Estamos inmersos en un peligroso vórtice que amenaza a la libertad y a la democracia, transitamos momentos difíciles en donde desde el poder se generan incentivos perversos que presagian una tragedia.
Investigaciones incomodas al titular del poder público, han existido siempre, las toallas y excesos de Fox, las filtraciones de la guerra contra el narco en el sexenio de Felipe Calderón, o la Casa Blanca que cimbró al Gobierno del Presidente Peña; y si bien no debe resultar cómodo asimilar o enfrentar escándalos o errores, todo gobierno debe aprender a sortear esos complejos momentos con arrestos y asumir las consecuencias de esos actos.
Llama mucho la atención que en la actualidad es imposible que desde el Gobierno Federal se acepte alguno de sus yerros o se corrija alguna de las malas decisiones que se han tomado, y ni por asomo se ve algo de autocrítica, menos un reconocimiento o asunción de culpas por tantas pifias torpemente cometidas, y por lo visto está vedado hablar, escribir o publicar sobre los excesos de los muy cercanos al poder.
Hoy con rabia y tristeza vemos que el desafiar a la narrativa oficial puede convertirte en un perseguido, en un señalado y porque no decirlo en un presunto responsable de algún delito que se pueda inventar o fincar so pretexto de no coincidir con el poder, o exhibir los excesos que se cometen desde el poder y que tienen como beneficiarios a cercanos al poder, y en ocasiones esos cercanos son protegidos por el mismo poder.
Atacar al que piensa diferente, denota autoritarismo y amenaza el libre pensamiento, y por supuesto que con esto se busca inhibir la critica y acallar las voces discordantes, rasgos característicos de gobiernos y sociedades en donde denostar al que ose disentir es un mecanismo de defensa, que exhibe más a quien sin argumentos busca desviar la atención de los grandes casos o los temas que busca eludir, ya que le está fallando a quienes lo eligieron y quienes lo suponían diferente, pero la realidad indica que es igual o peor que aquellos a quienes combatía.
La tendencia mesiánica que se quiere imponer no es apta para este siglo XXI, en donde ya no es permisible vulnerar el estado de derecho por capricho personal, ojalá se entienda que la magnitud y la gravedad de buscar socavar la libertad es grave e irreversible; y no es permisible que se viole la Ley flagrantemente y de manera cotidiana, hoy las amenazas y violaciones a la Constitución parecen no importar, lo que importa es complacer el ego y saciar la venganza, no hay respeto al debido proceso, al sigilo y resguardo de información sensible, de datos personales, ya ni que decir de las complacencias y complicidades perniciosas que hoy padecemos.
El ritmo y rumbo al que nos quieren conducir es inadmisible, el faro de guía de nuestra libertad está en riesgo, y deben sonar las campanas de alerta ante el tufo autoritario y sed de venganza que se busca imponer desde el poder; Carlos Loret tiene elementos y recursos para defenderse de esta ofensiva oficial de la que es objeto, lo realmente grave es que el ciudadano de a pie está en riesgo de perder libertades y derechos que a pulso y por años se han conquistado, está en nosotros permitirlo o combatirlo. Se ha cruzado una línea que es infranqueable, y permitirlo no es opción.
El Punto fino es: Espero y deseo que este estado de gravedad al que nos están llevando, alcance su fecha de caducidad en 2024, la gran desgracia es que aún faltan 34 largos y oscuros meses de amenazas e indolencia.