En enero del 2020 el mundo despertó con noticias sobre la confirmación de la existencia de un nuevo virus identificado como COVID-19 que tuvo su origen en la ciudad de Wuhan, China. A partir de ese momento se sembró en el ambiente una sensación de incertidumbre; noticias de medios de comunicación alrededor del planeta invadían nuestras pantallas alertándonos sobre lo altamente contagioso que era este virus.
Poco a poco fuimos testigos de su propagación y de las medidas que otros países tuvieron que adoptar para evitar sucumbir ante esta amenaza, y sabíamos que únicamente era cuestión de tiempo para que nuestro país se sumara a esa labor.
Y así fue cuando el 28 de febrero se confirmó en la Ciudad de México el primer caso de COVID-19. A partir de entonces La Secretaría de Salud se ha encargado de mantenernos informados y de implementar distintas campañas de prevención como “La sana distancia” y “Quédate en casa”, principalmente con la finalidad de proteger a las poblaciones vulnerables y evitar un colapso en el sistema de salud por insuficiencia de cupo.
A pesar de que sabemos que este virus tiene la capacidad de acabar con una vida indiscriminadamente, cada uno de nosotros hemos tenido que enfrentarlo desde diferentes realidades. Hay quien fácilmente puede acatar las medidas de confinamiento, hay quién por circunstancias laborales debe salir, hay quien por necesidad se ve obligado a permanecer en las calles en busca de un sustento; también están aquellos que niegan la existencia del virus, y de manera irónica, paralelamente existen personas en espera de noticias sobre algún familiar que se encuentra luchando por su vida en un hospital.
Por otro lado, existe una campaña de desinformación en distintos niveles, que lejos de ayudar, pone en riesgo la salud de la población ya que invita a la desobediencia de las medidas sanitarias recomendadas por el gobierno y crea un ambiente de confusión. Desafortunadamente muchos actores políticos y periodísticos han visto en esta pandemia intereses ocultos con deseos de mantener esa desinformación en la sociedad y afectar políticamente a sus adversarios, y esto no ha sido exclusivo de México, sino en muchas partes del mundo.
Uno de los aspectos que me parece importante resaltar es que, en medio de esta contingencia, el virus puso de manifiesto muchas de las situaciones donde se visibiliza la terrible brecha de desigualdad que existe en nuestro país.
Al mes de julio, nos hemos convertido en uno de los países con más casos confirmados y con una mortalidad alta cercana al 11% siendo desafortunadamente un problema al que no se le ve final.
Con miles de contagios y miles de personas que han fallecido, el sistema de salud de la Ciudad de México, pese a que no se colapsó, tampoco parece lograr reducir la ocupación para finalmente retornar a la normalidad. Es por ello que las autoridades nos han reiterado eso: regresaremos, sí, pero a una nueva normalidad.
Me atrevo a decir que durante este tiempo nos hemos visto obligados a percatarnos de muchas cosas más, tiempo de reflexión diría yo; cada uno desde su percepción y perspectiva de vida tiene probablemente un aprendizaje de esta realidad. Para mí, a veces pareciera que es un sueño o una pesadilla. Existe un antes y un después del coronavirus, y en lo personal me he encontrado cuestionándome a mí misma ¿Por qué es que me ha tocado vivir esto? ¿Por qué me encuentro viva justamente en este momento histórico? Algunas preguntas que se quedan sin respuesta, sin embargo, aquí estamos.
Es evidente que el confinamiento y la distancia social, nos ha obligado a cambiar la dinámica de nuestra vida, poco a poco hemos ido dando forma a una nueva manera vivir con la esperanza de vencer a este nuevo enemigo, encontrando en los medios digitales nuevas herramientas de trabajo, educación y socialización, demostrando nuevamente nuestra capacidad de adaptarnos.
Lo que es un hecho es que algo tan diminuto, incluso invisible al ojo humano, nos ha obligado a centrar toda nuestra atención en él, y ¿Cómo no hacerlo si la lucha es para mantener nuestra vida? De esta forma, es necesario que todos estemos en una misma oración y en una misma misión, en búsqueda de la unidad por conservar lo más preciado: la vida misma.
Twitter: @keniajh2
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