El 20 de enero del año 2021 quedará enmarcado por la historia, quizá no tanto por la toma de protesta del presidente estadounidense Joe Biden, sino más bien por cómo llegó ese día.
Es conocido por muchos el cuatrienio de Trump, por ser por lo menos peculiar y falto del ejercicio de la diplomacia y multilateralismo en toda la extensión de ambas palabras. En los próximos meses seremos testigos de la extinción o continuación de la tentación de algunos para que impere el supremacismo de la “raza” blanca. El tiempo nos lo responderá. También fuimos testigos de una intentona por entorpecer el traspaso de poderes por parte de Trump y sus seguidores al tomar el Capitolio como lo mencioné previamente en esta misma columna.
Acabada la tormenta, la toma de protesta de Biden es por lo menos peculiar, sin público y con un cuestionamiento previo de su legitimidad como presidente ganador, se enfrenta a muchos retos que seguramente en el mediano plazo podrá resolver. Hay que recordar que Biden sí pertenece a la clase política norteamericana y que los años que lleva siendo servidor público le servirán para poder al menos, intentar negociar con sus pares y con sus connacionales legisladores.
He visto en diferentes medios de comunicación y medios sociales digitales comentarios de esperanza en las que se vislumbra la vuelta a un discurso más mesurado y tolerante, así como la posibilidad de volver a un multilateralismo mundial que le de un respiro a las confrontaciones.
Coincido en que el discurso será mucho más mesurado, sin embargo, no soy tan positivo en cuanto a la vuelta al multilateralismo, entre otras cosas porque Estados Unidos nunca ha creído en el y ha actuado en consecuencia, estando un demócrata o republicano, Estados Unidos siempre velará por sus intereses, aún y cuando esté en la biblia el concepto de fraternidad y amor al prójimo. Los presidentes juran su cargo en la biblia, por cierto.
La caída de la hegemonía estadounidense está muy próxima, China le ganará la partida, tarde o temprano, esto lo dice la historia y sus sanos ciclos naturales, es por ello que no veo a Estados Unidos promoviendo un multilateralismo salvo que tenga la partida pérdida completa y eso, quien sabe. El tiempo lo dirá.
Sin duda las tres primeras órdenes ejecutivas de Biden son positivas para la vuelta a una diplomacia y el bienestar occidental: “cubrebocas obligatorio”, “regreso al acuerdo de París” y “frenar el muro fronterizo con México”.
Estas decisiones son poderosamente simbólicas para un arranque presidencial, pero esto no significa que Estados Unidos deje de contaminar (el lobby petrolero es muy poderoso en EEUU) y tampoco significa que la política migratoria con México vaya a cambiar, al menos no en el corto plazo. No hay que perder de vista que Biden es un político profesional, y como en cualquier parte del mundo, se promete mucho, pero no se sabe cuanto vaya a cumplir o poder cumplir.
Habrá que darle tiempo, pero lo que sí celebro es que haya llegado a la vicepresidencia de EEUU una mujer de origen afrodescendiente y la ida de un racista en el poder, poder mundial, por cierto. Dios bendiga a América, hasta la Patagonia.
Carlos Gonzalo Blanco Rodríguez
Derecho Internacional
@cgonblanc