De mensajes y mensajeros

 

Cuando me he desempeñado en áreas de recursos humanos, como lo son el reclutamiento y selección de personal, he tenido siempre la precaución de solicitar curriculums sin fotografía. Ello con la finalidad de que la imagen de la persona solicitante no influya en la decisión y ésta se base por completo en sus habilidades, capacidades y destrezas.

Experimentos han comprobado como la imagen de una persona, una simple fotografía, determina una conceptualización de la misma.

Lo anterior sale a colación porque como parte del proceso de polarización que vive el país, hoy se descalifican las colaboraciones periodísticas con tan sólo leer el nombre del columnista.

Así pues, leemos las de aquellos columnistas que coinciden con nuestra forma de pensar y les brindamos toda la credibilidad y hacemos a un lado la de aquellos que piensan diferente a nosotros.

Este proceso nos lleva a perder el objetivo del análisis: la búsqueda de la verdad.

Porque no todos tienen la verdad absoluta, pero pueden tener algo de verdad. Esto es, el mensaje puede ser verdadero, todo o en parte, independientemente del mensajero.

Analizar consiste en desmembrar, separar, segmentar los elementos que conforman un todo, entender cómo se conjugan las partes con el todo, para un mejor entendimiento.

Cuando se busca realmente la verdad, y no nuestra verdad, podemos encontrarla en opiniones favorables o desfavorables, puede venir de amigos o de enemigos, nos puede gustar o no, pero debemos identificarla racionalmente.

Entre más se, más sé que menos se, así que la búsqueda de la verdad nos debe llevar al punto de partida de que no lo sabemos todo y que lo que ignoramos es mucho mayor que lo que sabemos.

Más aun, que la verdad, toda o en parte, la puede tener un ignorante, un idiota, como también, toda o en parte, un intelectual.

Requerimos, eso sí, de un mínimo conocimiento para poder diferenciar la verdad de la mentira, las medias verdades y las medias mentiras, pero ese conocimiento no sirve de nada si tenemos una mente llena de prejuicios, de ideas preconcebidas, de barreras mentales infranqueables, construidas con los tabiques de nuestros intereses personales que nublan nuestra visión de las cosas.

Por ello les propongo que leamos, analicemos, descubramos la verdad, desechemos la mentira y luego, al final de todo éste proceso, nos informemos quien es el autor.

Ello nos ayudará a abrir nuestra mente en la búsqueda de la verdad que nos hará libres y no sujetos a nuestros prejuicios, filias y fobias.

Como siempre agradezco sus comentarios al correo electrónico [email protected]

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