Aproximaciones al complejo sistema electoral estadounidense
Cada proceso electoral es atípico, único y da la impresión de que cada elección es más complicada que la anterior. Sin duda los procesos electorales durante la pandemia y aquellos que se llevan a cabo en la etapa post covid, tendrán una multiplicidad de complejidades, de nuevas realidades multidimensionales como el papel de las redes y los medios, las nuevas campañas y las herramientas y mecanismos para ejercer el sufragio.
Pero si hay elecciones que nos mantienen al filo del asiento sobre todo desde su última elección, son los comicios en los Estados Unidos. Los resultados de esas elecciones tienen ecos en todo el orbe, y más allá de filias y fobias, en nuestra cotidianeidad.
Este sistema es sumamente original y complejo y no sólo encuentra sus profundas raíces en el debate federalista – antifederalista de su proceso de independencia, que ellos prefieren llamar “revolución”, sino que hay reglas y acuerdos que datan de esa época que naturalmente obedecían a las circunstancias y contexto del movimiento armado y de la etapa sociopolítica de la historia y muy importante, de las regiones o colonias que se unieron bajo la bandera de las estrellas y las barras (que en un inicio se distribuían en un círculo; los artículos de la Confederación bajo los cuales los Estados Unidos transitaron desde 1781 hasta 1787, establecieron con mucha claridad que cada estado estaría representado por un voto en el Congreso.
El Plan de Virginia preveía la representación basada en la población de cada estado. Por otro lado, el Plan de Nueva Jersey propuso una representación igual para todos los estados. Salomónicamente “El Gran Compromiso”, también llamado el “Compromiso de Connecticut”, logro amalgamar ambos planes y así, se decidió que habría dos cámaras en el Congreso: el Senado y la Cámara de Representantes. El Senado se basa en la igualdad de representación para cada estado y la Casa (House) o Cámara de Representantes se basa en la población. Esta es la razón por cada estado tiene dos Senadores y un número variable de representantes.
Sin embargo , los Artículos de la Confederación no preveían un Ejecutivo nacional de los Estados Unidos. Por tanto, cuando los delegados decidieron que un presidente era necesario, hubo un profundo desacuerdo sobre cómo debía de ser elegido. Mientras que algunos delegados consideraron que el Presidente debe ser elegido popularmente, mediante voto directo, otros temían que el electorado popular, el votante de a pie, no fuera un individuo lo suficientemente informado como para tomar esa decisión.
Los delegados presentaron otras alternativas, como llevar a cabo la elección de Presidente en el Senado. Al final, las dos partes acordaron la creación del Colegio Electoral, que se compone de los electores designados de manera más o menos proporcional a la población, siguiendo sin embargo el principio del Congreso de que los estados tengan cuando menos dos electores, justamente como en el Senado, a efecto de garantizar una representación igual y además un número de electores igual a de los representantes que le corresponden; hay que destacar que éste sistema opera únicamente para la elección de Presidente y los ciudadanos en realidad votan por los electores vinculados a un candidato en particular que luego votan a su vez por el Presidente.
Entre las costumbres y usos que se volvieron norma electoral, está el curioso “Acuerdo o compromiso de las tres quintas partes” que fue un acuerdo alcanzado por los delegados estatales en la convención constitucional de 1787.
Según el compromiso, cada estadounidense esclavizado se contabilizaría como tres quintos de una persona a efectos fiscales y de representación. Este acuerdo dio a los estados del sur más poder electoral del que hubieran tenido si la población esclavizada hubiera sido ignorada por completo.El acuerdo permitió que se extendiera la esclavitud y desempeñó un papel en la expulsión forzada de los nativos americanos de sus tierras.
En sus orígenes en la Convención Constitucional de Filadelfia, los delegados acordaron que la representación que cada estado tendría en la cámara de representantes y en el colegio electoral se basaría en la población, pero en términos electorales, amén de otros tantos, el tema de la esclavitud era un punto conflictivo entre el sur y el norte.
Este Acuerdo benefició a los estados del sur al incluir a las personas esclavizadas en sus recuentos de población, ya que ese cálculo les daría más escaños en la cámara de representantes y, por lo tanto, más presencia política. Sin embargo, los delegados de los estados del norte se opusieron porque los esclavos no podían votar, poseer propiedades o aprovechar los privilegios de los que gozaban los hombres blancos. (ninguno de los legisladores pidió el fin de la esclavitud, pero algunos de los representantes expresaron su incomodidad con ella; George Mason, de Virginia, pidió leyes contra el comercio de esclavos, y Morris, de Nueva York, llamó a la esclavitud “una institución nefasta”. )Finalmente, los delegados que se opusieron a la esclavitud como institución hicieron a un lado sus dudas morales en torno a la esclavitud con el objetivo de unificar a las colonias, lo que condujo a la creación del compromiso de las tres quintas partes.
