Desde la década de 1950, el tono de rosa que conocemos como “mexicano” ha sido un símbolo importante de México pues, junto con otros elementos de nuestra cultura, ayudó a crear en ese entonces una identidad propia. Aún hoy, en nuestro país, es fácil encontrar este tono por todas partes, una especie de color magenta intenso.
Gracias a Valdiosera, diseñador que se inspiró en varios grupos étnicos de nuestro país y en el color de las bugambilias. En 1949 este creador presentó una de sus colecciones en un desfile en Nueva York. Éste impactó tanto a los espectadores como a la prensa que, interesados en la paleta de la colección, le preguntaron cómo había concebido sus creaciones; él explicó que el color preponderante de sus diseños, el atrevido e intenso rosa, era un color característico de la cultura mexicana. Así es como un periodista en Estados Unidos lo bautizó como ‘Mexican pink’.
Al haber logrado condensar a la cultura mexicana en un color y usar la indumentaria para presentar riqueza del país, Valdiosera tuvo gran éxito, y a partir de ese momento el “rosa mexicano” comenzó a utilizarse de manera continua, sobretodo en lo que se creía típico de México, cómo lo son adornos en vestidos, branding de distintas marcas, calaveras de azúcar, papel picado y, tiempo después, la primera línea del metro de la CDMX.