Este domingo 6 de junio 2021 México tiene elecciones intermedias. Los cierres de campaña se han visto esta semana en diferentes puntos del territorio nacional y los candidatos han expresado sus propuestas de lo que harían si ganasen la contienda. El discurso se ha centrado en que se vote contra el gobierno en turno para que se vaya y para que la oposición pueda ya ahora si trabajar y hacerlo mejor. Como mexicana viviendo en el extranjero tengo la oportunidad de observar estas elecciones con desapego ya que no estoy dentro de la atmosfera política que vive el país cotidianamente. Esta situación me ha brindado un panorama menos efusivo que no podría visualizarlo si estuviese viviendo en México actualmente.
Al analizar las noticias que llegan desde México, me percato que los discursos de la oposición son los mismos en el fondo y que el objetivo es sacar al partido político Morena sea como sea; en alianzas principalmente, aunque los valores y ética de estos partidos sea diferente, lo importante es no dejar ganar al partido fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Tengo el privilegio de vivir en un país donde su cultura democrática es más avanzada y que gracias al consenso general de esta sociedad, llegan a vivir en un cierto orden que les funciona. Latinoamérica desea tener la tranquilidad que los países del “primer mundo” brindan, sin embargo, sus ciudadanos no quieren tener compromisos de “primer mundo”.
Este escrito será desde mi parecer y emerge de las experiencias que he experimentado y que me han hecho formarme un criterio sin ofuscamiento alguno en relación a estas elecciones. Primeramente, opino que sí, qué el presidente López Obrador ha cometido muchos errores y los enlistare de manera pertinente.
El primer error del presidente Andrés Manuel López Obrador es no haber estudiado en la Universidad Panamericana, o en la Libre de Derecho, o en Harvard. ¿Cómo pretende cambiar el curso de un país si no tiene los estudios básicos que brindan estas universidades? Su segundo error es no tener el decoro, la solemnidad y majestuosidad de un presidente, no llega a la altura de una imagen presidencial como la de Enrique Peña Nieto. Molesta que hable lento, que se muestre torpe, simple, del pueblo, chairo, naco. No se soporta que sea un presidente humilde, que no sea elocuente; aunque la elocuencia como lo expresa Séneca y todos los filósofos, no sirve de nada más que para engañar.
La torpeza del expresidente Enrique Pena Nieto no molestaba tanto, porque su imagen reflejaba a un hombre guapo y alineado con un humor involuntario, recuperando sus frases más chistosas como “No soy la señora de la casa” entre muchas otras. El tercer error de López Obrador es que tenga un origen humilde, modesto y nada ostentoso. Tenemos un presidente que viene del “pueblo”, pero molestan sus actitudes de “pueblerino”. ¿Acaso las críticas a la imagen del presidente reflejan nuestras propias inseguridades como sociedad, como ciudadanos de una nación?
Estas elecciones nos confrontan y sacan a la luz lo que nos molesta tanto como mexicanos. La imagen que damos a nivel mundial y como nos perciben a través de la imagen presidencial. Con esta actitud no se le da valor y dignidad a la imagen del mexicano en el extranjero. Causa pena que no tengamos de presidente a un Justin Trudeau o a un Emmanuel Macron a la cabeza del ejecutivo. Da gusto que destrocen la imagen del presidente en el extranjero, se aplauden las críticas del “The Economist” al llamarlo el falso mesías, en vez de pedir la no injerencia en los asuntos políticos internos del país.
Toda la saña de los letargos que tiene el país se la echan en la espalda, en Ciudad Nezahualcóyotl, en época de lluvias siempre se inunda, por dar un ejemplo de los problemas estructurales que existen, y que siguen sin resolverse desde hace muchos años.
El gobierno mexicano siempre se ha basado en la imagen presidencialista, desde Salinas de Gortari, la poca diplomacia de Vicente Fox con su propuesta a Fidel Castro de “Comes y te vas para qué no me compliques el viernes”. Nadie se atrevía a criticar a un Díaz Ordaz, a un Zedillo, al líder supremo. La oposición se queja ahora de su propia cucharada ¿Qué hace de diferente a estos líderes supremos López Obrador? ¿Acaso en realidad es peor presidente que los anteriores?
Opino que estas elecciones podrían ejemplificar una reivindicación de la soberanía nacional y de lo que somos: feos, tontos, ignorantes, nacos, indios, prietos, morenos, pobres, todo lo que por tantos años hemos renegado. Lo que nos molesta es presentarnos al extranjero con todo lo que se nos ha enseñado a detestar. A nivel mundial seguimos llenando el imaginario colectivo de ser los mestizos desubicados sin rumbo, autóctonos, receptores de racismo. Yo si aplaudo que moleste la imagen del presidente ¡Al menos en eso no copiamos al “primer mundo”! Tal vez de esta manera los países a nivel mundial nos tomen más enserio al aferrarnos realmente a lo que somos.
Este domingo, a la hora de votar, mas allá de lo que has escuchado sobre la imagen del presidente y lo que ha hecho o no ha hecho bien en estos 3 años, reflexiona un poco sobre si estas votando por “despecho” o si realmente crees que, volviendo a cambiar el partido, todo se arreglará. Consuma tu voto respetando la historia, al legado que ha dejado Francisco I. Madero para darte la oportunidad de elegir un mejor destino para tu país.