El conflicto entre Rusia y Ucrania ha causado una gran polémica, debido a las implicaciones que este podría generar en el entorno internacional, sin embargo ¿sabes cuáles son los orígenes de este conflicto?
En Cadena Política te compartimos una explicación desde el punto geopolítico de este conflicto:
Antecedentes:
Al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), los rusos ocuparon el territorio arrebatado a los alemanes en Europa central y oriental, que pasó a formar parte de la URSS, más tarde en 1949, se formó la OTAN (Organización del Tratado Atlántico Norte) a partir de la asociación de diversos Estados europeos con los norteamericanos, con el propósito de defender a occidente de la hostilidad soviética.
La URSS y sus aliados respondieron a la OTAN formando el Pacto de Varsovia en 1955, pero a principios de la década de 1980 el pacto se comenzó a deteriorar y tras la caída del Muro de Berlín en 1989, desapareció.
Desde ese entonces, Rusia ha observado con cautela los acercamientos de la OTAN a los países ex-comunistas. La OTAN ha ido incorporando esos países que supuestamente le prometió a Rusia que nunca integraría. Estos países son: la República Checa, Hungría y Polonia a finales de los 1990 y Bulgaria, Estonia, Letonia, Rumanía, Eslovaquia y Albania en la siguiente década.
Tiempo después en 2004, transcurridos apenas quince años desde la caída del Muro de Berlín, todos los Estados del antiguo Pacto de Varsovia, salvo Rusia, formaban parte de la OTAN o de la Unión Europea.
Sin embargo, la duda es ¿Por qué Rusia no puede tolerar esta situación? Porque supone un riesgo para su propia existencia. ¿Quién habría imaginado hace unas décadas que Estados Unidos tendría fuerzas militares desplegadas en Polonia y los países bálticos?, a pocos cientos de kilómetros de Moscú.
Para el país Ruso es un riesgo existencial, aunque también tiene sus ventajas como que muchos países dependen del petróleo y el gas ruso. Europa depende de esa energía y Rusia puede cerrar la llave cuando quiera.
Por otro lado, Rusia también adolece de desventajas geográficas, como las grandes llanuras al occidente de Moscú, que permitirían el acceso directo de tropas en caso de invasión. Por el oriente no tienen ese problema, ya que tienen los Montes Urales.
Asimismo, la principal desventaja de Rusia, pese a su inmensidad, es que carece de un puerto de aguas cálidas con acceso directo a los océanos, y ese ha sido siempre su talón de Aquiles.
UCRANIA
En 2014, al anexar Rusia la península de Crimea, Rusia acogió a muchos ucranianos rusoparlantes, pero también se hizo de algo mucho más relevante: el puerto de Sebastopol.
Sebastopol es el único puerto de aguas cálidas de grandes dimensiones con el que cuenta Rusia. Aunque el acceso al Mediterráneo desde el mar Negro está controlado por Turquía, que es miembro de la OTAN.
Otro problema estratégico es que, en caso de guerra, los rusos tampoco podrían salir del mar Báltico por el estrecho de Skagerrak, que conecta con el mar del Norte. El paso, que tiene escasa amplitud, está bajo el control de otros dos miembros de la OTAN: Dinamarca y Noruega.
Por otro lado, la OTAN, cuando la Unión Soviética se derrumbó, se desgajó en quince países. Podemos clasificarlos en: neutrales, pro-rusos y los pro-occidentales.
Los neutrales Uzbekistán, Azerbaiyán y Turkmenistán, serían aquellos con menos motivos para aliarse a Rusia u Occidente. Los 3 producen su propia energía, por lo que no dependen de ninguno de los bandos. Aquí diríamos que la parte occidental de Ucrania sería neutral.
En la esfera pro-rusa se encuentran Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán, Bielorrusia y Armenia. Su economía está ligada a la de Rusia de un modo similar a la de una parte de Ucrania (la Ucrania oriental), que es una de las razones para que exista rebelión allí.
Finalmente están los países prooccidentales que antes formaban parte del Pacto de Varsovia y que hoy son miembros de la OTAN o la Unión Europea: Polonia, Letonia, Lituania, Estonia, la República Checa, Bulgaria, Hungría, Eslovaquia, Albania y Rumanía.
Pero hay tres países: Georgia, Moldavia y Ucrania, que desearían ingresar en la OTAN y la Unión Europea, pero se las ha mantenido afuera por su proximidad a Rusia y porque los tres cuentan con tropas rusas o milicias prorrusas en su territorio.
Hay que destacar que, si cualquiera de estos tres países, y sobre todo Ucrania, entrara a formar parte de la OTAN, para Rusia es causal de guerra. Esto lo sabe Estados Unidos y la OTAN.
Mientras en Kiev haya un Gobierno pro- ruso, en Rusia pueden estar tranquilos de que su zona de contención permanece intacta y de que la llanura nordeuropea que está abierta para una potencial invasión a Rusia, estaría protegida.
Incluso una Ucrania neutral, que se comprometa a no ingresar a la UE ni a la OTAN, así como respetar el usufructo que Rusia tiene del puerto de Sebastopol, en Crimea, resulta aceptable. Esa era la situación prevaleciente.
Ahora bien, ¿una Ucrania pro-occidental con ambiciones de unirse a las dos grandes alianzas occidentales y que sembrara dudas sobre el acceso de Rusia a su puerto en el mar Negro? Eso es intolerable para Rusia y #Putin lo tiene más que claro.
Anteriores presidentes de Ucrania han intentado jugar ambos lados; coqueteando con Occidente y rindiendo tributo a Moscú, y Putin lo ha tolerado. Pero cuando están cerca de llegar a un acuerdo con la Unión Europea, pavimentando su adhesión, #Putin les aprieta las tuercas.
Hasta ahora, a Putin le había resultado más cómodo respaldar los conflictos étnicos en Ucrania oriental y recordarle a Kiev quién controla los suministros de energía.
Para el mandatario ruso, ser miembro de la UE supone la antesala de la OTAN. Y para Rusia, el ingreso de Ucrania a la OTAN supone una línea roja que no están dispuestos a dejarlos cruzar.
Hace unos años, para Rusia se trataba de una cuestión existencial: no podía permitirse perder Crimea, mientras que Occidente sí. ¿Será distinto ahora?
Es probable que Estados Unidos y Europa se sientan aliviados de que Ucrania no sea miembro de la OTAN, porque entonces sí estarían obligados a intervenir.