Era el año de 1972, el mes de febrero, cuando tuvimos el honor los alumnos de la primera Generación del Instituto de Capacitación Política (ICAP) 1971-1972, de estar presentes en el antiguo auditorio: “Plutarco Elías Calles”, en edificio principal del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, ubicado en Avenida Insurgentes, esquina con Ferrocarrileros, de ciudad de México. La fecha, del 21 de febrero de 1972, íbamos a escuchar un largo discurso derivado de la experiencia del mejor político de su generación: venida ésta de las décadas del Cardenismo, en su juventud reciben enseñanzas de aquellos que como Heriberto Jara, Francisco Mujica, Narciso Bassols, Andrés Molina Enríquez y muchos más, quienes al participar en la contienda sangrienta de la revolución de 1910, estaban abiertos a esa experiencia dolorosa, para señalar de la responsabilidad de educar en amor al país, pues el movimiento armado que dejó más de un millón de muertos; aprendiendo de esa generación que por edad mayor supo de la violencia y hechos sangrientos surgidos del noviembre de 1910 y más allá de principios de los veinte del siglo XX; cuando se funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR). Por ello el discurso de Jesús Reyes Heroles en su toma de protesta como presidente del Partido Revolucionario Institucional no es un hecho intrascendente: como sí sucede con la mayoría de discursos y textos que se pronuncian en miles de mítines, ceremonias o claustros académicos. Su discurso es primera lección de un político que en teoría y praxis enseña, al político en su deber de intelectual obligado. Recordar que Jesús Reyes Heroles sí es político que hace en primera persona sus discursos, para decir en tribuna parlamentaria, o en mítines; particularmente en tiempos en que es presidente del Comité Ejecutivo Nacional, entre 1972 y 1975, deja honda huella de enseñanzas en ciencia política, pero también, en campo de filosofía, teoría social y visiones de una utopía llamada partido político, como el moderno “Príncipe”. Prueba de ello, es que el libro titulado Discursos Políticos (1972-1975), es materia de estudio sobre el papel del dirigente en la vida social y la lucha por el poder político. En fecha del 21 de febrero de 1972, al dar el discurso de Toma de Posesión como presidente del PRI en el país, fue para quienes asistimos extensa cátedra de sabiduría del sabio de la vida política del país y del mundo. Largo texto para escuchar a un maestro de la política. Por ello los presentes, vivimos el momento de un partido político que estaba —a pesar de sus errores—, en lo alto de la conducción de la patria. Fue a unos pocos, cientos, y no miles, en lo que corresponde el auditorio de ese edificio, que fuera inaugurado por el presidente Adolfo López Mateos, antes de abandonar el cargo de la primera magistratura del país. Con detenimiento leo el discurso, para ir buscando, si como dicen sus adversarios: Jesús Reyes Heroles <<es sólo un político de ocurrencias y de frases>>, pero sin ninguna idea que sistematizara la vida política del país y del propio partido. No era así, por ello comenzó guardando distancia y respeto, ante el acto que le toca presidir: “Por decisión de mis correligionarios asumo la máxima responsabilidad a que como revolucionario mexicano puedo aspirar.” En estas palabras da otra lección a militantes y simpatizantes, a los dirigentes. Siempre, es pregunta obligada, de cuándo un ciudadano que alcanza un cargo importante en política va a poder hablar con verdad y valentía, si no es, precisamente, cuando le toca dirigir la presidencia de su Partido a nivel nacional. Al ser presidente de la República, Gobernador de alguna entidad o presidente municipal —se ve obligado—, a utilizar palabras de “diplomacia”, para no decir toda la verdad, o por el peligro de enemistarse con fuerzas ajenas al partido al que pertenece: para no entrar en confrontaciones, que muchas veces, ocasiona más problemas, que soluciones, o distraen de lo fundamental.” La dirigencia de partido político, es una posición que parte de principios ideológicos. Es principal posicionamiento para mantener los principios éticos, de recto comportamiento y responsabilidad ante sus militantes y ante la ciudadanía. No es pues, una posición para la banalidad o el oportunismo, muy propios de las ideologías nazifascistas o del populismo: el tomar día a día una diversa posición, que cae en los abismos de la derecha en sus peores momentos de fobias racistas, venganzas y violencia social, o de actitudes ‘izquierdistas’ o, si acaso, cuando bien les conviene, desde el centro, según convenga al horario, al clima o a la ocurrencia con tal de mantenerse en el poder político. Jesús Reyes Heroles habla sin miedo. No le preocupa que el presidente de la República le vaya a regañar por haber dicho algo o algunas cosas con las que no concuerda con el nuevo dirigente partidista. Porque bien se sabe que los ‘líderes’ temerosos no dicen nada que no pregunten: <<para que la riego, si puedo preguntar al jefe, dicen>>, con sorna o cínicamente, en lugar de reconocer su cobardía. El nuevo dirigente hace su discurso, aplica sus estudios y toma responsabilidades.
