El pasado siete de julio, después de cenar en el Portal de Cenobbio en la plaza del estupendo centro histórico de Mazatlán, Sybille y yo tomamos una pulmonía, para recorrer las calles iluminadas y visitar los miradores de la ciudad. Lo hemos hecho en otras ocasiones. Nos gusta mucho.
Quien conducía la pulmonía, a quien voy a llamar Pedro, me dijo me había visto en la televisión. Que las caras no se le olvidan. Se acordaba que era el portavoz en el gobierno del presidente Fox. Muy amable y entusiasmado nos dijo que “aquí se ama al presidente”. Sybille le preguntó ¿por qué?. Le respondió porque nos cumplió con la vacuna. Nos cumplió con los programas sociales. Menciona el de adultos mayores, el de jóvenes construyendo el futuro, el de los discapacitados y “todos los demás”.
Dijo que el presidente se comprometió a hacer obras de infraestructura, menciona tres carreteras y una presa, que todavía no se han hecho, pero que está seguro se van a terminar antes de que finalice su mandato y lo mismo pasa con su promesa de resolver el problema del agua. Otros presidentes no prometieron eso. Y nos asegura que este compromiso es prueba evidente de que hay un cambio con el pasado, de que las cosas ahora son distintas y mejores.
Una prueba todavía mayor, nos dice emocionado, es que su hijo se encontró en un café de Mazatlán al hijo menor de los tres que el presidente tuvo con su primera mujer. Estaba en la fila como toda la gente. Imagínese nos dice. Ese sí es un cambio radical, habla de otro país. Antes los hijos de los presidentes tenían un gran, un abusivo, aparato de seguridad, pero él andaba solo. Imagínense eso, nos vuelve a decir. El país ya cambió. Al hijo del presidente el suyo le pidió tomarse una foto y éste accedió. Nos la enseña con orgullo en su celular. Y una vez más, con emoción y convicción, nos reitera que eso muestra que el país cambió. Que ya no hay privilegios, para quienes nos gobiernan.
Le pregunto sobre el narco y me contesta que en el estado es muy poderoso y que los gobernantes anteriores lo dejaron crecer. Le digo que me interesa saber su punto de vista sobre la decisión del presidente de liberar a Ovidio Guzmán, el hijo de Chapo. Nos asegura que los narcotraficantes tenían de rehenes a las familias de los soldados y las iban a matar. Que en el operativo habría muchos muertos. Que el presidente eligió el mal menor. En su versión ante el poder de los narcotraficantes no tenía opción. Fue una buena decisión. Le pregunto también qué piensa del saludo del presidente a la mamá del Chapo Guzmán. Toma un tiempo para pensar y después nos dice que eso, tal vez, no fue una buena decisión. Reconoce que no le queda claro por qué el presidente lo hizo. Que sus razones tendría.
La pandemia golpeó los ingresos de Pedro, dueño de una pulmonía. Algo se ha recuperado en la medida que se activa el turismo, pero está lejos de su ingreso a principios de 2020. A lo largo de la hora y media que anduvimos en la pulmonía nos muestra con orgullo su ciudad. Se sabe historias y leyendas. El viaje, ya de noche, resulta muy agradable e interesante. Pedro siempre amable y sonriente, para despedirse, nos reitera: “Aquí amamos al presidente”.
Twitter: @RubenAguilar