Vivimos en la era digital donde las medidas para la protección de los menores nunca son suficientes, es relativamente sencillo acceder a todo tipo de información que se coloca en la red.
Acompañar a los niños mientras navegan por la Red, estar alerta cuando muestre comportamientos distintos a los habituales o este preocupado, además del conocer la simbología que utilizan los pedófilos puede ser la clave para evitar males mayores.
Estos símbolos han sido del conocimiento del FBI, pero Wilikeaks los hizo del conocimiento público. Los símbolos pueden estar en cualquier sitio, como por ejemplo en carteles; y hay muchos que los llevan consigo todo el tiempo, bien en forma de accesorios de bisutería. Cada uno de estos tiene un significado distinto, pero todos pretenden expresar la misma idea.
Podemos encontrar un triángulo grande que incluye uno pequeño, un corazón que duplica la forma o una mariposa con las alas de diferentes colores.
Óscar Herrero, doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Cuerpo Superior de técnicos de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior afirma que “Hay una especie de subcultura en internet sobre la pedofilia”.
El FBI realizó un informe en 2017 sobre este tipo de simbología donde se afirmaba que había incluso bisutería pedófila. El triángulo azul es el símbolo de los pedófilos que se identifican a sí mismos como “boylovers”, el corazón significa que se tiene interés por las niñas, y la mariposa con las alas azules y rosas significa que le gustan indistintamente ambos sexos. Son símbolos básicos e infantiles duplicados, donde la forma más grande representa al adulto que acoge al pequeño, que sería el dibujo de menor tamaño. Cuanto más fino es el trazo de la línea, de menor edad es el perfil de víctima.
Herrero explica en su informe que: “Hay webs, foros y chats, tanto en la web como el internet oscuro (dark web) que usan este símbolos o etiquetas de corte pedófilo.
Andrés Sotoca, miembro de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Unidad Técnica de Policía Judicial explicó que los términos Boylovers, BL, Girl Lovers o Childlovers son algunos de los nombres que usan en la red para identificarse y huir del término pedofilia. “Sirven para determinar el interés sexual de aquella comunidad pero también es una manera de superar el estigma, como este trastorno está mal visto socialmente se cambian el nombre por términos más exóticos para normalizarlo” mencionó.
Los Virpeds son aquellos pedófilos abstemios, que tienen la atracción sexual hacia un menor pero que no consumen pornografía infantil, que se identifican bajo nombres “Se estima que la pedofilia tiene una prevalencia de entre el 4% y el 10% del total de la población masculina general”, advierte Herrero. Es un trastorno que implica una desviación sexual caracterizada por una excitación ante fantasías o actividades sexuales con niños pre púberes, generalmente menores de 13 años.
Estadísticamente la pedofilia tiene una incidencia entre el 4% y el 10% de la población masculina.
Los pedófilos más peligrosos son los que además de consumir material, han abusado sexualmente de un menor se les consideran como delincuentes duales. “El perfil del dual es el que alimenta la cadena: abusa, produce y distribuye este material”, explica Sotoca.
Los últimos datos del Ministerio del Interior de España, desde el 2011 al 2018, hubo un aumento de un 94% de infracciones penales por hechos delictivos de pornografía de menores. Durante el estado de alarma el tráfico de material pedófilo en redes sociales en España se disparó un 507%, según un reciente estudio realizado por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO).
En las últimas semanas de marzo y las primeras de abril, cuando se endureció el confinamiento, el volumen de tráfico de material de abuso sexual infantil creció hasta las 3.713 IP. Esto supone un aumento de un 24% más que a comienzos de año.
La pandemia ha sido un factor que ha incrementado la circulación de estos contenidos en la red “El confinamiento ha provocado la pérdida de contactos y actividades sociales y ha encerrado en casa a personas con interés sexual en menores a solas con su ordenador.
Esto supone un aumento del riesgo de uso de este tipo de materiales porque tienen mucho más tiempo y se encuentran en un estado de aburrimiento y frustración y puede usar ese consumo como una forma para afrontar ese estrés”, afirmó Oscar Herrero.
