Hay algunos alimentos que se demandan más en ciertas fechas o épocas del año. Las razones son variadas, distinguiéndose entre ellas las culturales, históricas y, sobre todo, las económicas. Los estadounidenses tienden a comprar pavo para cenar el Día de Acción de Gracias en noviembre, y muchos otros países del continente americano lo hacen un mes después para la cena de Navidad.
El pavo es originario de América, descubierto por los conquistadores y colonizadores españoles. Ya los nativos lo utilizaban para sus celebraciones de solsticio de invierno, y los peninsulares lo adoptaron en sus festividades de Día de Gracias y de Navidad, en parte, para no romper del todo con las tradiciones locales, en parte, por su conveniencia económica: un guajolote, a diferencia de una codorniz o una gallina, podía alimentar a un grupo grande de personas; a diferencia de un carnero o un cerdo, su crianza era económica y su maduración rápida.
La costumbre mexicana de comer tamales el Día de la Candelaria es muy similar. Los aztecas elaboraban alimentos a base de masa de maíz para adorar a sus dioses y celebrar sus rituales relacionados con el nacimiento del sol y el inicio del ciclo agrícola. Los esfuerzos sincretistas de los evangelizadores dieron origen a la tradición en torno a la figura del fuego: el sol, las candelas y la Virgen de la Candelaria.
Para celebrar el Año Nuevo solemos comer 12 uvas. Dicha tradición española, ya adoptada por nosotros, se remonta a finales del siglo antepasado y tiene sus orígenes en una costumbre de la burguesía ibérica que después fue popularizada y difundida por motivos económicos: en 1909, los productores de Mucia y Alicante tuvieron importantes excedentes en sus viñedos que urgía fueran desplazados.
Un par de notas de la prensa madrileña y una campaña bien orquestada de parte de los vitivinicultores fue suficiente para sentar las bases de la tradición. La gente, ávida de encontrar un simbolismo común de buen augurio y generador de esperanza, hizo el resto.
La rosca el Día de Reyes, el pan de muerto el Día de los Fieles Difuntos y los chocolates el Día de San Valentín también cuentan con su historia propia, sus razones culturales y sus motivaciones económicas.
No todas las tradiciones alimenticias son centenarias o milenarias. El consumo de otro producto, de unos años para acá, se ha convertido en un hábito norteamericano durante una festividad: el aguacate en el Super Bowl. Previo al evento los productores mexicanos enviaron más de 140 mil toneladas de aguacate michoacano, lo que equivale a casi el 15% del total exportado durante el año, ¡consumido en un solo día!
Este logro no es circunstancial. Los productores se pusieron de acuerdo, formaron una empresa en Estados Unidos para comercializar el producto, invirtieron en mercadotecnia y lograron convertir un bien genérico en una marca poderosa: “Avocados from Mexico”. Este es un caso exitoso de cómo la creatividad y el trabajo en equipo, aún entre competidores, pueden crear costumbres y proyectos exitosos para la industria, para la historia y para México.