Por Pablo Basáñez García[i]
Esta semana se ha anunciado que México ha roto el récord de contagios por Covid-19, con su variante Ómicron, llegando a las 60 mil 552 infecciones en un lapso de 24 horas. De esta manera se suman ya 4 millones 495 mil casos y 302 mil 112 muertes, según datos oficiales reconocidos a este virus. Esto ocurre cuando parecía que ya todo volvería a la “normalidad” y que el llamado semáforo epidemiológico ya no se movería del “verde”, cualquier cosa que esto signifique.
Ante esto, la encuestadora Consulta Mitofsky que dirige Roy Campos, publicó en su Centésima Segunda Encuesta Nacional sobre el Coronavirus en México, que hoy el miedo que los mexicanos sentimos a contagiarnos del Covid-19, a ser víctima de algún delito o bien, a que su economía sea afectada, es prácticamente el mismo (32.2, 32.1 y 30.9 por ciento, respectivamente), mostrando una caída significativa en las percepciones al miedo a ser víctima de un delito que en las últimas semanas llevaba el lugar puntero.
El miedo se hace presente en nuestra vida cotidiana. Pero ¿dónde nos sentimos inseguros? De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) que realiza el INEGI, 4 de cada 10 personas se sientes inseguras, paradójicamente, en la escuela. Es precisamente el centro escolar en donde se reúnen dos de estas tres percepciones de inseguridad: el contagio del Covid y ser víctimas de la delincuencia.
Luego de más de 2 años de pandemia, se busca que regresen a clases presenciales, en las cerca de 258 mil escuelas que conforman el Sistema Educativo Mexicano, los más de 36 millones de estudiantes de los distintos subsistemas y más de 2 millones de docentes.
Los alumnos, maestros y padres de familia suman a la de por si ansiedad y angustia que impera en nuestro tiempo, la incertidumbre de enviar a sus hijos a un espacio que, sin duda, aviva los miedos que los mexicanos sentimos.
Una escuela segura es de vital importancia para el desarrollo de la sociedad, pero ¿Cómo atender este tema cuando los alumnos y padres de familia tienen una percepción muy alta de inseguridad en sus escuelas?
El entorno escolar refuerza la percepción de miedo o peligro. Alrededor de las instituciones educativas muchas veces se encuentran establecimientos comerciales que por su tipo de actividad representan riesgos, tales como bares o paradas de transporte. Aunado a ello, contribuye el deterioro de la infraestructura urbana como la falta de alumbrado público, callejones, puentes; así como el peligro del uso mismo del transporte público.
Es necesario que las instituciones académicas cuenten con un sistema de seguridad; el cuál, nos proporcione una evaluación de capacidades, guías para generar un código de incidentes, garantizar la seguridad hacia las y los estudiantes, docentes, directivos y todos los que conviven en el entorno.
La escuela se encuentra expuesta a una serie de vulnerabilidades, debemos partir por reconocerlo. La delincuencia en el entorno escolar; la violencia al interior de los planteles educativos entre alumnos o de profesores a alumnos, especialmente hacia mujeres; los riesgos médicos que se recrudecen ahora con la pandemia; los fenómenos perturbadores que conforman los sistemas de protección civil y otros, son muestra claro de ello.
Recientemente se publicó una versión actualizada del Manual de Seguridad Universitaria, elaborado por la Maestra Angélica Garnica Sosa. Si bien va dirigido a las instituciones de educación superior, me parece muy adecuado para todos los planteles del sistema educativo. Este manual propone entre otras cosas, establecer protocolos de actuación para cualquier tipo de emergencias o riesgos en el ámbito escolar, así como prevenir y atender factores de riesgo para la vida de los integrantes de una comunidad escolar. Vale la pena tomarlo en cuenta.
Ante este escenario de incertidumbre, el quehacer, si bien incipiente, avizora caminos claros que deben adoptarse. Lograr una escuela segura es responsabilidad de la sociedad en su conjunto. Ni los gobiernos, autoridades educativas, directivos, docentes, padres de familia o alumnos podrán aisladamente transformar las escuelas en espacios libres de violencia y de riesgos, es imposible. Debemos aprender a vivir con el riesgo, es cierto, pero ante ello, nuestra capacidad de respuesta marcará la diferencia.
[i] Doctor en Administración Pública. Analista de temas municipales, de ciudad y gobernanza metropolitana.