El perfil del consumidor de pornografía infantil no es definido, sin embargo, sí existen algunos rasgos característicos de este colectivo que lo diferencian del abusador sexual, este es un hombre joven (38 años de media), con un nivel de estudios alto y empleado. “En general, tienen un menor consumo de alcohol, drogas, menos antecedentes criminales y sexuales y menos psicopatías que los abusadores”, explica Sotoca. Tienen más autocontrol y también más conciencia del delito pero menos identificación emocional con la víctima.
Haber sido víctima de abusos sexuales, tener dificultades en las habilidades sociales, carecer de control psicosocial y de gestión de las emociones y sufrir distorsiones sexuales, como considerar que los niños son objetos sexuales de pleno derecho, son algunos de los múltiples factores de riesgo que pueden explicar este trastorno explican Sotoca y Herrero.
“Es habitual que tengan esquemas mentales o visiones estables del mundo en las que consideran los menores como seres sexuales de pleno derecho, y la visión de que el mundo es peligroso”, afirma Herrero.
El 68,2% de los adolescentes consume pornografía de forma habitual ya que tienen la idea de que las relaciones sociales adultas son peligrosas emocionalmente hablando porque se puede salir herido, y que el trato con los adultos es nocivo. “Por lo tanto la alternativa a estas relaciones adultas tan difíciles son los niños, con quien se pueden establecer vínculos de manera más fácil, y con una relación más honesta y de afecto”, explica Herrero. Una de las características principales de este perfil es el coleccionismo compulsivo. “No es sólo la necesidad de visualizar el material sino también de recopilarlo de forma obsesiva, lo que en algunos casos consideran como un impulso incontrolable”, explica Sotoca.
“En general, los contenidos de pornografía son un material muy ligado a procesos de saciación y habituación, la imagen que resulta excitante en un momento en concreto, deja de serlo cuando se expone unas cuantas veces; por ello, necesitan algo diferente, porque aquel contenido visto de forma repetitiva deja de resultar estimulante”, añadió el psicólogo.
Las imágenes están bien ordenadas y categorizadas, mezclan tipologías de contenidos de diversa gravedad, desde imágenes no sexuales (niños en el parque, por ejemplo) hasta imágenes muy graves (penetración, sadismo …).
Para poder clasificar el material de abuso sexual infantil las autoridades usan escalas para dividir -del 1 al 10, por ejemplo con la escala Copine- en mayor o menor gravedad la victimización de los menores que las protagonizan. En los niveles más altos hay la agresión grave (penetración, masturbación o sexo oral con un adulto) y sadismo y bestialismo (torturas y daño físico a un menor).
Las colecciones de pornografía infantil no son fotos de niños desnudos, son materiales de una gravedad extrema, durísima, donde los niveles más altos de violencia son muy comunes.
Los pedófilos organizan su colección con base a dos ejes: el temático, con base a diferentes prácticas sexuales o en el perfil de la víctima, si es un niño solo, o hay adultos. Y por el otro, el eje narrativo, el más psicológico, que muestra que la persona intenta generar fantasías de pseudointimidad alrededor de un menor.
Sus colecciones tienden a tener imágenes del mismo niño en diferentes grados de sexualización “Esto les permite crear fantasías de que aquel niño los ama, o que está enamorado, y así tener la sensación de una relación más cercana”, destacó Herrero.
Añadió que algunas de estas imágenes por sí solas no serían pornografía infantil, pero sí lo son desde el punto de vista psicológico “Si las ponemos en el contexto de una colección para la persona que las ve son material de carácter sexual”.
“De forma general, los pedófilos tienen una pulsión sexual clara hacia uno de los dos sexos, o bien las niñas, o bien los niños;, hay pocos casos (algunos de los más graves) donde no hay ninguna distinción”, explica Sotoca. Además, tienen perfiles físicos y raciales claros, caucásicos, asiáticos, rubios, castaños…
Una mayoría de los casos de abuso sexual infantil se dan en menores de cinco años “La pornografía infantil es acumulativa; por desgracia aunque se elimine o bloquee el contenido, seguramente alguien tendrá ese material y por tanto volverá a la red”, explica Sotoca.