Presentado por primera vez por James Wilson y Roger Sherman el 11 de junio de 1787, el compromiso de las tres quintas partes contaba a las personas esclavizadas como las tres quintas partes de una persona. Este acuerdo significó que los estados del sur obtuvieron más votos electorales que si la población esclavizada no hubiera sido contada, pero menos votos que si la población esclava hubiera sido contada por completo.
El compromiso reconocía que la esclavitud era una realidad, pero no abordaba de manera significativa los males de la institución. de hecho, los delegados aprobaron no solo el compromiso de tres quintos, sino también una cláusula constitucional que permitió a los esclavistas “reclamar” a las personas esclavizadas que escaparon. al caracterizarlos como fugitivos, esta cláusula criminalizaba a los individuos esclavizados que huyeron en busca de su libertad.
El compromiso de las tres quintas partes tuvo un gran impacto en la política estadounidense durante las próximas décadas. permitió a los estados esclavistas tener una influencia desproporcionada en la presidencia, la corte suprema y otras posiciones de poder. También dio como resultado que el país tuviera un número aproximadamente igual de estados libres y esclavos. Algunos historiadores sostienen que los principales acontecimientos en la historia de los Estados Unidos habrían tenido resultados opuestos si no hubiera sido por el compromiso de las tres quintas partes, incluyendo la elección de Thomas Jefferson en 1800; el Acuerdo de Missouri de 1820 , que permitió a Missouri ingresar a la unión como un estado esclavista; la ley de expulsión de los indios de 1830 , en la cual las tribus nativas americanas fueron expulsadas por la fuerza de sus tierras; la ley Kansas-Nebraska de 1854 , que permitió a los residentes de esos territorios determinar por sí mismos si querían practicar o no la esclavitud.
La decimotercera enmienda de 1865 derogó efectivamente el compromiso de tres quintos al prohibir la esclavitud, pero cuando la enmienda 14 fue ratificada en 1868, derogó oficialmente el compromiso de tres quintos. La sección 2 de la enmienda establece que los escaños en la cámara de representantes se determinarían en función del “número total de personas en cada estado, excluyendo a los indios no sujetos a impuestos”.
La derogación del compromiso le dio al sur aún más representación ya que los miembros de la antigua población afroamericana esclavizada ahora se contaban completamente. sin embargo, a esta población se le negaron todos los beneficios de la ciudadanía. el sur promulgó leyes como las “cláusulas del abuelo ” destinadas a privar de derechos a los afroamericanos, incluso cuando la población negra les dio más influencia en el Congreso. El poder de voto adicional no solo dio a los estados del sur más escaños en la cámara sino también más votos electorales.
Los miembros del Congreso de otras regiones buscaron reducir el poder de voto del sur porque los afroamericanos estaban siendo despojados de sus derechos de voto allí, pero una propuesta de 1900 para hacerlo nunca se materializó. Irónicamente, esto se debe a que el sur tenía demasiada representación en el Congreso para permitir un cambio. Hasta la década de 1960, los demócratas del sur, conocidos como “dixiecrats”, continuaron ejerciendo una cantidad desproporcionada de poder en el Congreso. Este poder se basaba en parte en los residentes afroamericanos, a los que se contaba con fines de representación pero a los que se les impedía votar a través de cláusulas de abuelo y otras leyes que amenazaban sus medios de vida e incluso sus vidas. Los dixiecrats usaron el poder que tenían en el Congreso para bloquear los intentos de hacer del sur un lugar más equitativo.
Eventualmente, sin embargo, legislaciones federales como la ley de derechos civiles de 1964 y la ley de derechos de voto de 1965 frustrarían sus esfuerzos. Durante el movimiento por los derechos civiles, los afroamericanos exigieron el derecho al voto y finalmente se convirtieron en un influyente bloque de votantes que sin embargo muy recientemente es consciente del peso de su voto.
La coyuntura electoral estadounidense, permeada de conflictos sociales, divisiones raciales y confrontación de visiones trascendentes sobre su futuro, no hace sino mostrar cicatrices que nunca han cerrado y que cada vez más frecuentemente vuelven a sangrar profusamente. Entender sus causas nos ayuda a construir un futuro en donde éstas no sean sino historia vergonzante de una etapa que se dijo “moderna” de la humanidad.