México atraviesa por cinco crisis simultáneas; pobreza, economía, salud, seguridad y gobernanza. La unión de estas crisis desatendidas, sin lugar a dudas, acrecentará la brecha de desigualdad, negándole un futuro a los mexicanos.
¿Qué hacer? ¿lamentarnos? ¿no hacer nada? ¿seguir cayendo en la trampa del autócrata de Palacio Nacional que día a día busca descalificar a quien no piensa como él o distrayéndonos con puestas en escena que ya rayan en lo psicológicamente preocupante?
La respuesta es un contundente ¡No! Nuestra vocación democrática y la fuerza de nuestra generación nos obliga a seguir denunciando el desprecio por la ley y las instituciones, a levantarnos y seguir adelante. Para hacerlo propongo un sendero: apostar por nosotros mismos, por el diálogo, por nuestra capacidad de creación y por nuestros valores y principios.
El camino es crear, todos juntos, una agenda que distinga entre el “qué está ocurriendo” y el “por qué ocurre lo que ocurre”, que diagnostique las múltiples enfermedades que aquejan al Estado mexicano y, defina a corto y mediano plazo los remedios urgentes.
Para ello se requieren, a mi parecer, de dos condiciones; que sea construida de manera incluyente, con la mayor cantidad de ciudadanos, partidos políticos, academia y sectores ocupados por esta apremiante situación y, la segunda es que dicha agenda se cimiente en la idea que se deben respetar las ideas ajenas, que es fundamental dialogar antes que condenar, sólo así, entre todos, podremos superar la división entre hermanos y tener una nación donde todos quepamos.
La herramienta principal para esto que propongo es la negociación, el llegar a acuerdos y honrar la palabra. No es un camino novedoso, pero sí una vía urgente en un momento en el que el país está retrocediendo en todos los ámbitos de una manera preocupante.
De esto último, para muestra un botón: De acuerdo con el Coneval, 3.8 millones de mexicanos, que pertenecían a las clases medias, pasaron en 2020 a la pobreza. En 2008 el 44.4% de la población era pobre, pero en 2018 bajó a 42%; hoy, en 2020 regresamos al 44%. Es decir, en tan sólo dos años perdimos lo que se había avanzado en diez.
Los dictadores, muy a pesar de lo que ellos crean, no son eternos ni les pertenece el Estado, por ello, independientemente de una eventual revocación de mandato o los próximos procesos democráticos, los ciudadanos debemos estar listos para retomar el control del destino de nuestro país dejando atrás distracciones, odios, fanatismos, “otros datos” y cálculos políticos personales.
El tiempo apremia y debe ser en favor de México.
*Politólogo (UAEMéx), Maestro en Gobierno y Políticas Públicas (UP), con estudios de Doctorado en Administración Pública (Anáhuac). Director General de Ventum Consultores.
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