En la lucha contra la trata, nuestros enemigos juegan un rol fundamental. La mayoría de ellas y ellos son poderosos aliados de redes multimillonarias
En Gibraltar, España, hay un cañón con una placa que dice así: “Hurra por el Captain, hurra por el San Nicolás, hurra por Martín Álvarez”. La historia de ese homenaje se remonta a 1797, cuando el británico Captain Nelson asaltó en el mar a unas navieras españolas que navegaban por el cabo San Vicente.
Los ingleses, mejor adiestrados que los ibéricos, tomaron con facilidad los barcos enemigos. Pero una de las embarcaciones, el San Nicolás, ofreció una gallarda resistencia: liderados por el comandante Tomás Geraldino, la tripulación se mantuvo en su barco a pelear a sabiendas de que los masacrarían.
La misión más importante recayó en un marinero de 31 años llamado Martín Álvarez, quien se ubicó en la toldilla, donde ondeaba la bandera de su patria, para impedir que la arrebataran. El joven, para sorpresa de todos, resultó un fiero contrincante, que mató a varios ingleses antes de recibir varios disparos que lo derribaron al instante.
El Captain Nelson hizo lo impensable: ordenó a sus hombres bajar la bandera ibérica, pero no para llevársela como trofeo, sino para que envolvieran con ella a Martín Álvarez antes de arrojarlo al mar. Fue la máxima expresión de respeto por el adversario.
Las crónicas de entonces resaltaron el discurso del Captain Nelson: el inglés elogió al español porque su embate enseñó a sus marineros a estar mejor preparados y a anticiparse a la pelea. El enemigo se había convertido en un maestro.
Cuento esta historia porque en la lucha contra la trata de personas nuestros enemigos juegan un rol fundamental. La mayoría de ellas y ellos son poderosos aliados de redes multimillonarias que se alimentan de 120 mil nuevas víctimas anuales —según cálculos conservadores de la CNDH— y de pactos de impunidad.
Pero también son, sin quererlo, nuestros maestros: nos han enseñado a ser más inteligentes, más sagaces, mejor preparados. Cada vez que van a sacar su sable para defender su bandera de ignominia, nosotros hemos aprendido a esquivarlos y tomar sus barcos.
En la defensa por mantener la actual ley general antitrata —con la cual se han conseguido más de mil sentencias a nivel nacional y ha sido aplaudida internacionalmente por su apoyo a las sobrevivientes— hemos aprendido a dar dos pasos adelante cuando ellos dan uno.
De cierto modo, nuestros enemigos nos honran con su desprecio. Cada vez que nuestras acciones ofenden a padrotes, empresarios turbios, falsos activistas y políticos de negra trayectoria, nos hacen saber que estamos en el camino correcto.
Cada vez que nuestros enemigos patean el tronco de nuestras convicciones nos afianzan como árboles con las raíces bien plantadas. Al sacudirnos, dejamos caer el fruto de nuestro trabajo: la defensa de la dignidad humana.
Gracias a ellas y a ellos ahora tenemos un evento mundial de la mano de varias ONG internacionales: #10Días de #ActivismoVsTrata ¡Hurra a los enemigos!
POR ROSI OROZCO
PRESIDENTA DE LA COMISIÓN UNIDOS CONTRA LA TRATA, A.C.
@ROSIOROZCO