Después de la guerra fría, el mundo se hizo más homogéneo, y la globalización terminó por darle ese espaldarazo necesario al libre mercado y a la democracia, espaldarazo que “necesitaba” el mundo para comenzar a vivir una aparente paz y reconciliación ideológica.
Esta globalización tan criticada por muchos también ha servido entre otras cosas, para poder comenzar a intentar resolver los problemas mundiales, con soluciones mundiales, es decir, con la colaboración de una gran mayoría de los países del planeta. Ejemplo de ello son: la pobreza, el cambio climático, el racismo y la discriminación, la violencia contra mujer entre otros.
Y aunque efectivamente los logros han sido limitados, no hay que desdeñarlos, ya que los esfuerzos políticos son enormes y, esto de los cambios de paradigma no dejan de ser incrementales, es decir lentos.
Pero lo que hoy en día nos trae de cabeza, es un ser vivo al que no podemos ver, ni tocar, ni oler ni nada. Un virus que ha provocado una pandemia y que nos ha encontrado poco preparados a propios y extraños.
Podemos fijarnos en lo negativo de todo esto, pero, la pandemia también nos ha enseñado que debemos trabajar en equipo como especie humana, en ello se nos puede ir la supervivencia.
El día 1º de Diciembre del año en curso, la Organización Mundial de la Salud en una asamblea extraordinaria consiguió que 194 países coincidieran en que es necesario lograr la firma de un tratado o acuerdo internacional que permita gestionar de mejor manera las futuras pandemias que se puedan presentar.
Sin duda a pesar de que esto es solo el principio en estos temas, es evidente que todo lo que busque sumar esfuerzos para “salvarnos” como humanidad, y en conjunta siempre es positivo.
He dicho en más de una ocasión que los problemas locales, necesitan de soluciones globales. Me parece que al menos respecto a pandemias se refiere, tenemos una gran lección aprendida.
Carlos Gonzalo Blanco Rdz
@cgonblanc
