estrellas; las niñas prefieren libros de cuentos y e historias de la mitología. Los jóvenes se interesan por los deportes y cómics, las jóvenes sobre la vida de sus artistas favoritos y las modas. Y los jóvenes un poco mayores se sienten atraídos por titulares sobre misterios de la ciencia y la verdad oculta, que supuestamente es puesta a la luz.
Todos somos de alguna forma también analfabetas prácticos, es decir que como aquellos que no saben leer ni escribir, seríamos capaces de identificar en otros idiomas cuando se trata de productos globalmente conocidos, como es el caso de las hamburguesas y muchos otros productos. Los niños cuando no han aprendido la lecto escritura son analfabetas prácticos y hemos de agregar que ahora son digitales, puesto que han desarrollado habilidades tanto en los teléfonos como en las tabletas.
El placer de leer es algo que no se debe perder, cada vez que logramos pronunciar palabras y frases incluso en otros idiomas logramos una conexión cerebral maravillosa, de tal manera que los seres humanos no solamente podríamos estar estimulados o sobre estimulados en cuanto al conocimiento y las habilidades, sino verdaderamente activando ambos hemisferios cerebrales, tanto el creativo como en intelectivo, con la espléndida experiencia de la lectura, la cual siempre será una gran aventura.