La reproducción de este contenido se realiza de forma casi automática, se renombra de nuevo el archivo y se distribuye. “Este es uno de los grandes problemas para la rehabilitación de las víctimas de estos abusos porque nunca desaparece de la red”.
“Internet ha cambiado por completo la expresión de este fenómeno -afirma Herrero-, la disponibilidad, la accesibilidad y el anonimato se han convertido en el triple motor de la pornografía en la red”.
Los expertos confirman que en la world wide web hay mucho contenido pedófilo accesible. A modo de ejemplo, a nivel global, el término child porn (pornografía de menores) tanto en Google como en Youtube se ha situado como un término de media-alta popularidad y búsqueda en estos últimos 12 meses.
Estos contenidos se hacen en contextos locales familiares o de “turismo sexual”. Entre los países donde más se elaboran este tipo de material hay América Central y del Sur, Rumania, Rusia y países del sudeste asiático. Legislaciones muy laxas, persecución policial escasa y altos índices de pobreza facilitan el acceso a las víctimas; en ocasiones, proporcionadas por los propios padres.
“La distribución del material la ejercen desde delincuentes que forman parte de grupos criminales organizados para obtener un rendimiento económico hasta individuos que tienen por objetivo compartir información para su propio consumo o para mejorar su estatus social en las comunidades virtuales de pedófilos”, confirma Herrero.
Los consumidores pedófilos, se encuentran principalmente en Europa y América del Norte. Según los expertos, no tienen porque tener un alto dominio de las tecnologías ni un amplio equipamiento electrónico; en general, los contenidos son volcados a servidores de cualquier punto del mundo.
El material de abuso lo realizan delincuentes con fines lucrativos o los mismos pedófilos para autoconsumo e intercambio.
Los foros de apología a la pedofilia no contienen material de abuso sexual pero son espacios donde se defiende este trastorno como una orientación sexual normal. “En muchos casos, estos grupos de apología a la pedofilia se convierten en puertas de entrada a comunidades graves de intercambio y además, son un contexto perfecto para que los individuos autojustifiquen sus conductas mientras reciben el refuerzo de los otros usuarios”, afirma Sotoca.
En ocasiones los integrantes de estos grupos aprovechan estos foros privados como punto de contacto para intercambiar material pornográfico infantil, lo que sí estaría penado. Hay muchas tipologías de grupos de intercambio de material pedófilo que pueden estar en foros o redes sociales, pero en lo más alto de la pirámide están los círculos cerrados o comunidades graves.
Para acceder a una de estas comunidades pedófilas graves, situadas generalmente en el internet oscuro, se puede hacer de varias maneras. Por ejemplo, gracias a la invitación de algún usuario con quien se ha contactado por un foro o red de apología. Por el camino, siempre habrá medidas de seguridad; como cualquier delincuente, quiere saber ante quién está y por lo tanto, la manera de verificarlo es siempre pedir material de abuso sexual.
Para lograr entrar en este círculo es obligatorio ofrecer nuevo material. Según los expertos, es importante que no sea antiguo. De este modo, los pedófilos consiguen dos cosas: por un lado, nuevo material y por otro asegurarse de que el nuevo miembro no es un policía infiltrado.
Una vez llegados a estas comunidades, la presencia de los miembros debe ser de forma asidua, manteniendo la relación y se pide ofrecer, -siempre que se pueda-, material de abuso sexual infantil. Primero como forma para mantenerse en el grupo y, también, porque de esta manera se consigue prestigio social. En este contexto virtual estos individuos consiguen una aceptación y un reconocimiento que en otros ámbitos de su vida no encuentran y se convierten en alguien importante dentro de una comunidad.
Generalmente, son comunidades internacionales donde puede haber miembros de todo el mundo y el idioma utilizado es el inglés. Dentro de estas comunidades graves, hay lo que se conoce como administrador o coadministrador, que serían las posiciones de mayor grado dentro del círculo. Son aquellos que funcionan como coordinadores o moderadores, aportan material y gestionan el grupo y también deciden quién se queda y quién se va.
