El primer problema es dimensión. 60 mil créditos para apoyar a MIPYMES con 25 mil pesos en el plan de reactivación de la Secretaría de Economía es un horizonte muy corto. Un millón de ellas no sobrevivieron a la pandemia en 2020, y para la gran mayoría, el monto del préstamo es insuficiente para salir a flote. Ese mecanismo ya se utilizó en los meses del primer encierro y estuvo muy lejos del impacto esperado. La conclusión es axiomática: obtener resultados diferentes requiere soluciones diferentes.
En las empresas de mayor tamaño el panorama no es distinto. La construcción es un parámetro muy representativo. De acuerdo con el Inegi el valor de producción generado por ese sector cayó 23.8 por ciento en noviembre con respecto al año anterior, y el personal ocupado fue 19.2 por ciento menos.
El Indicador Global de la Actividad Económica muestra una reducción de 3.5 por ciento, lo que a primer vistazo no parece tan mal pero únicamente porque las actividades primarias, como la producción del campo, fueron las únicas que crecieron 8.9 por ciento. Las secundarias retrocedieron 3.3 y las terciarias 4.5 por ciento.
¿Qué otras acciones plantea la Secretaría de Economía? Básicamente, reedita los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo 2019. Impulsar el mercado interno mediante la industria 4.0 y desarrollar más cadenas productivas hacia los sectores exportadores, para impulsar así el comercio internacional.
Por otra parte, apoyar a las siete regiones del país con los proyectos ya conocidos, como el Tren Maya en el sureste y la zona libre en la frontera norte. Otro eje es atraer inversión mediante las embajadas y consulados, y la construcción de infraestructura, plan del que el gobierno y la IP ya han anunciado 2 etapas con 525 mil mdp en comunicaciones y transportes, logística, energía, agua y medioambiente.
Pero se avecinan más obstáculos. El presidente estadounidense, Joe Biden, retoma la actitud trumpista de proteccionismo comercial aun cuando la globalización significa que las fronteras no determinen la adquisición de mercancías y servicios, sino la libre competencia.
Si capitales y personas fluyen, se crean condiciones para la igualdad, construcción de oportunidades, especialización y por lo tanto riqueza.
En cuanto al mercado interno, ¿cómo aterrizar los planteamientos en una reactivación económica para las personas? Justo así, poniéndolos en práctica. Es precisamente en este punto donde aplica el valor de la libertad.
El empresario Ricardo B. Salinas propone eliminar regulaciones excesivas y ataduras para dar paso a la creatividad y la innovación, que son lo único que puede sacarnos a flote. La pandemia no se ha extendido porque los prestadores de servicios no tengan las medidas y precauciones sanitarias correctas, ni porque los emprendedores y trabajadores no actúen responsablemente. ¿Por qué entonces tenerlos atados de manos?
También habla sobre el valor del liderazgo. El líder de un país, de una sociedad o de una empresa, debe medir el entorno y el efecto de sus decisiones y darles continuidad o reenfocarlas en busca de los mejores resultados. Más allá del bienestar que eso genera, las personas aumentan o disminuyen su ánimo en la cohesión y compromiso que mantienen con ese liderazgo o se crean disensos que terminan acentuando la crisis.
Salinas Pliego propone un programa al que llama Zona Libre Para los de Abajo, con tres ideas claras: carga fiscal muy baja y fácil de cumplir, bajar todos los requisitos sanitarios y simplificar trámites también en lo referente a los asuntos legales para los emprendedores y pequeños empresarios. Los programas asistenciales no son la solución. Hay que aprovechar esa cultura mexicana de que echándole ganas se puede salir adelante, y construir cadenas de valor, libertad, innovación y prosperidad.
POR ADRIANA DELGADO
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@ADRIDELGADORUIZ