En su discurso el nuevo presidente expresa en febrero de 1972: “Hoy y aquí debemos todos juntos iniciar una nueva etapa en la vida del Partido Revolucionario Institucional. Una nueva etapa que debe caracterizarse por el aprovechamiento íntegro del impulso adquirido en el pasado, para alcanzar nuevas metas y otear las exigencias del dinámico México de nuestros días.” Es un hombre de su tiempo, que sabe los peligros que la república tiene ante sí, pero que también sabe, porque lo ha aprendido en el estudio de la historia de México, que las condiciones políticas que llevan a la democracia son suficientemente sólidas en un país que tiene décadas de paz social. Estabilidad social y paz social. Esa es la realidad de México, que no es el “México bárbaro” del siglo XIX. Pero que en el siglo XX tiene movimientos sindicales o levantamientos de guerrilla, con el fin trastocar el poder por medio de las armas, o por la presión que surge de huelgas: ferrocarrileros y médicos durante el gobierno de Adolfo López Mateos, por ejemplo. Lo que habla de un país que no es totalmente un mar en calma, como siempre se pensó por décadas en la vida latinoamericana. Mucho menos —al recordar que sólo cuatro años antes de 1972—, en 1968, se sufre el peor momento de vida social y democrática a que aspira el buen mexicano a finales del siglo XX. Sabiendo ello, Jesús Reyes Heroles dice: “Difícil por todos conceptos será esta nueva etapa, que por igual demanda sensibilidad, reflexión, estudio y acción ininterrumpida para conjugar el pensamiento que nos orienta con la realidad que debemos transformar, dentro de la legalidad y por la vía institucional. Contamos, sin embargo, con todo lo necesario para salir airosos en esta nueva etapa. Para aguijonearnos, hagamos como si ésta fuera nuestra última oportunidad, para hacer todo lo que debemos hacer.” Estudioso del pasado, sabe los problemas del presente, y vislumbra el futuro con preocupación. Los que le conocen como compañeros de generación o sus colaboradores en el trabajo; sus alumnos saben que es “Maestro” en toda la palabra. De los que enseñan como lo hace el filósofo Sócrates, sin aceptar disculpas para holgazanear, ser banales o desperdiciar el tiempo, inteligencia y talento. La primera generación del ICAP (1971-1972) que asistimos a ese evento, éramos muy jóvenes en febrero de 1972. Por lo que escuchar a quien era el mejor político de ese tiempo, nos deslumbró por el dominio discursivo que desde la tribuna ejercía. No podíamos sin saber, que escuchábamos a un sabio de la política; que reunía cualidades de intelectual y experiencia en administración pública y praxis política. Un año de capacitación política de tiempo completo en ciudad de México, fue motivo para abrir los ojos y darnos cuenta de la clase política que estaba al mando del Estado en aquella década de los setenta del siglo XX. Un año fue poco, pero estábamos aprendiendo de lo mejor que tenía el PRI a nivel nacional en esos años. Un México diferente, con mucho, al respecto de éste que vivimos en el año 2020. Un México donde el rostro del siglo XX no se reconoce, pues el pluralismo del que es artífice Reyes Heroles se convierte en fortaleza del país, a pesar de lo que se diga en contra. Ellos es motivo para que México no entrara a peligrosos conflictos sociales. Hoy es diferente en este siglo, vemos la debilidad al insistir en retornar a etapas de enfrentamiento de clases en el sistema democrático. El veracruzano es el intelectual que escribe un texto cuyo título dice todo: La historia y la acción, (Madrid, 1972), para él la historia es eso: acción, sólo que hay de la buena y aquella que siendo mala destruye el tejido social y espacio de convivencia. Cuando se revisa la obra escrita de Reyes Heroles se encuentra gran cantidad de aportaciones al México, que él quiso progresista e igualitario en bien de la población. Así piensa y actúa en su labor de administrador público, de político ejemplar.