Estructuras contra ciudadanos libres

En un México predominantemente cristiano, todos los creyentes conocen el juicio de Jesús. Como es sabido, el sanedrín, que era el consejo supremo de los judíos, se confabuló para condenar a Cristo y como parte de su estrategia envió a un numeroso grupo de personas para que presionara a Poncio Pilatos.

Ese grupo, controlado por quien presidia el sanedrín, Caifás, fue quien votó para que se soltara a Barrabás y fue quien gritó a todo pulmón ¡crucifícale!

Seguramente entre quienes conformaban la turba se encontraban personas que consideraban a Jesús inocente, o incluso les habría hecho algún bien, pero la orden fue tajante y ellos siguieron las instrucciones al pie de la letra, sin entender a cabalidad las consecuencias de sus acciones.

Ese grupo de personas, que atendiendo a un interés personal actúan aun en contra de su conciencia e incluso de su familia, amigos o de la sociedad en general es lo que hoy denominamos “estructura”

Y en la actualidad, en un régimen de partidos políticos, cada partido cuenta con una estructura similar a la del sanedrín.

Esa estructura está conformada por ciudadanos que, pertenecientes al partido o no, reciben algún beneficio de ese partido hecho gobierno, como puede ser el estar inscrito en un padrón de beneficiarios de programas, sean tarjetas en donde reciben mensualmente depósitos en efectivo, o bienes como carne, huevo, leche, despensas, pintura, piso de cemento, pies de casa, empleos en la burocracia, apoyos a emprendedores, financiamientos a microempresas, créditos al campo, condonaciones a grandes empresas, proveedurías gubernamentales y un sinfín de mecanismos que alcanzan a los más pobres, a la clase media y a los más ricos también.

Así pues, la estructura está conformada por ciudadanos de todos los niveles socioeconómicos y culturales.

Esas estructuras apoyan mítines electorales y eventos gubernamentales, se movilizan en las redes sociales, firman desplegados, financian candidatos, colocan funcionarios públicos, y todos, absolutamente todos, atienden a su interés particular antes que a ninguna otra cosa.

Los pobres venden su voto, los ricos financian a todos los candidatos para jugar a la segura y garantizar contratos.

La gran debilidad es que éstas estructuras son mercenarias, se venden individualmente y en grupos al mejor postor, cambian de amo, dan bandazos, son traicioneras.

Y los procesos electorales no son otra cosa que la lucha de las estructuras partidistas por obtener y/o mantener el poder, hacerse del botín económico que representa el presupuesto y seguir manteniendo sus beneficios.

Esas estructuras, a las que posiblemente perteneces sin reconocerlo, son idénticas a aquella que condenó a Cristo al calvario.

Por conservar el ingreso, el trabajo, el apoyo y pensando tal vez que sólo simulan, son piezas de una maquinaria destructiva, que desvía recursos públicos y condena a muchos a la sumisión y a la mayoría a la pobreza.

El interés personal moldea las conciencias, obnubila la razón, nos lleva a ver sólo lo que queremos ver y lo peor, a justificar lo que en justicia se debería condenar enérgicamente.

Muy pocas personas pueden jactarse de ser libres, de ver lo bueno y lo malo, de apoyar algunas posturas y otras no, de ser analíticos y críticos, pero lo más difícil, el anteponer el interés de la nación al suyo propio.

En el 2021, requeriremos de todos aquellos que no dependen de un partido o gobierno para comer, de quienes pueden asumir posturas valientes, sensatas, coherentes con sus valores y su forma de pensar.

El número de esos ciudadanos es mucho mayor que cualquier estructura partidista, pero su apatía y su pasividad permite que otros decidan por ellos y que les mantengan secuestrado su futuro.

En el 2021 necesitamos gente práctica, pragmática, resolutiva, que entienda que el interés de México es mayor que cualquier ideología.

Dime a quien no puedes criticar y te diré de quien eres esclavo.

Agradeceré sus comentarios al correo electrónico: [email protected]

 

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