La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y la Agencia Alemana de Cooperación para el Desarrollo (GIZ) concluyeron el proyecto Integración de la Biodiversidad en la Agricultura Mexicana (IKI-IBA), enfocado en la cooperación técnica para incrementar la productividad en el sector primario de la mano con la conservación de la biodiversidad y los recursos naturales.
Esta participación de cinco años concretó las iniciativas: Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Sustentable de los Polinizadores en México, cuyos servicios ecosistémicos benefician a la producción de más del 60 por ciento de las plantas cultivadas e investigación para el conocimiento del papel de los murciélagos en el control de las plagas del arroz.
Comprendió también la elaboración de manuales para la producción amigable con la biodiversidad de diversos cultivos, como vainilla, café y cacao, además de miel y sistemas silvopastoriles, en colaboración con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), entre otros.
Se cierra con éxito una etapa de cinco años de cooperación para la agricultura sostenible, mediante la instrumentación de acciones y resultados de la iniciativa IKI-IBA, con la colaboración de GIZ, basada en los pilares: productividad, sustentabilidad e inclusión, detalló el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula.
En el acto de cierre del Proyecto IKI IBA, subrayó la importancia de estas iniciativas que suman a garantizar la producción de alimentos sanos, inocuos y accesibles, cuidando de los sistemas biológicos y contrarrestando los efectos del cambio climático y la degradación de la tierra, en correspondencia con el trabajo diario de los agricultores.
Con la participación de las secretarías de Relaciones Exteriores y de Medio Ambiente y Recursos Naturales, así como de la Conabio, el proyecto permitió dimensionar la importancia de la biodiversidad en la producción de alimentos e incrementar las prácticas de producción sostenibles en la actividad agrícola del país, así como encaminar acciones para la conservación de los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura, aseguró.
Destacó que trabajos en elaboración e implementación de la Estrategia Nacional para la Conservación y el Uso Sustentable de los Polinizadores (Encusp) ubican al país entre las cuatro naciones de nuestro continente que ya cuenta con este instrumento y propician la oportunidad de comenzar el proyecto “Vida y Campo”, para cosechar los frutos de estos esfuerzos mancomunados.
Villalobos Arámbula dijo que para el logro de estas metas el conocimiento es esencial, por lo que se realizaron talleres de capacitación, con el apoyo del GIZ, para reforzar los enfoques de la biodiversidad, se desarrolló la conformación de un diagnóstico sobre el estado de los suelos agrícolas, acciones de conservación de polinizadores y un BioSello que promueve y reconoce las actividades productivas sustentables.
La directora general de Conservación de la Naturaleza y Uso Sustentable de los Recursos Naturales del Ministerio de Medio Ambiente de Alemania, Christiane Paulus, mencionó que la transformación de los sistemas alimentarios mundiales es un gran reto, y cada vez se hacen necesarios esquemas de trabajo para integrar la biodiversidad de manera más responsable en la agricultura.
Resaltó que México es un importante socio estratégico para la conservación de la biodiversidad, ha reforzado su diálogo integral en el desarrollo de sistemas de producción sustentables y es un referente para otros países de la región, a través de líneas de cooperación para el desarrollo de una agricultura sostenible.
La directora del proyecto IKI-IBA, Jasmin Hundorf, detalló que en 2016 México y Alemania acordaron trabajar en este proyecto, y con la experiencia de los proyectos previos ya se marcaba en parte el cuidado de los ecosistemas por los agricultores, con la disminución en el uso de insumos (fertilizantes y agroquímicos).
Detalló que el proyecto Integración de la Biodiversidad en la Agricultura Mexicana (IKI-IBA) tiene como objetivo integrar los valores de la diversidad biológica y de los ecosistemas en los instrumentos de decisión de los actores públicos y privados del sector, considerando aspectos socioeconómicos, ecológicos y culturales de la biodiversidad y los servicios ambientales.
Fomenta además, a través del fortalecimiento de capacidades de los productores, consumidores y tomadores de decisiones, el uso de buenas prácticas y el diseño de herramientas y programas que promuevan la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad en el largo plazo, abundó.
