Las Administradoras de Fondos para el Retiro fueron creadas en México en 1997, con la Ley del Seguro Social de ese mismo año, tras un sistema de pensiones en números rojos, pues en la década anterior, las pensiones dependían directamente del Instituto Mexicano del Seguro Social y eran financiadas por los trabajadores activos, situación que dejó de tener viabilidad al existir un diferencia entre el patrocinador y los beneficiados, pero con todo el derecho a recibir su pensión, pues como trabajadores también cumplieron con esa obligación.
Creadas como un nuevo instrumento eficaz para asegurar las pensiones de los trabajadores activos y futuros jubilados; cuya naturaleza es ser entidades financieras que administren los recursos de retiro, mismos que además son usados como instrumentos de inversión, significando un incremento del saldo final. Además, se cuenta con un Instituto que regula a cada una de las administradoras, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro (CONSAR), el cual asegura para todos los afiliados una pensión para su retiro.
No obstante, al encontrarnos en el marco de una sociedad continuamente cambiante, al igual que sus necesidades, el Sistema de Ahorro para el Retiro de igual forma ha evolucionado, sufriendo modificaciones en su marco normativo en beneficio del trabajador, como la reducción de semanas cotizadas, el aumento de las aportaciones patronales, reducción de las comisiones sobre saldos administrados y comisiones intermediarias sobre inversiones; que generan y garantizan un incremento en la pensión.
Además, respecto a las aportaciones tripartitas a las cuentas individuales sus rendimientos se encuentran al alza, llegando en el 2020 hasta significar un 2.5 veces más de la cantidad aportada. Generando mayor confianza, reflejada en el aumento para el año inmediato anterior, del ahorro voluntario en un 29.1% e incluso integrando la opción para nuestros connacionales que radican en el extranjero, de tener acceso al ahorro para su retiro a través de transferencias financieras.
Sin embargo también existe una situación no muy alentadora, pues con los ya de sobra conocidos efectos adversos derivados de la pandemia por Sars-CoV-2, como medidas sanitarias necesarias pero que potencian las afecciones a las economías locales, cierres de negocios con actividades no esenciales que ha llevado a la quiebra a varias pequeñas y medianas empresas, el confinamiento necesario y gastos derivados del tratamientos de esta enfermedad, han determinado que de acuerdo a un estudio realizado por el Financiero, el 44.5% de la población nacional, no perciba lo necesario para la adquisición de la canasta básica.
Resultado de lo anterior es el creciente retiro por desempleo permisible por las AFORES, significando un aumento del 61.3% anual, pues tan solo en el 2020 los retiros ascendieron a 20,060 millones, lo cual es preocupante pues la tendencia marcada deja desprovisto un futuro, mismo que en la actualidad no se visualiza si no existe salud, ni estabilidad económica mínima para la subsistencia de las familias mexicanas.
Dejándonos como única salida, el cuidarnos para mantener nuestra salud, necesaria para poder trabajar y así salir avante de esta dura realidad en busca de un futuro más esperanzador.
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