Uno de los atletas más destacados del equipo olímpico estadounidense es Jordan Pisey Windle, quien a sus 22 años ha destacado en estos Juegos Olímpicos Tokio 2020 pero a su vez, la vida de este hombre ha estado llena pobreza, desamor y abandono por parte de sus padres biológicos.
Cuando su futuro era incierto, Jerry Windle, un hombre gay de 18 años de edad, llegó a su vida para adoptarlo, cuidarlo y ayudarlo a cumplir sus sueños. Ahora dedica todos sus logros a quien le regaló una segunda oportunidad y deja en claro que tener un padre perteneciente a la comunidad LGBTTT es todo un orgullo.
En la década de los 90, Jerry Windle sabía que ser padre era algo inalcanzable ya que sus condiciones por ser gay y soltero, eran complicadas por pertenecer a una sociedad donde no eran bien vistas estas características. Sin embargo, por azares del destino, leyó una publicación en la que un hombre soltero había adoptado a un niño en Camboya. Al ver que alguien más pudo alcanzar su sueño en otras fronteras, empacó las maletas y tomó un vuelo directo a Camboya.
En el lugar, conoció a Jordan, un pequeño de 18 meses de edad que se enfrentaba a la ausencia paternal, la desnutrición y una serie de enfermedades, pero que siempre mantenía una sonrisa inmensa. La conexión entre ambos fue inmediata, Jerry realizó los trámites de adopción y viajaron de regreso a casa. Al paso del tiempo, con paciencia, amor y una buena alimentación, el pequeño se recuperó física y emocionalmente.
El entrenador dijo que acababa de ver algo en Jordan y era algo fisiológico pero también inexplicable, entonces Jordan dijo que quería ir a clases de buceo y yo dije ‘Está bien, si es algo que quieres hacer, hagámoslo’. A los 7 años comenzó a bucear y ganó su primer campeonato nacional juvenil dos años después, lo que es casi sin precedentes para alguien que acaba de meterse en un deporte. Sé el arduo trabajo que ha puesto en ello, se lo ha ganado, y estoy realmente emocionado y orgulloso de que con su cuerpo técnico, haya podido lograr una hazaña tan asombrosa.
El talento de Jordan fue descubierto a los siete años. Su padre lo motivó y ayudó en todo momento a sacar lo mejor de sí. Con el paso del tiempo, los premios y competencias se fueron acumulando, hasta lograr ser parte del equipo de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Actualmente, su padre no puede acompañarlo debido a las medidas preventivas por covid-19, pero se mantiene firme y lo apoya a la distancia, tal y como siempre lo ha hecho.
“Por lo general, puedo escuchar a mi papá entre todos en la audiencia. No tenerlo en los Juegos Olímpicos será diferente. Desearía que él estuviera allí, pero eso no cambia realmente lo que voy a hacer: divertirme, lucir un poco y montar un espectáculo para todos. Esto es un sueño que se hace realidad. Les digo a todos, cuando me preguntan por qué buceo, buceo exclusivamente por mi papá y cuánto le encanta verme. Sin él haciendo todos los sacrificios que ha hecho y sin su amor y apoyo durante todo el tiempo que hemos estado juntos, realmente no estaría donde estoy hoy. Tengo que agradecerle por todo, todos mis logros. Ha sido un viaje increíble a su lado.”