En México, manifestó, IKI-IBA trabajó con diversos estados y tiene proyectos en Guanajuato para el fortalecimiento a productores; Michoacán, producción de fresa; en el Estado de México, producción de tuna; Hidalgo, producción sostenible de vainilla; Yucatán, cultivos tradicionales mayas, y en Jalisco cultivo sustentable de caña.
Refirió que México es uno de los países líderes en la integración de biodiversidad en las prácticas productivas y aporta en la conservación de polinizadores y en el reconocimiento de la actividad de los murciélagos, que son necesarios en, por ejemplo, la disminución de plagas en la producción de arroz en Morelos.
La representante del proyecto IKI-IBA, Marita Brömmelmeier, puntualizó que para la GIZ el cuidado de la biodiversidad y la transformación de los sistemas alimentarios para hacerlos más justos, saludables y sostenibles es de la mayor relevancia.
Expuso que la colaboración con el gobierno de México, de más de 30 años, es ejemplar, y marca además un liderazgo mundial sobre temas de desarrollo sostenible, al ser la Secretaría de Agricultura el socio principal de este proyecto que cierra un ciclo muy importante.
Esta iniciativa colaborativa, dijo, demuestra que los sectores productivo y ambiental pueden trabajar a favor de una agricultura sostenible, por lo que es un honor acompañar este proceso y avanzar en otros proyectos con el gobierno mexicano.
El consejero de Asuntos Agropecuarios de la Embajada de Alemania en México, Martin Nissen, subrayó los lazos de amistad y cooperación entre ambas naciones, donde los proyectos de colaboración para el desarrollo agrícola tienen como premisa dotar de herramientas para un desarrollo productivo, económico y social, a través de actividades sostenibles.
Comentó que en el futuro habrá una disminución de los recursos naturales, agua, suelos y los procesos ecosistémicos como la polinización, de ahí la importancia de los proyectos interinstitucionales para avanzar en el tema y continuar la colaboración para lograr la seguridad alimentaria y reducir los impactos al ambiente.
El titular de la Conabio, José Sarukhán Kermez, resaltó la importancia de la biodiversidad en el país y su impacto productivo en la agricultura, con proyectos que involucran a los agricultores, propiciando una mayor cercanía y entendimiento de todos los actores respecto a los ecosistemas y su función integral en la producción de alimentos.
Detalló que esquemas como el BioSello contribuyen a distinguir una marca de productos de mercado de manera amigable con la biodiversidad biológica, como el cacao y café, la generación de manuales de buenas prácticas y la compresión del cuidado y aprovechamiento de la riqueza biológica, que representan las plantas cultivables, una biodiversidad de la que todos nos alimentamos.
Por el área de Asuntos Internacionales de la Semarnat, Ana Karen Embarcadero Luna, mencionó que la cooperación de la GIZ en proyectos estratégicos de sustentabilidad permite la toma de acciones para el cuidado de la biodiversidad y, un ejemplo, es la cooperación alemana, a través de IKI-IBA, que brindó resultados como la estrategia para el cuidado de los polinizadores.
La directora general de Políticas, Prospección y Cambio Climático de la Secretaría de Agricultura, Sol Ortiz García, expresó que el proyecto deja muchas lecciones aprendidas, ya que no es fácil sumar varios actores para un objetivo común.
Es un logro que contribuye a la sustentabilidad de los ecosistemas, a la seguridad alimentaria y a la promoción de una vida digna para los agricultores y agricultoras del país y del mundo, sostuvo.
Esta iniciativa que concluye demostró que la productividad y la sostenibilidad sí pueden ir juntas, y el reconocimiento a nuestro país no sólo es por ser uno de los que albergan la mayor diversidad biológica, sino que esta biodiversidad está reflejada también en la diversidad cultural y la de los sistemas productivos, lo que nos debe llevar a plantear soluciones a la medida de las necesidades y que apoyen el bienestar en el sector rural, apuntó.