El feminismo no es solamente un movimiento reivindicativo contra una discriminación, es ante todo un humanismo. Es decir, una conciencia y una voluntad de universalidad fundamentadas sobre una cultura. El feminismo es un estudio, una investigación, una erudición, una enseñanza. Una visión nueva o si se prefiere complementaria del hombre y de su política. El feminismo, como todo humanismo, tiene de cartesiano el que intenta poner todo en cuestión para juzgar por sí mismo.
Mi reciente invitada al programa Cadena Verde, Renata Aguilar Flores Orona, quien es una tremenda mujer a captado nuestra atención desde un punto ideológico revolucionario e innovador para nuestra generación ya que nos brindó una nueva perspectiva en donde pudimos comprender el ¿que qué pasa? si digo… ni feminista ni machista: soy todo en uno. Humanista. Si bien nos hemos acostumbrado, y así hemos crecido, aceptando un sistema ambivalente que es positivo o negativo y tal vez –en el caso de que nos mostremos indiferentes– neutro. Pero hasta lo neutro lo queremos desplazar hacia un polo. El nuestro.
Las reflexiones que a continuación expongo son inspiradas por el argumento expuesto a un servidor por parte de Renata Aguilar, partiré del fundamento de que hay que aceptar que todo convive en realidad. Como el pasado que arrastras a tu presente y el futuro que en este mismo instante estás ya creando, aunque aún no lo sepas. Todo convive aquí y ahora. Ese es el poder del ahora, que diría Tolle. Que todo se junta y vive en ti y en este mismo instante. Hasta que la manipulación genética no diga lo contrario, somos la suma de dos polos aparentemente opuestos y que hacen uno: tu identidad. Dos polos que parecen de signo contrario y están en ti. Somos frutos bien combinados (al margen de criterios estéticos) de esos dos polos que parecen opuestos pero que vemos y sentimos como naturalmente unidos. Así lo deberíamos de concebir. El masculino y el femenino están en mí como lo están en ti.
Hay que dejar de lado el entendimiento de un hombre como concepto universal y como poseedor de una condición que deviene de la naturaleza humana y que le es inherente por el solo hecho de serlo. Por ejemplo, en la teoría existencialista Sartre expone que el hombre no nace con una esencia que lo define como hombre, sino que llega a serlo: “Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos, que son ineludibles”.
Todos los seres humanos podrán tener proyectos distintos que varíen entre sí de acuerdo con su existencia. Sin embargo, para Sartre, existe un proyecto básico que viene adherido a la estructura del para sí, que consiste precisamente en esa libertad que se posee para alcanzar toda posibilidad. Sobre esto, la teoría de género dirá que esta libertad, que también les corresponde a las mujeres para construir con sus acciones el proyecto de mujer que deseen estar truncada por las tradiciones de una sociedad patriarcal y las marcadas desigualdades entre varones y mujeres. Del mismo modo que Sartre escribe que en el ser humano “la existencia precede a la esencia”, la teoría de género explica que no existe nada en la naturaleza humana que determine la esencia de la feminidad o de la masculinidad. Sino que lo que se piensa son los hombres y las mujeres, lo que se asume como patrón de las relaciones entre ambos son ideas que no reflejan simplemente datos biológicos, ni que se elaboran exclusivamente a partir de ese tipo de información. Sino que, por el contrario, son en buena medida un producto de procesos sociales y culturales
El feminismo no puede así ser el opuesto del machismo ni el hombre ser opuesto a la mujer. Porque fundidos en ti combinan muy bien. Pero eso lo sabrás cuando hayas alzado la vista bajo la bombilla de una luz humanista que te guiará más allá de los estigmas. Haciéndote ver que vibran en armonía dentro del mismo ser. Para entender que igual que defiendes el derecho de tu mano izquierda a tener cinco dedos activos defiendes también el derecho de tu derecha a tener esos mismos cinco dedos igualmente activos. Quizá por eso fuimos creados con dos piernas que juntas nos ayudan a caminar y con dos manos que juntas nos ayudan a crear. Negarlo es dejar al humano lisiado. Todo se une aquí. Todo se une en ti.
Por eso creo que es tiempo de revolucionar y educar a las nuevas generaciones en un humanismo que en su esencia considere que tanto el hombre como la mujer son seres iguales en dignidad y, lo deben ser en respeto y en oportunidades, pero que hay diferencias que son complementarias y en ello radica la riqueza de la humanidad, que se refleja en forma natural al buscar el hombre y la mujer consolidar su plenitud en una familia donde ambos puedan entregar en su totalidad todas sus cualidades, físicas, intelectuales y espirituales para conformar una familia que después proyecte esos mismos valores a la sociedad, y que los hijos vayan creciendo sanamente no sólo de cuerpo sino de espíritu.