Los bancos centrales las llaman sólo criptoactivos, no monedas. El Banco de México ha pasado de repudiarlas a iniciar el proyecto para lanzar una moneda digital, al igual que otros 86 países. ¿Funcionaría igual? Por supuesto que no, de hecho, serían totalmente opuestas.
Un gobierno o un banco central emitiendo una moneda digital integrada al sistema financiero se convierte básicamente en un Big Brother capaz de saber cuánto tiene una persona o empresa, en dónde, el momento preciso en que lo recibe, cómo lo invierte o gasta, e incluso puede congelárselo o hasta embargárselo.
En contraposición, una criptomoneda descentralizada como Bitcoin, con tecnología peer-to-peer o entre pares, gestionada de forma colectiva en la red, es la moneda de la gente y tal vez la máxima expresión actual del libre mercado. Puede transferirse de un punto a cualquier otro en el mundo con solo un click, y todas esas características son justamente las que no gustan al poder, porque significan perder el control de la economía y la pulverización de sus intereses políticos.
En una conversación amplia sobre criptomonedas, Ricardo Salinas dio una visión sobre los riesgos que enfrenta esa visión de libertad: si bien es muy difícil, algún gobierno puede intentar regular las criptomonedas o prohibir las operaciones con ellas y su convertibilidad al dinero local.
Lo mismo sucede con la innovadora red Lightning, concebida como una red entre pares, sin la intervención de reguladores y bancos, que permite hacer micropagos con Bitcoin de forma instantánea, fácil y mucho más barata.
La evolución de esta clase de enfoques ha llevado al desarrollo del sistema DeFi, finanzas descentralizadas, basadas en libros de contabilidad distribuidos con la tecnología blockchain, que también le da su alta seguridad inhackeable a las criptomonedas, abre la puerta a la transparencia, y por lo tanto, a una gran confiabilidad, y elimina las comisiones bancarias y financieras. Todo un universo de innovación que pone muy nervioso al poder político y sus instituciones reguladoras.
En congruencia con ese pensamiento, las tiendas Elektra, propiedad de Grupo Salinas, son las primeras en aceptar Bitcoin en la compra de todos los productos que venden. Usar criptomonedas para las transacciones cotidianas no es tan provechoso como utilizarlas como instrumentos de resguardo de valor en el tiempo. Aun cuando su cotización puede ser muy volátil, está comprobado que son una buena forma de ahorro e inversión a mediano plazo. Bitcoin inició 2021 en 29 mil 359 dólares y tras altas y bajas muy pronunciadas, cerró ese año en 46 mil 218, una ganancia de 57.42 por ciento.
Por supuesto, eso no significa que no se trate de una inversión con un nivel de riesgo, como todas las demás. Entrar al universo de las criptomonedas es mejor con un mínimo de conocimiento previo. El dinero tradicional no tiene el respaldo de ningún metal precioso ni de ninguna reserva. Su soporte está sujeto a intereses meramente políticos. Explorar alternativas de libertad siempre es refrescante.
POR ADRIANA DELGADO RUIZ