“Conseguir ser administrador pide mucho tiempo y mucha dedicación, aportar mucho material, no sólo de pornografía sino por ejemplo de conocimientos técnicos sobre informática y privacidad”, detalla Herrero. Estas posiciones de más estatus las ocupan pedófilos que tienen acceso a un niño y por esta razón se les valora muy positivamente.
Según datos a los que ha tenido acceso BBC Mundo, la semana del 17 de marzo (tres días después de que el gobierno español declarase el estado de alarma) al 24, se registraron unas 17.000 descargas de material con pornografía infantil. La semana siguiente, del 24 al 31 de marzo, las descargas subieron a más de 21.000, es decir, aumentaron casi un 25%.
En un informe de la Oficina Europea de Policía (Europol) publicado a principios de abril, su directora ejecutiva, Catherine de Bolle, se declaraba “preocupada por el aumento del abuso sexual infantil en línea” en los países más afectados por la pandemia.
“Estamos todos en casa y constantemente conectados. Todos intentamos hacer en línea lo que no podemos hacer en persona”, afirma Nunzia Ciardi, jefa de la Policía de Correos y Telecomunicaciones de Italia. “Y claramente todos los delitos cibernéticos están en aumento”.
Según los datos a los que tuvo acceso BBC Mundo, entre el 1 de marzo y el 15 de abril de 2019 en Italia se denunciaron 83 delitos por crímenes relacionados con la pornografía infantil en línea. En el mismo periodo de este año- que coincide con el de la cuarentena- las denuncias han sido 181, más del doble.
Esta modalidad supone casi una tercera parte (29%) del material total de abuso sexual infantil de todo el año 2019. Este tipo de contenido autogenerado por las víctimas se grava a través de servicios en streaming y webcams y se comparte online.
Esta es una práctica muy segura porque el abuso en diferido tiene mucho menos riesgo para el abusador y menos control policial. Según los expertos, el turismo sexual en países en desarrollo alimentaba después las redes de distribución con material de abusos sexuales a niños. Sin embargo, para el abusador que lo generaba, suponía un problema de seguridad conseguir sacar ese material del país.
Hoy, los servicios de streaming permiten acceder a contenido sin la necesidad de poner su identidad e integridad en riesgo. En el caso del grooming, hay un engaño al menor para conseguir una primera fotografía y luego, mediante chantaje y extorsión, conseguir material cada vez más fuerte. “Una vez han conseguido una foto se convierte en una rueda de extorsión en la que los amenazan con compartir con su familia y amigos ese contenido”, explica Sotoca.
Las principales víctimas de esta modalidad son niñas (95% de los casos) de entre 11 a 13 años el grupo más numeroso, seguidas de las de 7 a 10 años.
Para conseguir la extorsión, hay individuos que usan estrategias muy básicas y otros muy elaboradas: manipulan y proyectan una imagen de un menor para que el abusado crea que está hablando un niño o una niña cuando en realidad es un adulto. Algunos construyen múltiples identidades en redes sociales y plataformas diferentes para engañar al menor.
El groomer, ya sólo por contactar con niños de manera real tiene mucho más riesgo de convertirse en delincuente dual que el que sólo descarga archivos, tiene más rasgos antisociales y falta de empatía.
Hay dos perfiles, el que quiere que el niño haga lo que él quiere para conseguir material de pornografía infantil y el otro, el que extorsiona hasta el punto de quedar y abusar de él.
Según los expertos, hace unos años, con esta modalidad, los groomers accedían a niños mayores de 10 años, pero cada vez hay más material de menores de entre 7 y los 10 años, debido a que se ha avanzado la edad de tener móvil. Los datos de IWF, confirman esta tendencia y ponen de manifiesto que la franja de 7 a 10 años es la segunda que más sufre este tipo de abuso.
Todos deberíamos hacer esfuerzos significativos para apoyar a los operadores de primera línea en los servicios de protección infantil, los vigilantes de vecindarios y comunidades y también a la policía.
También se debe motivar a los niños para que participen activamente en la respuesta a esta crisis, incluso a través de iniciativas entre pares. De esa forma, podemos asegurarnos de que la dignidad y los derechos de los niños estén protegidos.