He dicho en diversas ocasiones en esta misma columna, que los números de las remesas, dinero que envían los mexicanos que residen y trabajan en Estados Unidos hacia México, siempre es una mala noticia para el desempeño y el desarrollo de cualquier país.
Evidentemente para los mexicanos que residen en México y para efectos de aminorar la pobreza de México es una buena noticia, pero no lo es para la productividad y el crecimiento económico pues entre otras cosas significa que la gente que los recibe, lo necesita porque no tiene lo suficiente con lo que gana en el país.
De acuerdo con el último reporte del Banco de México las remesas captadas por México sumaron 37 mil 333 millones de dólares, entre enero y septiembre de 2021; con un crecimiento de 24.59%, respecto a lo observado en el mismo periodo de 2020.
En 2020, creía que, por motivo de la pandemia, disminuirían las remesas, entre otras cosas porque el parón económico iba a traer repercusiones en la transferencia de estos recursos hacia la población en México, pero no fue así, y la prueba es el último reporte del Banco de México.
Hay una explicación parcialmente lógica de este aumento aparentemente inexplicable, es verdad que Estados Unidos, tardó menos en reactivar la economía, pero, además, el gobierno estadounidense desplegó una importante cantidad de dinero para ayudar a la población a sortear la cuarentena por pandemia. Hasta aquí tendría sentido, pero lo que no se explica es que teniendo menos y limitados recursos, los mexicanos no solo siguieron enviando dinero, sino que aumentaron las ayudas a sus familiares.
La otra explicación y de la que debería ser motivo de un análisis serio por parte de las administraciones públicas tanto de Estados Unidos como de México es la cantidad de dinero que se puede enviar para lavar dinero obtenido de manera ilícita, y es que es un secreto a voces que algunos grupos de la delincuencia organizada emplean este método para poder mover recursos de manera lícita.
Ha habido algunas iniciativas para poder “regular” estas prácticas e incluso algunas iniciativas para liberar el mercado que abrirían la puerta a este método para lavar dinero de una manera menos “complicada”.
Resulta importante poder entrarle al debate pues de por medio está el prestigio y la estabilidad del país, no solo por el tema del lavado de dinero, sino también para saber qué estamos haciendo mal como sociedad que no garantizamos el trabajo y salario digno para los mexicanos.
Finalmente, la gente trabajadora del mundo, si ve una oportunidad de hacerse con un recurso extra, no dudará en obtenerlo. El horno no está para bollos.