La Cuarta Transformación de la República, la de las ocurrencias, la de las ineptitudes, la de las incongruencias, la de los decíres, la de las omisiones en la justicia, la de las complicidades con la narco-política, la de Alejandro Gertz Manero como Fiscal General de la Federación, la de la política de un día sí y el otro no, la de no combatir a la corrupción, la terrenal, y no sólo ésta, sino innumerables desviaciones de ella; la de la demagogia; la derivada de los malos actuares, la de las promesas incumplidas, la de los que piensan que Andrés Manuel es el más importante gobernante que México ha tenido, la que se encuentra fortalecida por los inadaptados, la de la delincuencia del poder, la de la impunidad y tantas otras desviaciones y formas de mal procurar justicia, han hecho posible un México sin legalidad.
En el ayer, viejos juristas expresaban: “Plus valere, plus nocere” (más influencia, más perjuicio) o, como bien dijera el pueblo: “Quien es más influyente es quién puede hacer más daño”, al respecto señaló Thiaudiere: “La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”.
Aún cuando sólo han pasado tres años, comienza a desvanecerse la esperanza de obtener justicia, se disipa la ilusión de ver en prisión a la delincuencia de la narco-política. En las generaciones del neoliberalismo y de la transformación, se ha tenido que aceptar que el periodo de espera para obtener justicia en México es inalcanzable, que la impunidad es lo normal.
La mayoría de la Abogacía Independiente de la República, sin embargo, cree que con la aplicación de la Constitución Política, se pueden encontrar las bases para obtener justicia, combatiendo la corrupción adecuadamente y por tanto, en la actualidad, se hace necesario establecer una voluntad social para lograrlo, para encontrar la forma de perpetuar la justicia en nuestro México. Muchos juristas de talento, muchísimos mexicanos pensantes saben -en la más exacta expresión del término- que la justicia es una virtud y que su glorioso advenimiento se encuentra cerca, muy a pesar del neoliberalismo y de la Cuarta Transformación de la República, muy a pesar de la oposición de la corrupción, de la injusticia y de la narco-política.
Pero como éste hecho de ideología para el bien de México, al parecer no quiere tener lugar debido a la oposición asentada con antelación, la cuál demerita a todos aquellos necesitados de ella, los verdaderos amantes de nuestro México, nos conformamos con el hecho de que a pesar de solidas razones históricas y jurídicas no se ha variado el espíritu de la justicia que exige nuestra Carta Magna y, que algún día ella se alcanzará.
Todos los mexicanos, todos los verdaderos abogados sin excepción, sabemos desde siempre que ningún partido político, jamás ha sido academia de juristas, con la dispensa de algunos como Don Jesús Reyes Heroles, Don Luis De Gonzaga y Sevilla, Don Isidro Fabela, que sabían de Teoría del Estado, de Derecho Internacional y que no obstante su proclividad a la política, quizá por prestigio académico, no se hubieran atrevido a ser omisos en castigar a la narco-política y en obtener la justicia que México requiere.
Alguien hoy debe de actuar por el bien de nuestra República, eso es lo que espera la justicia.
Es cuanto.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de abogados de México, A.C..