El responsable de la tragedia que significó el mal diagnóstico de la pandemia del coronavirus y, en consecuencia, de los niveles de contagio y letalidad del virus en la población nacional que ha enlutado a 70,000 familias, contagiado a más de 650 000 mexicanos y que mantiene la atención en México de los organismos internacionales de salud por el descontrol que la pandemia presenta a lo largo y ancho del territorio, en el colmo de la estulticia política, pretende denostar el esfuerzo de los ex Secretarios de salud que intentan mostrarle el camino al gobierno de la auto denominada cuarta transformación, para contener este drama sanitario que día a día cobra más vidas de mexicanos.
Hugo López Gatell, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de manera formal pero en realidad a cargo de la Secretaria de Salud (ante el lastimoso papel que ha desempeñado Jorge Alcocer Varela) constituye un ejemplo de los resultados que ha arrojado la política presidencial para determinar a sus colaboradores: 90% de confianza y 10% de capacidad, según lo señalado por el propio AMLO. El sistema nacional de salud, por los desatinos de estos personajes, enfrenta hoy una grave crisis operativa, financiera y de coordinación de servicios entre la federación y los Estados y, por si esto fuera poco, la falta de liderazgo y legitimidad de estos individuos, dada su pobreza intelectual y medianía profesional, completan el cuadro de destrucción realizado en menos de dos años de un sector del servicio público inestimable para la población y que con las limitaciones y disfunciones que podrían señalarse, garantizaba la atención médica de los sectores mas desprotegidos de la sociedad.
Las ocurrencias de la cuarta transformación y sus bisoños personeros, han lastimado sensiblemente los avances institucionales en la conformación de nuestro sistema de salud, que una escuela mexicana de salud pública logró construir a lo largo de décadas de trabajo meritorio y ejemplar en el ejercicio cotidiano del servicio público.
La ausencia de un proyecto profesional sustentado en criterios de salud pública en la presente administración ha sido denunciado por personajes tan cercanos a la cofradía amloista como la doctora Asa Cristina Laurell, quien ha confesado en su renuncia al cargo de Subsecretario de Integración y Desarrollo de la Secretaría de Salud, que los motivos políticos se imponen a los criterios de salud pública en esa dependencia por lo que alertaba del desmantelamiento de la Secretaría a manos de López Gatell en conjunto con el antropólogo Juan Ferrer, titular del INSABI, otro ejemplo de la política de nombramientos acordes a la era de la “transformación”, donde un antropólogo bien puede encabezar una nueva institución para la atención de la salud de los mexicanos.
Estos arribistas del sector salud —significativamente el Dr. López Gatell— pretenden restar méritos al sensible y meritorio esfuerzo realizado por seis ex Secretarios(a)de salud federal, quienes con criterios estrictamente científicos y recuperando la experiencia de los epidemiólogos mexicanos que han construido un gran respeto a nivel internacional, señalan una estrategia eficaz para la contención de la pandemia del coronaviris ante la ignorancia y soberbia del saltimbanqui de las mañaneras que continúa aferrado a cubrir su fracaso profesional, no obstante el costo en vidas que esto significa.
La protesta social que asoma ya a lo largo del país ante la falta de gobierno en temas particularmente sensibles a la población; campesinos defraudados en la entrega de fertilizantes por corrupción de los delegados federales, reparto de tarjetas sin fondos de los programas sociales, denuncias de corrupción en los contratos de adquisiciones del gobierno federal, abandono de las víctimas de violencia, persistencia en el desabasto de medicamentos y vacunas en hospitales públicos, negligencia ante los reclamos de colectivos feministas, intimidación a la libertad de expresión, depauperación de las clases medias e incremento de la población en pobreza extrema ante un desempleo vertiginoso etc., dan muestra de un creciente deterioro de la paz social y la consecuente pérdida de gobernabilidad que aunado a la polarización política prohijada por el discurso gubernamental, complementan un escenario de descomposición nacional cuyos costos son impredecibles para la viabilidad de la nación. En este complejo escenario, la permisividad que se otorga a un merolico de la medicina cómo López Gatell para construir sus intereses políticos sobre pilas de cadáveres de mexicanos, hacen temer por la cordura de la nueva élite gobernante.