En la antigua Grecia se usaba el término “koiné” para denotar lo que era común de la polis, mientras que “idia” se refería a todos aquellos que pensaban única y exclusivamente por su bien particular; eran “idiotas” o “seres pequeños”.
Este asunto cobra especial relevancia pues muestra si se es capaz o no de entender el auténtico sentido y grandeza de la política.
Lo traigo a cuenta debido a los últimos acontecimientos políticos, en especial por la Iniciativa de reforma constitucional en materia energética. A grandes rasgos, el Presidente busca que a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se le garantice al menos el 54% del mercado, se desaparezca la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) y se absorba al Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), garantizando que no haya competencia y que la Comisión sea la que decida a qué precio le vendan y a qué precio venderán ellos la energía; es decir, que regrese a ser un Monopolio del Estado. Esta iniciativa es un sinsentido económico pues no ayudará al consumidor y dejará profundas huellas en las finanzas públicas por las altas multas e indemnizaciones que se deberán pagar.
Así pues, en nada beneficia y en mucho perjudica, incluso con el simple anuncio causó daños en la ya de por sí mermada confianza de los inversionistas y en la salida de capitales que sigue en aumento, por lo que habrá que plantearnos que existen otros motivos para proponer una reforma constitucional sin contar con los votos suficientes en ninguna de las dos cámaras. Y la única explicación razonable que observo es que debe leerse dicha iniciativa en clave político-electoral.
Sostengo dicha aseveración a partir de dos hechos: 1) tenemos un Presidente que dice encarnar al pueblo mexicano pero que durante su gestión ha demostrado consistentemente que gusta de ejercer de manera facciosa el poder público, es decir, no le interesa gobernar para todos y, 2) al “placear” continuamente a la regenta Claudia Sheinbaum, es notorio que le obsesiona de manera muy anticipada la elección (Maximato) presidencial de 2024.
De tal suerte, más allá de su intención de “parecerse” al Gral. Lázaro Cárdenas o al Lic. Adolfo López Mateos o de ocuparse por el crecimiento y desarrollo del país, considero que esta iniciativa es una herramienta que le permitirá alimentar la narrativa de los polos opuestos e irreconciliables, metiendo a la clase política y a los ciudadanos en un falso dilema: o se regresa a aquel México de la década de los 60, donde se alcanzaron tasas de crecimiento de alrededor del 7% anual, a lo que se le denominó “el milagro mexicano” o, al México neoliberal de Carlos Salinas, del Fobaproa y demás demonios; o se es conservador o neoliberal; blanco o negro; Estado o Mercado; bueno o malo, así, sin matices.
Al primero que se les lanzó el anzuelo fue al PRI, buscando romper la alianza “Va por México” y la eventual y muy redituable división interna de los priistas (buscarán que 56 de 71 diputados voten a favor).
Por lo anterior, me pareció correcta la posición del Presidente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno de no apresurar los tiempos de las definiciones, sin embargo, también me parece fundamental que no olviden que la elección del pasado 6 de junio solicitaron el voto comprometiéndose a contener a un potencial tirano. Hago votos porque el Parlamento Abierto sea un espacio para confirmar lo que ya todos sabemos sobre esta iniciativa y no un tiempo donde se negocie a espaldas del bien de la nación; de lo contrario serán ejemplo, junto con el hoy Presidente, de la “pequeñez política”.
El horizonte de futuro de México y del PRI están en vilo.
Palabras al viento
Tres años han pasado y cada mañana nuestro Presidente no ha dejado de ser el que atiza y se beneficia del pleito entre mexicanos, día a día se convierte en el protagonista de aquella novela de Robert Louis Stevenson.
Dr. Jekyll: “Cuidadito con hacerle daño a otra persona por pensar distinto, hay que respetar […] somos libres, cada quien puede expresarse, manifestarse; podemos tener diferencias, pero sin agresiones”.
Sr. Hyde: “Pirruris, fifís, señoritingo, machuchones, pelele, chachalaca, canallín, borolas, aspiracionistas, cajamanes, espurio, conservadores, malandro, palero, corruptos, individualistas, maiceado, mezquinos, títeres, minoría rapaz”.
*Maestro en Gobierno y Políticas Públicas (UP) / Director General de Ventum Consultores.
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