Soberana, la vacuna cubana

Pablo Espinoza relata en El Canto de la Aeda que en uno de sus encuentros de Carlos Montemayor con Fidel Castro, los ahora memorables escritor y comandante ofrecieron este diálogo:

—Comandante: los zapatos de la mayoría de los zapatistas son de piel humana: van descalzos; sus rifles son de palo; los paliacates cubren una parte de su rostro e incendian su mirada.
—Comandante, si alguien sabe de guerrilla aquí, es usted —le dice Carlos—. Sus preguntas son las exactas: nos llevan a puntos que de otra manera quedarían ciegos.
—Nooo, chico, la estrategia siempre depende de condiciones y variables. Sí es cierto que los indicios pueden orientarnos, pero debemos tener en claro el objetivo final. Ese es el meollo.

Con ello recuperamos la cosmovisión del líder histórico revolucionario Fidel Castro y su sentido realista de la eficacia para alcanzar sus metas nacionalistas; justo a pocos años de su muerte, cobra nueva notoriedad el haber creado bajo su presidencia el Instituto de Investigaciones Finlay de Vacunas, que cosecha nuevas glorias científicas para su país y seguramente a escala internacional.

El Instituto Finlay de Vacunas es la institución líder de vacunas en el país. Su historia está marcada por la creación de la vacuna antimeningocócica VA-MENGOC-BC, que contribuyó a controlar una epidemia de meningitis bacteriana en la década de los 80 y marcó el inicio de la Biotecnología en Cuba.

Veamos:

El mundo entero enfrenta con determinación al virus del SARS-Cov-2, los estragos causados a todas las economías son incalculables.

México registró un decrecimiento del 8.5 del PIB en el 2020. La tasa de letalidad es una de las más altas del mundo. Cuando analizamos la gráfica que muestra las unidades de vacuna aplicadas a la población mexicana de 127 millones, se observan claramente intervalos que demuestran suspensión de la aplicación: la respuesta es que no hemos contado con vacunas suficientes, tampoco han sido entregadas con oportunidad.

En el mes de febrero se habrán aplicado poco más de dos millones de vacunas: nos hacen falta, urgentemente, por lo menos 100 millones de vacunas.

Razones e intereses comerciales y geopolíticos se sobreponen a los ideales de la salud pública.

Las farmacéuticas le han incumplido a México; sin vacuna la lastimada economía mexicana no podrá levantarse. En fecha próxima rebasaremos 200 mil fallecimientos, desde la contabilidad gubernamental.

Algunas naciones son exitosas en el manejo y control de la propagación de este mortal virus, como Israel, Nueva Zelanda, y en América latina: Chile y Cuba.

La meta cubana es alcanzar inmunidad para la totalidad de la población que rebasa los 11 millones de habitantes.

El número de cubanos fallecidos no llega a 400.

En la plataforma “Redacción Médica” se advierte que la particularidad de esta vacuna es que es la primera frente al coronavirus conjugada con un toxoide tetánico, estrategia que ya se utiliza en otras inmunizaciones como las meningocócicas.

La ventaja de este tipo de vacunas es “que se conservan a temperaturas entre dos y ocho grados y tiene una capacidad más alta de escalabilidad” lo que significa que no se elevan los costos de producción.

Dagmar García – doctora en química farmacéutica y científica inmunóloga-, directora de Investigaciones del Instituto Finlay de Vacunas, sostiene que la Soberana Dos, mezcla proteína con un toxoide tetánico que incrementa el nivel de anticuerpos neutralizantes.

El Instituto Finley, declara la Dra. García, es una institución que cierra ciclos, que conduce los proyectos desde la investigación, el desarrollo, hasta la producción y comercialización. Esa fue la concepción de Fidel Castro para estas instituciones, y eso las hace más eficientes.  Hoy tenemos la misión social de producir la mayoría de las vacunas del programa nacional de vacunación, e investigamos nuevas vacunas que el país necesita.

El 19 de mayo el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez señaló que “aunque haya vacunas de otros países, nosotros necesitamos la nuestra, para tener soberanía”. A partir de ese momento cambiaron las prioridades de trabajo en nuestras instituciones -el Instituto Finlay de Vacunas (IFV), el Centro de Inmunología Molecular (CIM) y la Facultad de Química de la Universidad de La Habana-, y comenzaba a correr el tiempo. Todas nuestras capacidades científicas e intelectuales se volcaron en función de este objetivo.

La huella patriótica de Fidel Castro quedó indeleble en su respeto y confianza por sus científicos y con ello, como eslabón estratégico de la preservación de su soberanía. La revolución científica cubana en el testimonio de la Dra. García no admite sombras:

Ante el ensayo clínico de Soberana 01, las capacidades científicas de Cuba son fruto de la genialidad de Fidel Castro, porque apostó por el desarrollo de la Biotecnología hace más de 30 años, cuando aún no había un éxito rotundo de esta ciencia en el mundo. Cada una de las instituciones del sector biotecnológico cubano hoy integradas en BioCubaFarma, fueron creando capacidades tecnológicas y niveles de especialización diferentes para la investigación, desarrollo y producción de vacunas preventivas y terapéuticas, anticuerpos monoclonales, fármacos novedosos, entre otros.

Pensamos que la Secretaria de Salud y la Cancillería de México debiesen visitar la Isla lo más pronto posible, para conocer las fortalezas de su modelo de gestión ante la pandemia, sesionar entre sus consejos de salud a nivel binacional y valorar la eficacia de sus vacunas, una de las cuales en esta semana comienza la fase 3, la denominada Soberana Dos.

Luego entonces habrá que valorar los resultados de esta vacuna cubana y de ser positivos, suscribir convenios para que Cuba nos pueda exportar su vacuna o incluso producirla en nuestro país de manera masiva.

Si continúa el proceso de vacunación al ritmo que lo venimos haciendo pasará mucho tiempo para que la mayoría de la población esté inmune y, por tanto, la economía pueda desplegarse evitando menos costos y consecuencias delicadas para todos los segmentos de la población.

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