Sacerdote Daniel Valdez García
«En Cristo todos hemos recibido gracia tras gracia» (Juan 1,16).
Santo Tomás de Aquino dice que entendemos la palabra “Gracia” en tres sentidos principales :
* Para significar la benevolencia que sentimos hacia una persona que nos resulta grata (ha hallado gracia ante nosotros).
* Para designar un don gratuito que concedemos a alguien («te concedo esta gracia»).
* En el sentido de gratitud o agradecimiento por el favor recibido (dar las gracias).
No se anteponen, porque el primer significado conduce al segundo, y éste al tercero.
La gracia divina es un don de Dios que nos da por su libre iniciativa, y que hemos de corresponder con entrañable gratitud. Y dicho Don sobrenatural nos lo da Dios para ganar la vida eterna.
El primer don que Dios nos da es la EXISTENCIA, sin este don no podemos recibir ningún otro, después de este recibimos toda clase de dones naturales y los necesarios sobrenaturales para ganar la vida eterna, y sobre todo el don de la gracia que rebasa y trasciende todo el orden natural.
Por otro lado, la gracia admite múltiples divisiones según el punto de vista en que nos coloquemos. He aquí las principales :
1) GRACIA INCREADA Y CREADA. La primera es la misma esencia divina o las personas divinas, que se nos dan y entregan por el misterio inefable de la inhabitación trinitaria en nuestras almas. La segunda es cualquier don sobrenatural concedido por Dios al ser humano en orden a la vida eterna.
2) GRACIA DE DIOS y DE CRISTO. La primera es la que procede directamente de Dios independientemente de Cristo, como la concedida a los ángeles, a Adán y a Eva antes del pecado original. La segunda es concedida en atención a los méritos de Cristo, como son todas las concedidas a los seres humanos después del pecado original.
3) GRACIA SANTIFICANTE Y GRACIA DADA. La primera es la que santifica al ser humano y le une con Dios, es la gracia, sin más que lo hace grato a Dios; reside en la esencia del alma. La segunda se concede al ser humano principalmente para utilidad de los demás por ejemplo, el don de milagros que no santifican a quienes los reciben.
4) GRACIA HABITUAL Y ACTUAL. La primera es la llamada gracia santificante, de la que ya hablé. La segunda es una moción sobrenatural de Dios pasajera y transeúnte, por ejemplo, una inspiración para realizar una buena acción. Estas gracias actuales pueden recibirlas incluso los que están en pecado mortal, como la gracia del arrepentimiento.
Finalmente, la Santísima Virgen María manifestó a Santa Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
* Pondré paz en sus familias.
* Serán iluminados en los Divinos Misterios.
* Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
* Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
* Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en todos los instantes de su vida.
* Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
* He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.
Si para todo auténtico Discípulo Misionero Peregrino de Esperanza todo tiempo es de gracia. Todo es gracia. ¡Cuánto mas lo es esta Semana Santa!
Con entrañable gratitud recibamos las gracias que Dios nos quiera dar en este tiempo con el que pronto iniciamos la Pascua.