CONVERSAR respecto a la nube híbrida, dado que ahora parece que en general contamos con un alto nivel de digitalización, podría llévanos a asumir que tenemos un contexto similar. No quisiera asumir, así que iniciaré desde los fundamentos.
¿Qué es la nube? Cuando escucho a quienes hablan de nube, de inmediato me parece que asocian el concepto a la disponibilidad de ciertas tecnologías como un servicio desde algún lugar del mundo en manos de un proveedor que opera su infraestructura. No es que me desagrade esta conceptualización, pero me gustaría dar un giro y contribuir desde otra perspectiva.
También podemos escuchar conceptos como nube pública o nube privada. La connotación de público o privado nos hace referencia a disponibilidad que tendrían los servicios en contextos abiertos (para múltiples clientes incluso con escalas globales), o en contextos cerrados (quizá para uso exclusivo de algún cliente en escalas más acotadas).
La nube, en particular la nube pública, es además ese “lugar” en el que se implementa toda la innovación que producen las llamadas altas tecnologías (high tech), y desde este lugar se ofrece al mercado con capacidades elásticas y de pago por consumo. Así se ha convertido en la tendencia para resolver las necesidades tecnológicas empresariales.
Es así como veo a la nube pública siendo parte de un modelo de negocio y a la vez una oferta de soluciones tecnológicas con alta innovación que deja de tener los activos tecnológicos y la operación central del lado del cliente.
¿Qué es la nube híbrida? Para profundizar en el concepto de nube híbrida empezaré por explorar desde la palabra híbrido; esta nos invita a pensar en algo compuesto por elementos de distinta naturaleza. Así que cuando hablamos de nube híbrida nos referimos a una arquitectura tecnológica compuesta por elementos que pertenecen a la nube pública y por elementos que pertenecen a las premisas del cliente.
En América Latina se ha observado en los últimos años un movimiento masivo hacia la nube pública para servicios relacionados con la comunicación asíncrona y la colaboración empresarial (correo electrónico, sistemas de mensajería y sistemas de colaboración). Esta tecnología ha sido posible moverla a la nube gracias a que no suele depender de la tecnología con la que opera el negocio, y además genera beneficios casi inmediatos en lo relacionado con las capacidades para la productividad de los colaboradores.
¿Qué pasa con la tecnología que se desarrolla o configura para resolver las necesidades particulares de una empresa? Una solución genérica configurada de forma estándar no podría resolver las necesidades operativas de empresas con necesidades distintas, y menos aun cuando la ventaja competitiva pudiera estar en el desarrollo de la tecnología o en mantener el control de los datos. Es en estos casos que el movimiento hacia la nube no había sido tan veloz en América Latina; las empresas necesitan conservar las particularidades de su tecnología, así como el control de sus datos, y el rediseñar todo para operar desde nube pública puede ser costoso, complejo y, en algunos casos, fuera de la norma.
Ante esta problemática surge la nube híbrida. Es la posibilidad de que las empresas conserven en sus premisas la tecnología que les permite diferenciarse sin necesidad de rediseñarla, y a la vez aprovechar elementos de la nube pública que amplifican sus posibilidades, por ejemplo: modificar ligeramente la arquitectura de un software para permitir hospedar su base de datos en la nube pública, permitiendo generar analítica avanzada de datos con inteligencia artificial, y a la vez habilitando capacidades elásticas a la base de datos sin los límites de la infraestructura de almacenamiento en las premisas del cliente.
La nube híbrida se ha convertido así en la mayor posibilidad para las empresas en América Latina para aumentar su competitividad, administrar mejor sus recursos y acceder a la innovación sin necesitar rediseñar de fondo sus arquitecturas tecnológicas.