Luego de la elección vienen las transiciones y después los cambios de gobierno y la instalación de la nueva legislatura. En unas pocas semanas, la configuración política del país habrá cambiado de manera sustantiva y, particularmente, en el ámbito de los gobiernos estatales vendrán cambios relevantes. Estados en medio de crisis locales como Guerrero y Michoacán, de crisis políticas como Campeche, de sorpresas como Nuevo León y San Luis, generarán un nuevo equilibrio donde el partido del presidente López Obrador tendrá cada vez más relevancia.
Morena será el encargado de gobernar a cada vez más mexicanos y con ello la responsabilidad que enfrentan será mayúscula. Ya no hay en donde dejar excusas y no habrá mucho espacio para la paciencia ciudadana. Los gobernadores provenientes de Morena hasta ahora, con excepciones claras en la Ciudad de México, han resultado mal evaluados. El reto del partido del Presidente será generar condiciones de planeación y programas de desarrollo que permitan a las comunidades librarse de la incertidumbre.
Las inversiones y el empleo son condiciones fundamentales para que funcionen las cosas, todo lo demás incluyendo las banderas políticas, no son más que demagogia. Se necesitan evaluar programas y proyectos de infraestructura de manera urgente, fortalecer los sistemas de salud y educación locales y concurrir con la política social federal de manera coordinada. Los nuevos gobiernos deberán hacer un ejercicio que implica celebrar consensos amplios y con altura de miras, construir equipos profesionales alejados de cuotas y caciques, construir programas de gobierno sólidos con visión de futuro, entendiendo que la economía seguirá en proceso de lenta recuperación y por ende se requerirán políticas públicas que alienten el empleo y la inversión.
En estos que llegan, existe también un importante número de mujeres gobernadoras, un hecho que por sí mismo representa un avance notable para la democracia y la representación de este país. Algunos de los tantos retos que enfrentan estas nuevas gobernadoras consisten en qué tan comprometidas van a estar con la agenda de género y hasta qué punto el sistema, que sigue siendo controlado en su mayoría por hombres, les permitirá margen de maniobra.
Pasando a asuntos coyunturales de las diferentes entidades del país, cabe que señalar que los peores errores de la planeación gubernamental han recaído en el desarrollo de planes con poca visibilidad de los municipios, por carecer de sentido de realidad contra disponibilidades presupuestales, y por faltar a preceptos básicos de planeación que terminan en obras inconclusas o a medias, generando elefantes blancos que representan pérdidas brutales para la sociedad y para el Estado.
Los que llegan deben tener claro que su responsabilidad es enorme, que el voto de confianza que han recibido puede perderse con rapidez si no logran traducir expectativas en equipos y planes a la altura de las exigencias. Los que llegan lo harán en medio de una fuerte sacudida a la política nacional, que entre otras cosas implica que, muy posiblemente, con la misma sorpresa con la que pudieron llegar -debido a la poca o nula experiencia de muchos de ellos- sus gobiernos se conviertan en focos críticos para la seguridad y el desarrollo económico.
Los que llegan deben olvidarse de apasionamientos ideológicos y partidismos y buscar a las mejores mujeres y hombres, y de cara a los ciudadanos, cumplir con la alta responsabilidad que les hemos conferido, sin excusas, sin discursos, con hechos.