- Hay temas pendientes en el ámbito de la paridad, la inclusión, la conformación de órganos jurisdiccionales y legislativos, entre otros: MAGM
Toluca, Estado de México.- En el marco del Día Internacional de la Mujer, la activista y Premio Nobel de la Paz 1992 Rigoberta Menchú Tum, planteó incluir en la Agenda a favor de las mujeres una construcción propositiva, no regresiva de sus derechos contra la violencia; complementaria, incluyente, intergeneracional, multiétnica y multilingüe.
Al respecto, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem) Myrna Araceli García Morón, destacó la necesidad de hacer un ejercicio de conciencia para que las mujeres tengan legitimación social como personas en una comunidad humanitaria, en paz e igualdad de oportunidades y derechos; y puntualizó que es un día de reflexión sobre los grandes pendientes y lo que cada uno tenemos que hacer desde nuestras trincheras.
En la videoconferencia magistral “Retos y fortalezas en la defensa de los derechos humanos de las mujeres” organizada por la Codhem, la activista guatemalteca propuso incluir en la agenda de los derechos de las mujeres una construcción propositiva, no regresiva, en contra de la violencia y hacer un pacto para que la igualdad no sea a medias.
Explicó que, en su país el 8 de marzo se rinde homenaje a las abuelas, por tanto, este día convoca a ser universales e inspira a valorarse a sí mismas, a las lideresas y activistas sociales, de las que muchas veces no se conocen los rostros, pero forman parte de la memoria colectiva; pues hoy, las mujeres son protagonistas de transformaciones que aspiran a un mundo sin violencia.
Enfatizó que la diversidad no se tiene que reivindicar, porque es nuestra propia naturaleza humana y mucho menos acudir a la violencia para ilustrar que somos diversas, sino generar una cultura de participación que eduque; asimismo, comentó que la violencia ya nos esclavizó porque existe el bullying, discriminación y fobias, que se quedan marcadas en nuestro género y nuestros liderazgos.
A 30 años de recibir el Premio Nobel de la Paz, recordó que los abuelos mayas decían que el ser humano debe conseguir la felicidad como elemento fundamental que hace florecer una vida, y también debe buscar la plenitud, pues no basta vivir bien, sino vivir plenamente, entendiendo que la plenitud significa una misión que es la constancia y coherencia permanente, es decir, nuestras vidas tienen que ser una lección de coherencia y de consecuencia.
Menchú Tum consideró que las mujeres tienen la gran misión de hacer que su lucha sea ética y coherente, para ser la mesura que necesita el mundo; y dijo sentirse frustrada cuando ve que la violencia contra la mujer empieza en la familia, pero también en la escuela, por ello sugirió impulsar una educación más humanista.
Este día, afirmó, celebramos a los seres humanos que están detrás de las transformaciones para ellas mismas y también para la sociedad, “Ya caminamos un cerro, pero nos falta llegar hasta arriba, entonces hay que seguir teniendo aire para poder seguir subiendo el volcán”.
Por último, enfatizó que visibilizar a las mujeres y niñas como indefensas, es un objetivo de guerra, por eso, llamó a sus colegas Premios Nobel, para que digan “¡No a las guerras!, pero no digamos no a la guerra a medias”.
En su intervención, la presidenta de la Codhem Myrna Arceli García Morón explicó que ONU Mujeres determinó que el lema de la conmemoración del 8 de marzo es “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, pues debemos trabajar en ello, porque hay temas pendientes en el ámbito de la paridad, de la inclusión, la conformación de órganos jurisdiccionales y legislativos, entre otros.
Refirió cifras de la propia ONU: el 70% de 1,300 millones de personas que viven en condiciones de pobreza son mujeres; en áreas urbanas el 40% de los hogares más pobres los encabezan ellas; predominan en la producción mundial de alimentos del 50% al 80%, pero poseen menos del 10% de tierra lo cual muestra la injusticia respecto de la contribución en la producción agrícola, agropecuaria y alimentaria.
Representan el 43% de mano de obra agrícola en Latinoamérica, sin embargo, su trabajo sigue sin ser formalmente reconocido, aunque trabajan más horas, en algunos casos sin remuneración y sin seguridad social. De acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe hay 58 millones de mujeres que viven en zonas rurales y a pesar de su contribución fundamental a la producción de alimentos y desarrollo económico en la región, los indicadores muestran que su desigualdad es mayor.