Por fin concluyeron las elecciones. Por fin terminaron los largos días de campaña y las noches en vela para las decenas de miles de candidatos que contendieron para alguno de los puestos de elección popular que se eligieron el domingo pasado. No hablaré de los resultados, esos ya han sido y seguirán siendo ampliamente comentados en los medios de comunicación y en las redes sociales. Lo que abordaré el día de hoy es lo que sigue para el futuro.
Las campañas se distinguieron, nuevamente, por la polarización y el encono, por lo que la sociedad deberá trabajar en un proceso profundo de cohesión. Lo agresivo y virulento de las contiendas abrió profundas heridas entre la militancia en particular, y en la ciudadanía en general. Y, por si fuera poco, las redes sociales abonaron al odio y la animadversión. Pero eso ya pasó, ahora debemos mirar hacia delante.
En la Cámara de Diputados ninguna fuerza contará con mayoría calificada, necesaria para realizar reformas constitucionales; por lo que se deberán privilegiar el diálogo y el consenso. Un gobierno de coalición será necesario no sólo en el Legislativo, sino también en el diseño y ejecución de las políticas públicas y los programas de gobierno.
El Legislativo deberá trabajar en generar un marco legal adecuado y funcional, apegado a la Constitución, por lo que tendrá que reformar las leyes declaradas por el Poder Judicial como anticonstitucionales, en especial las energéticas, para generar un ambiente propicio para la inversión, que genere certidumbre y los incentivos correctos, y que ofrezca esquemas para la libre competencia y para garantizar el derecho colectivo a respirar aire limpio.
Deberá, también, asignar los presupuestos suficientes para reactivar programas muy sentidos por la población, como el seguro popular. Las estancias infantiles podrían ser fondeadas desde el gobierno federal y operadas por las entidades federativas, para permitirle así a las mujeres participar en el mercado laboral. Tendrá que valorarse el impacto por la desaparición de los fondos y fideicomisos, como los de seguridad, de ciencia y tecnología, si queremos apostarle al futuro.
Es indispensable, también, que desde el Legislativo se fortalezcan las instituciones exitosas y los organismos autónomos, como el propio poder Judicial, el Banco de México, el Instituto Nacional Electoral, la Comisión Federal de Competencia y la Comisión Reguladora de Energía, entre muchos otros.
Las campañas quedaron atrás. Los gobiernos estatales y municipales electos deberán pensar responsablemente y como estadistas: más en la eficiencia y menos en el aplauso, más en la eficacia y menos en la complacencia, más en la productividad y menos en el asistencialismo, y ver por la siguiente generación. Deberán también evitar caer en la burbuja del aislamiento. Accesibilidad, tolerancia y respeto serán cualidades indispensables.
A partir de hoy debemos de dejar de lado los colores partidistas y asumir el verde, blanco y rojo de nuestra bandera. Veamos hacia delante. México necesita estar unido, más unido que nunca. Sólo así podremos vencer las adversidades y triunfar en el futuro… desde hoy