Edgar Mereles Ortíz.
El otoño que nos espera.
“En política hay que reconocer
los cambios del viento,
y el viento de los cambios”
Hermenegildo García.
Músico, soldado y obrero.
El 6 de junio un ventarrón cambió el tablero del ajedrez político de la nación, más allá de las victorias y, las consecuentes derrotas, vimos, vivimos o fuimos testigos de la presencia de nuevos actores, o quizá viejos pero más descarados, decididos a hacer sentir su presencia en las decisiones políticas de las elecciones.
Estos nuevos poderes fácticos están tomando su lugar en el tablero del poder rumbo a la sucesión presidencial y han llegado para quedarse. El Ejército, El Gobierno de los Estados Unidos de Norteamerica, las organizaciones de tráfico ilegal de drogas, armas y personas, los medios de comunicación, las redes sociales y, por lo visto, también la clase media.
Pero antes de llegar a ese momento de la historia, tenemos que vivir los próximos días decisiones que definirán el rumbo de la nación.
Se alinean las baterías para el control de la Cámara de Diputados, los números parecen definir un eje rector pero las alianzas y coaliciones legislativas se moverán conforme a las fortalezas y debilidades de los actores políticos que aspiran a la presidencia o por lo menos a ser candidatos.
Otro elemento definitivo es la cada v z menor influencia política de López Obrador, de ahí sus ocurrencias y necedades. Es un grave error haber destapado a tantos y tan lejos de los tiempos de las definiciones. En este capítulo especial del ejercicio en el poder, parece que el Presidente no sabía ni entendía nada.
Claudia está vulnerable, su debilidad crece en la medida de que crece la influencia de Andrés Manuel. Marcelo demostró dominio y conocimiento del ruedo, salió de toriles y embistió al torero y a su primera espada. Ebrard jugó como pocos, de frente, bien parado y con buena mano. Monreal, el el exiliado, el que se equivocó y decidió mal. ¿Un político, como Ricardo con esa experiencia, puede cometer errores básicos? Sí, puede, porque cree que tiene todo el poder para hacerlo, puede porque subestima a sus contendientes, y también puede, porque su naturaleza lo lleva a los tercios de la traición.
Están próximos los días de la aprobación del presupuesto del gobierno federal, documento que cada día es menos técnico y más dogmático. El presupuesto era un mamotreto con un carnal de números y datos difíciles de entender por los capítulos, subcapítulos y miles de secciones. Pero según algunas voces dentro del monasterio de la Secretaría de Hacienda, todo se reduce a miles de millones para programas sociales, ocurrencias energéticas y el resto para el resto de los gastos del Gobierno.
Por último, estemos pendientes de los acontecimientos en los Partidos Políticos, el PAN cambia de dirigencia, el PRI va hacia una callejón de navajas y golpes, y el PRD se dirige a definir si continúan con ésas siglas o hacen un cambio de gran calado. Un viejo amigo del entonces PRI y hoy flamante dirigentes del perredismo me compartía la disyuntiva: “somos pocos para hacer algo grande y somos muchos para convivir juntos”.
En fin, el verano se va con sus golondrinas de la elección y se acerca el otoño con sus hojas secas de un gobierno que acabó antes de tiempo.
28 de Julio. Desde algún lugar de la CDMX.